El PP rechaza que se equipare la dimisión de Aguirre con Rajoy
Los populares niegan padecer una corrupción generalizada y creen que se usa de excusa
Mariano Rajoy no va a seguir los pasos, ni el camino ni el supuesto ejemplo que le marcó el domingo Esperanza Aguirre con su dimisión al frente del PP de Madrid agobiada por los escándalos de corrupción. La dirección nacional del PP considera que los casos de Aguirre y de Rajoy "no son comparables ni equiparables, porque no tienen nada qué ver". Califican la actuación de la aún portavoz del PP en el Ayuntamiento de la capital de España como un hecho "individual, personal, concreto, exclusivo, excluyente y subjetivo, basado en sus propias convicciones" y datos judiciales y mediáticos sobre la corrupción entre personas próximas de su equipo. Y rechazan tajantemente cualquier abandono de Rajoy ni ahora ni ante unas hipotéticas nuevas elecciones generales. "La excusa de la corrupción no puede ser un elemento definitorio para intentar que el PP no gobierne", subrayó este lunes Fernando Martínez-Maillo, el número tres del PP.
El malestar y casi la indignación de la cúpula nacional del PP con Esperanza Aguirre es enorme. Solo amortiguado algo por el conocimiento profundo del personaje y sus circunstancias. El último ejemplo de la falta de sintonía total se produjo el domingo, en el fondo y en las formas, con la manera en que gestionó su más reciente dimisión, con cómo la comunicó y con cómo situó al propio Rajoy ante el desfiladero de las comparaciones.
Los aspectos formales no son menores. En la dirección del PP admiten que Aguirre llamó primero a Rajoy el domingo de San Valentín por la mañana, pero no entienden ni por qué luego explicó públicamente todos los pormenores de esa charla telefónica ni los mensajes que se intercambiaron. Maillo subrayó públicamente que ese tipo de charlas deberían mantenerse en el ámbito de la privacidad y menos aún facilitarse incompletos, sin todo el contexto de las frases. Rajoy no contestó a la llamada, al parecer porque tenía el teléfono en modo silencio y no la vio, luego se cruzaron unos mensajes y finalmente hablaron. Pero para ese momento Aguirre ya había enviado la convocatoria urgente de una rueda de prensa a los medios de comunicación. No habló ni avisó a nadie más de la dirección del PP.
Sobre el fondo con el que justificó su actual retirada al frente del PP de Madrid la dirección nacional tampoco sabe nada más que lo que Aguirre ha explicado en público. Y Maillo aceptó el domingo, tras reunirse durante casi dos horas con todo el comité de dirección del PP y con Rajoy, que ese argumento le podría haber servido para marcharse un mes antes, dos, un año antes o en cualquier momento. Porque Francisco Granados, su secretario general, lleva más de 14 meses incomunicado y en la cárcel. Y el registro de la Guardia Civil del pasado jueves en el despacho del exgerente regional no ha sido el único que se ha producido.
Lo que el equipo de Rajoy en Génova rechaza frontalmente es que porque Aguirre haya dimitido con esas razones suyas y personales, el presidente nacional del PP tenga que hacer miméticamente lo mismo. De ninguna manera. Fernando Martínez-Maillo, que es el vicesecretario de Organización, aseguró este lunes que Rajoy ni dimitirá, ni en el PP nacional se montará ninguna gestora ante la acumulación de casos de corrupción por todo el territorio ni cambiarán de candidato ante unas hipotéticas nuevas elecciones generales si Pedro Sánchez fracasa en su pleno de investidura del próximo 2 de marzo.
El dirigente del PP que actuó este lunes como portavoz nacional aceptó que durante el comité de dirección habían discutido ampliamente sobre la situación de la corrupción, sobre cómo está afectando al partido, sobre todo en Madrid y Valencia, y concedió que todos, desde Rajoy hasta el último responsable, se sienten "avergonzados y abochornados". Pero negó que ninguno de los vicesecretarios o dirigentes presentes hubiese pedido "una purga". Fue el término que emplearon la semana pasada tanto Javier Maroto como Andrea Levy, vicesecretarios como Maillo en varias entrevistas públicas. "Todos hemos expresado nuestro hartazgo", aceptó Maillo y se quedó ahí.
Tras la reunión del comité de dirección popular, el responsable de Organización insistió en la idea de que ahora en el PP están siendo contundentes y drásticos y hasta radicales en la toma de medidas y puso como ejemplo que tras las últimas imputaciones contra todo el grupo en el Ayuntamiento de Valencia los afectados apenas habían durado "ni tres horas" antes de ser expulsados de la organización.
Maillo defendió, por lo demás, el sentir general y el estado de ánimo de todo el PP y de la inmensa mayoría de sus 800.000 militantes como los miembros "honrados y honestos" de un partido que "no es una máquina ni una empresa, sino una organización de personas con nombres, corazón y alma que sienten y les duele". El número tres del PP añadió que además también tienen "dignidad y orgullo" y, por tanto, no están dispuestos a que les estén intentando deslegitimar de cara al futuro próximo y a las negociaciones para formar un Gobierno en España. "Por un, dos o 10 casos de corrupción no quiere decir que no tengamos toda la legitimidad para intentar formar gobierno, la tenemos toda", afirmó.
La dirección del PP comunicó así que este viernes se celebrará una reunión de la junta directiva regional en Valencia para formar una gestora que sustituirá a la investigada estructura de mando actual. Sobre la situación del PP de Madrid aún no se ha tomado esa decisión, que se formalizará seguramente en la tarde de este lunes tras consultar con algunos alcaldes, la presidenta de la Comunidad de Madrid y otros cargos internos.
Lo que Maillo sí quiso explicitar en público fue el gran enfado y disgusto de la cúpula del PP con Aguirre también por cómo ocultó durante un mes la dimisión que le había planteado por carta su secretario general y número dos, Ignacio González, el pasado 15 de enero. González le envió a Aguirre esa dimisión de la que ya habían hablado en privado varias veces en una carta oficial que entró en el registro del PP el 21 de enero.
El 22 de enero estaba ya convocada una reunión de la junta directiva regional del PP de Madrid, con una intervención prevista del propio Ignacio González que no se suprimió. El vicesecretario nacional de Organización del PP, Fernando Martínez-Maillo, el secretario de Organización nacional, Juan Carlos Vera, y hasta la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, acudieron ese día a la reunión y nadie les alertó de esa dimisión. Preguntaron por González y se les dijo que estaba de viaje fuera de España. No le dieron más importancia. Ahora sí. Ahora entienden que no se hicieron las cosas "como nos hubiese gustado", como aceptó Maillo. Pero no se hará nada. Tampoco sobre la situación de que Aguirre haya decidido por su cuenta y sin consultar a nadie mantener el cargo de portavoz en el Ayuntamiento. En el PP dicen que esa responsabilidad la debe refrendar la junta directiva regional, que está ahora descabezada.
Maillo intentó, por otro lado, tapar los escándalos y el ruido interno que emite el PP en estas semanas acusando al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, de estar "humillado y arrodillado" en la negociación que ha emprendido ante el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que le hace el Gobierno, el programa y le quiere forzar a un referéndum sobre Cataluña, cuando sostiene que lo más fácil para él sería conceder que Rajoy siguiera en La Moncloa. El dirigente popular acusó al PSOE de ser el partido con más investigados por corrupción en todo el país. Lo dijo varias veces. Pero todas las preguntas insistieron en profundizar sobre los casos de corrupción en el PP y sobre la situación de fragilidad que vive el propio Rajoy.
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