La Constitución permite al Rey saltarse al candidato más votado
Los expertos constitucionalistas y el propio PSOE consideran que la normalidad constitucional y política hacen poco probable que proponga primero a Sánchez
La Constitución Española da muy pocas pistas sobre el papel del Rey en el proceso de investidura del presidente del Gobierno. Se limita a indicar, en su artículo 99.1. que el Monarca, "previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno". No está escrito, ni es por tanto obligado, que el designado sea el candidato de la lista más votada.
Felipe VI tendría margen constitucional, en teoría, para proponer un nombre distinto del de Mariano Rajoy. Los expertos constitucionalistas coinciden en que el papel fundamental del Rey en esta fase es escuchar a todos los partidos políticos para hacerse una idea lo más realista posible de las opciones de uno u otro candidato. Y a partir de ahí, decidir.
Pero esos mismos expertos están de acuerdo en que el contexto actual es inédito y difícil. Apenas hay precedentes. Como mucho, podría echarse mano de lo que ocurrió en 1996, cuando el Partido Popular de José María Aznar ganó las elecciones por apenas 300.000 votos más que el PSOE y una diferencia de 1,5 puntos porcentuales. En ese momento hubiera sido posible -y en los primeros momentos pareció incluso más fácil de llevar a cabo- construir una mayoría alternativa entre la segunda fuerza y los partidos nacionalistas. Tras unas elecciones en las que el entusiasmo de los seguidores de Aznar les llevó incluso a corear en la madrileña calle de Génova, frente a la sede electoral del partido, aquello de "¡Pujol, enano, habla castellano!, una posibilidad de acuerdo entre el PP y CiU se presentaba remota.
Juan Carlos I decidió sin embargo encargar la formación de Gobierno al candidato más votado y darle el tiempo necesario para cerrar un acuerdo, que finalmente logró forjar.
Hay varios motivos para pensar que Felipe VI seguirá ese ejemplo. En primer lugar, los propios socialistas no dejan de insistir desde la noche del 20-D en que este es el tiempo de Rajoy, que debe ser el líder popular el que intente en primera instancia constituir un Ejecutivo.
Fuentes del entorno de Rajoy, además, creen que aprovechará el primer debate de investidura para poner negro sobre blanco su oferta de pacto, en busca de esa "mayoría amplia y estable" que viene reclamando durante las últimas semanas.
Y además, con el nombramiento en primer lugar de Rajoy, Felipe VI daría al proceso una imagen de normalidad constitucional y política que la Casa del Rey ha perseguido en todo momento.
Todo dependerá, en cualquier caso, de la lealtad institucional que los distintos interlocutores tengan con el Rey. Es decir, que le expongan de modo sincero y sin la menor reserva sus posibilidades y sus intenciones. Solo de ese modo el Monarca podrá tener el dibujo completo de la situación y decidir, dentro de sus competencias, qué candidato tiene realmente una oportunidad de alcanzar el Palacio de la Moncloa.
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