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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La píldora del día después

Los primeros mensajes, coincidiendo con una Diada fagocitada por el independentismo, muestran la agresividad de dos de los grupos en liza

Empieza la campaña electoral para las elecciones al Parlamento de Cataluña con un país fraccionado; partido en dos, o en tres; y con una inercia destructiva hacia la desconexión con España, Europa e Iberoamérica, como explicaba el presidente González hace dos semanas en este periódico.

Los primeros mensajes, coincidiendo con una Diada fagocitada por el independentismo, muestran la agresividad de dos de los grupos en liza: el frente independentista contra el frente españolista. "Si quieren contar votos que nos dejen hacer un referéndum", decía ayer el presidente de la Generalitat, Artur Mas, olvidándose de que el Estatuto de Cataluña sitúa en dos tercios el mínimo para aprobar modificaciones. Decenas, cientos de miles de catalanes con esteladas en las calles de Barcelona, aunque solo el 10% de lo encuestados por el CIS consideraba la independencia una preocupación, frente al 30% que está realmente inquieto por el paro y el 6% por la corrupción.

En estas dos semanas asistiremos a una dura confrontación de palabras, emociones y espero que algunas ideas. La coalición Junts pel Sí pretende convertir estas elecciones autonómicas en un plebiscito sobre la independencia. Y lo está consiguiendo (de facto, no de iure), con la ayuda de algunas fuerzas opuestas al proceso que han entrado en el cuerpo a cuerpo.

Desde algunos partidos y coaliciones (PSC, Ciutadans y Catalunya Sí que es Pot), se está intentando llevar la campaña al debate de las propuestas, de las ideas y de los programas, más allá de la elección binaria del sí o el no a la secesión. Una tarea difícil frente a la maquinaria propagandística oficial catalana.

Quizá el debate más necesario es preguntarse ¿qué pasará el 28-S? ¿Cómo se cerrarán las heridas de tantos meses de crispación? ¿Cómo se reconstruirán las relaciones entre los catalanes y el resto de los españoles? ¿Y entre los catalanes entre ellos? Josep Piqué decía ayer que, gane quien gane, habrá que reconstruir las instituciones, la cohesión social y el compromiso a cumplir las leyes.

Eso se llama renovar el pacto de convivencia entre Cataluña y el resto de España. Algo que defendió esta semana en Madrid el grupo La Tercera Vía. No sé si es demasiado tarde, pero en cualquier caso, puede tener los efectos de la píldora del día después para evitar males mayores.

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