Rajoy contra Rajoy
Rajoy ha preferido dirigirse a la cámara antes que a los periodistas; cuando tuvo a una delante, se contrajo y comenzó a dirigirse a sí mismo hasta hacerse bola
La primera respuesta de Mariano Rajoy en la entrevista de TVE fue que él era su rival en las elecciones. “Yo mismo”, dijo. Dicho y hecho, a partir de ahí empezó un diálogo consigo mismo lleno de inflexiones, razonamientos en voz alta y debates internos. Durante la legislatura Rajoy ha preferido dirigirse a la cámara antes que a los periodistas; ayer, cuando tuvo a una delante, se contrajo aún más y comenzó a dirigirse a sí mismo hasta hacerse bola.
Tuvo discusiones interiores que remontaron a la superficie a cuentagotas (“¡Yo subí los impuestos en contra de mi criterio!”). Una mujer con esclerosis le hizo una pregunta y Rajoy se puso a musitar cada vez más bajito a su barbilla (“esa mujer, la esclerosis, ¿tú qué dices?”) hasta que Ana Blanco lo sacó de sus ensoñaciones. Blanco lo hizo más veces durante la entrevista, por lo que Rajoy la riñó. Reñirle a Ana Blanco, aún en sus formas más suaves, es lo que faltaba para acabar la legislatura. Como si veinte años después se saldase la deuda de nuestra agria polémica con Iñaki Gabilondo.
Rajoy en general rumió. Se notó cuando Ana Blanco le sacó a pasear a Aznar
Al formato de Rajoy combatiendo consigo mismo ayudó su prestancia. Fue a la entrevista con delicados destellos dorados en el pelo, como de haber llegado en moto rectificada, y un vestuario estricto de señor de mansión gótica. Por momentos se colocó en la silla con la espalda hacia delante y las piernas juntas, alerta. Solventó la amenaza de secesión de Cataluña con “mano izquierda”. “Que se la enfoquen, que seguro que lleva un puño americano”, dijo a mi lado un independentista (mi casa estos días es el caballo de Troya del soberanismo; la quinta columna que Mas –qué digo Mas, ¡Baños!- ha enviado a la capital).
Rajoy en general rumió. Cuando más se notó fue cuando Ana Blanco le sacó a pasear a Aznar. Aznar es un personaje de Penny Dreadful: alguien que deambula entre el mundo de los vivos y los muertos; un hombre que no puede ser expresidente hasta que le dejen seguir gobernando dándole órdenes a un vaso boca abajo. A Rajoy le fue preguntado si Aznar haría campaña. Rajoy esbozó una sonrisa que quería decir: “¿Para quién?”. Luego se encogió de hombros recordando quién es Aznar en orden jerárquico: “Militante y presidente de honor”. Así que si él quiere hacer campaña, pues que la haga. Lo dijo con una contundencia que si Ana Blanco le hubiera dicho que a ella no le apetecía mucho, Rajoy saltaría en la silla: “¡Pues no se hable más!”.
Preguntado por pactos el presidente del Gobierno fue inteligente: “Lo importante es el programa”. Acto seguido se le preguntó por la intención de Ciudadanos de impedir que él repitiese en la Moncloa y respondió que debe gobernar el candidato preferido de la gente, la lista más votada. Insistió para eso en algo que ya dijo hace unos días: “Es lo más democrático”. Pero si lo importante es el programa lo lógico es que si dos partidos comparten ideas esenciales negocien entre ellos para sumar la mayoría absoluta que les han dado los ciudadanos.
El presidente comenzó una íntima sesión de 'Un país en la mochila'
Al poco de empezar la entrevista salieron ciudadanos en plasma a pronunciar preguntas. Los dos primeros, un trabajador de la Seat de Martorell y una señora de Lugo, sirvieron para que el presidente comenzase una íntima sesión de Un país en la mochila recordándose dónde estuvo todo este tiempo. Parecía un abuelo viendo la tele: “¡Ahí estuve yo! ¡A ése lo conozco, ése me saludó!”. Siguió la gira con ayuda de la gente; por momentos fue pura antinormalización lingüística, como cuando pronunció “Órdenes” por “Ordes”. La negativa titánica de Rajoy a hablar en gallego le lleva a algo revolucionario: saltarse la ley. Hay algo en él de aquella señora coruñesa de Carlos Blanco que para evitar la gheada, una variante del gallego, decía “me bago en la próxima” para no pronunciar la ‘jota’, que le sonaba a paleto.
Antes de dar sus particulares números y deseos Rajoy reconoció haberse distanciado de los españoles, pero ahora está dispuesto a rectificar. No dijo, sin embargo, cuál era el país del que habló en la entrevista para poder ir a visitarle. Quizás en Navidad regrese al nuestro.
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