Los ‘lobbies’ tratan de influir en los programas con cientos de reuniones
EL PAÍS pide a los cinco grandes partidos los listados de esas citas, en los que además de ONG y asociaciones figuran grandes bancos o constructoras
La elaboración de los programas de los partidos para las elecciones generales del 20-D ha desatado el movimiento de los lobbies o grupos de presión y de organizaciones y empresas. Los responsables de las propuestas electorales mantienen centenares de citas con todo tipo de colectivos, que luego se hacen públicas solo de forma selectiva y de las que no se conoce su contenido concreto. EL PAÍS ha pedido a los cinco grandes partidos nacionales el listado de estas reuniones, en los que figuran, además de ONG y asociaciones, los grandes bancos, las eléctricas, las constructoras o el sector del tabaco.
Las agendas de los responsables de los programas de los partidos para los comicios de diciembre echan humo estas semanas. Solo el PSOE ha recibido hasta a 180 grupos, según el listado que ha facilitado a este diario. “Hay un nivel de exigencias o propuestas muy concretas que no había visto antes”, asegura Marga Ferré, encargada del programa de IU. Presionan, en privado y en público, desde organizaciones con objetivos más blancos, como las ONG, a los grandes grupos de interés o las corporaciones más poderosas.
“Que lo haga Oxfam, Amnistía Internacional, Greenpeace... me parece bien. La SGAE u otros, pues menos bien. En el caso de esta entidad, los partidos fuimos convocados a un debate con público en el que al final nos sacaron a todos el compromiso de rebajar el IVA cultural. Es una forma de influir que va en aumento”, se queja la dirigente de IU. En su listado de reuniones no figuran empresas —“en honor a la verdad, no nos lo piden”— y algunas entidades coinciden con su línea política, como la Fundación Renovables —el partido lleva en el programa el objetivo de tener un 100% de energías renovables en 2050— o la Asociación Derecho a Morir Dignamente.
Aparcada la reforma para regular los grupos de presión
Los partidos no están obligados a hacer públicas sus reuniones con lobbies, como tampoco los diputados y senadores. Estos grupos carecen de regulación en España aunque el presidente Mariano Rajoy mostró en 2012 en el Congreso la intención de reconocer y legalizar la actuación de estos colectivos. La reforma ha quedado en un cajón hasta la próxima legislatura. Incluso los directamente afectados, como la Asociación de Profesionales de las Relaciones Institucionales (APRI), reclaman ese control, convencidos de que los conflictos de intereses no tienen por qué tener efectos nocivos si se manejan con transparencia. El PSOE lo llevará en su programa.
"El lobby no es malo en sí mismo. Nosotros lo hacemos, pero que se conozca cómo se toman las decisiones mejora la confianza de los ciudadanos", explica Javier de Vega, portavoz de la organización especializada en transparencia Civio, uno de los grupos que se ha reunido con todos los partidos estas semanas.
Las formaciones con mayor expectativa de voto sí son directamente interpeladas por las corporaciones. En la relación del PSOE, el partido que ha facilitado a EL PAÍS un listado más detallado de sus reuniones, aparecen bancos como el BBVA o el Deustche Bank, además de la patronal AEB; empresas del sector energético como Iberdrola, GDF Suez o Enel, automovilísticas como Toyota, Renault y su patronal ANFAC, y tabaqueras como British American Tobacco o el lobby La mesa del tabaco.
Ciudadanos también ha mantenido encuentros con el sector energético —UNEF o Endesa—, el tercer sector, la industria agroalimentaria o las constructoras —como la patronal SEOPAN—, señala a este diario Antonio Espinosa, coordinador del programa del partido emergente. “Nosotros tenemos muchas más solicitudes del sector financiero”, revela por su parte Carolina Bescansa, responsable de las propuestas de Podemos. Este partido ha recibido en su sede, por ejemplo, al Bank of America Merrill Lynch. “Vienen a escuchar nuestro programa económico y a hablar de economía”, apunta Bescansa. “Sorprendería la cantidad de inversores extranjeros que comparten la reestructuración de la deuda”, sostiene la dirigente de Podemos. El partido afirma que no acepta reuniones si la contraparte no permite que se publiciten.
El PP esgrime precisamente ese argumento, el de que respeta el interés de la otra parte de no dar publicidad a sus encuentros, para facilitar a este diario un listado de solo 17 colectivos —ninguna empresa, más allá de una referencia genérica a “empresarios catalanes”— de las decenas de citas que ha mantenido.
Como mucho, se conoce que se reúnen, pero nadie refiere qué peticiones concretas se plantean. “Te dicen: nos interesaría, nos iría bien…”, apunta Andrea Levy, secretaria de Programas del PP. “Recogemos sus propuestas y las decimos que las estudiaremos. No llegamos a compromisos. El programa del PP lo hace el PP con los criterios del PP”, zanja. La cita con la Asociación de Víctimas del Terrorismo fue una de las que sí hizo públicas el PP. La presidenta, Ángeles Pedraza, resumió su pretensión tras el encuentro del pasado 3 de noviembre: “Quiero hechos y no palabras”.
“La intención de influir es hasta cierto punto legítima”, reflexiona Meritxell Batet, responsable del programa del PSOE, que asegura que se siente “libre y en absoluto presionada”. En todo caso, Batet diferencia el efecto de los lobbies sobre los partidos, al que pueden producir sobre el poder Ejecutivo. “Incluir algo en el programa puede ser un primer paso, pero lo importante es que lo hagas cuando gobiernes”.
Con información de Juan José Mateo.
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