El suspense de Rajoy con la crisis de Gobierno aviva críticas internas
El presidente se reserva la posibilidad de cambiar a sus ministros la mañana de este jueves antes de la cita del PP o dejarlo para próximos días
El presidente Mariano Rajoy mantiene la incertidumbre y el suspense hasta el final. Avanzó que los cambios en el Gobierno y el PP que solo están en su mente se llevarían a cabo antes del verano. Luego jugueteó con que los iba a aplicar antes de que acabe junio. Y este pasado lunes precisó que se los iba a comunicar al partido este jueves en un comité ejecutivo. Las especulaciones sobre que los pondría en marcha este miércoles, tras el despacho semanal que mantuvo con el rey Felipe VI, no se cumplieron. Ministros y dirigentes del PP no descartan ahora, nerviosos y en un proceso nuevo de críticas a algunas actitudes del Gobierno, que los oficialice la mañana de este jueves antes de la cita en el partido o que los deje incluso para la semana que viene.
Primero, el 25 de mayo, en una inusual rueda de prensa en la sede del PP en la calle de Génova para comentar el varapalo de las urnas del 24-M, Rajoy dijo que no habría cambios ni de políticas ni de personas en el Gobierno y el PP. Presumió incluso de que con esos equipos había ganado sobradamente las elecciones de 2011. Luego, forzado por la rebelión interna de sus barones derrotados en las urnas, abrió la puerta a esa posibilidad sin más. Desde entonces, hace casi un mes y tras el análisis del pésimo resultado en las elecciones del 24 de mayo, la incertidumbre y los nervios ante la posibilidad de una crisis tan largamente anunciada ha desbocado las voces críticas en el partido contra la “suficiencia”, “soberbia”, “desconexión” y “falta de empatía” del Gobierno con las demandas de la calle y de la gente.
Aguirre en público
La única que expresa ese tipo de ideas en público, por ahora, es la aún presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, que este miércoles en Onda Cero volvió a culpar de su derrota en la Alcaldía de la capital a los incumplimientos, las políticas del Gobierno y a la corrupción. Fue Aguirre la que recurrió así al tópico de los problemas de “comunicación” pero también a la “desafección” creada por el Ejecutivo con su electorado muy particularmente. Aguirre cree que no se ha cuidado ese frente. Y no es una idea suya en exclusiva. Otros dirigentes autonómicos, como Luisa Fernanda Rudi, que tuvo el valor de decírselo a la cara, han alertado a Rajoy de que el PP “cae ahora antipático”.
Desde la dirección del PP ya hay dirigentes que cuestionan, aún en el anonimato, el comportamiento de ministros como Cristóbal Montoro durante toda la legislatura por las formas y la “falta de piel” con que se han presentado las principales reformas económicas. Otros barones regionales, como han hecho desde Castilla y León el presidente Juan Vicente Herrera y sus portavoces, han reprochado una actitud similar a ministros como José Manuel Soria.
El presidente ha hablado con muchos ministros y dirigentes del partido estos días, ha escuchado sus opiniones, sus ideas y sus propuestas, pero no ha compartido con ellos ningún nombre. El diagnóstico sí parece claro: al Gobierno y al PP le ha faltado comunicar mejor y conectar más con los ciudadanos normales, con la clase media y con el votante propio, que lleva ya más de un año enviándoles avisos de su malestar con su abstención en varias votaciones.
A Rajoy, además, no le gusta nada que le manejen su agenda, sus tiempos ni su capacidad de reacción. Solo modifica sus hábitos ante causa de fuerza mayor. La composición de su Gabinete, de su equipo en el PP y la fecha de las elecciones generales son de su única competencia. Es lo que repiten sus colaboradores más próximos. Este miércoles hizo gala de manera muy evidente de que solo él administra su agenda. No hay cuaderno azul de Rajoy. Lo tiene todo en la memoria.
Jornada apretada
A las 9.00 fue al Congreso y cumplió con la sesión de control al Gobierno. Respondió con sorna al líder de IU, Cayo Lara, que le agradecía que le dijera cuándo iba a producirse la remodelación, y endureció el tono con Pedro Sánchez. Regresó al despacho, asistió a las 12.00 al patronato de la Fundación Carolina y se quedó una hora para despachar con el rey Felipe VI. Retornó a su residencia en La Moncloa para almorzar con su esposa y empleó la tarde en sus asuntos, de los que no se dio ningún tipo de información pública.
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