La primera brigada iraquí contra el EI adiestrada por el Ejército español
Setenta adiestradores de la Legión preparan para el combate a 1.100 soldados de Irak
Cuatro soldados se agazapan tras un almacén. Desde un edificio vecino, un tirador les cubre para que puedan cruzar la calle. Lanzan una granada y otra y otra. “Yala, yala, yala” (vamos, vamos, vamos), grita el cabo que les dirige. Sin dejar de disparar, pasan al otro lado y aseguran la vivienda. Un segundo grupo ha avanzado por el lateral. Enseguida controlan la medina. Con este ejercicio de guerrilla urbana, se ha graduado este viernes la primera brigada iraquí adiestrada por el Ejército español. “Sois totalmente capaces para entrar en combate”, les ha dicho en árabe, durante la ceremonia posterior el coronel Julio Salom, jefe del contingente en Irak.
Tras los gritos de júbilo y los aplausos, esa va a ser la verdadera prueba de fuego para estos 1.100 hombres. Durante tres meses han seguido un programa intensivo de instrucción de la mano de 70 adiestradores de la Legión, que ha desplazado a Irak a tres centenares de efectivos. La misión responde a una petición del Gobierno iraquí que el año pasado vio como su Ejército se desmoronaba ante el avance del Estado Islámico (EI). Los españoles fueron los primeros en incorporarse a la coalición internacional que lidera EE UU. Desde mayo cuentan además con el apoyo de 30 miembros de los Comandos portugueses.
“Nuestro sistema es ayudar a los mandos a que instruyan a su propia gente”, explica a EL PAÍS el coronel Salom, antes de precisar que ellos no dan órdenes directamente a los iraquíes. “Tenemos que respetar su orgullo”, agrega. Han intentado, eso sí, dar ejemplo y sobre todo motivar.
En el campo de maniobras de Besmayah, a medio centenar de kilómetros de Bagdad, el termómetro se aproxima a los 50 grados centígrados. Es el primer día de Ramadán y la víspera, durante la reunión de la plana, el coronel ha pedido especial sensibilidad con quienes estén haciendo el ayuno. Hay agua disponible, pero los legionarios evitan beber delante de los soldados iraquíes. También por respeto a sus anfitriones, la base Gran Capitán se ha autoimpuesto la ley seca.
“Estamos muy satisfechos y agradecemos el esfuerzo de los militares españoles”, manifiesta el general Mohgdad, responsable de la Brigada 92, quien destaca sobre todo el trabajo en equipo. “No sabemos aún dónde van a desplegarnos, pero estamos preparados para ir a cualquier lugar”, asegura. Todo indica que su tarea será recuperar Mosul, una operación que se prepara desde hace meses.
“En la parte táctica y técnica están preparados”, confirma Salom. “También hemos trabajado mucho en la moral. Es importante que crean en ellos mismos y que sigan a sus jefes”, señala poniendo de relieve uno de los principales problemas que a decir de los analistas motivó su retirada ante el EI.
En este caso, ha ayudado el origen y la composición de los miembros de la brigada. Sus integrantes son turcomanos, procedentes de Tel Afar, al noroeste de Mosul, en la provincia de Nínive. Esa comarca está en manos del EI desde junio del año pasado y algunos incluso tienen familiares secuestrados por ese grupo. Los turcomanos son el tercer grupo étnico de Irak, después de árabes y kurdos. Su motivación para enfrentarse a los insurgentes es sin duda mayor que si se tratara de soldados de alguna provincia del sur. Tal es el caso del cabo Ali Hadi Yunes.
“Me fui de Tel Afar cuando se retiró el Ejército, pero la instrucción que hemos recibido ahora y las armas, nos van a ayudar si Dios quiere a recuperar todas las zonas que se perdieron entonces”, afirma.
La misión no ha sido fácil. “Esto es como quien ha aprendido a conducir por su cuenta y no conoce las reglas de tráfico”, explica gráficamente uno de los adiestradores portugueses que se encuentran integrados en el contingente español. “Es más difícil que empezar de cero porque han adquirido algunas malas prácticas”, añade durante un ejercicio de tiro de precisión. A lo que se suma que algunos de los soldados iraquíes son analfabetos y el ritmo de aprendizaje resulta más lento. De hecho, el programa inicial se amplió de seis a once semanas.
“Es un proyecto a largo plazo”, coinciden varias fuentes militares. Nadie espera que el resultado vaya a ser inmediato. Aunque nadie habla de fechas, si Irak quiere de verdad tener unas Fuerzas Armadas dignas de ese nombre y no caer bajo el control de las milicias, el asesoramiento y la formación van para largo. Tal como recuerda el general Sabbah, jefe de la división en la que se integra la Brigada 92, “el Ejército se desmanteló en 2003 y lleva tiempo consolidar una nueva estructura”. De momento, a España la experiencia le está sirviendo para mejorar sus relaciones con EE UU, que se enfriaron a raíz de la retirada de sus tropas en 2004.
“Los españoles y los portugueses, con el resto de la coalición, están haciendo un gran trabajo; sin duda se ve la diferencia con cinco meses atrás”, declara el teniente coronel White, mientras los soldados iraquíes realizan un demostración de tiro con mortero.
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