Lágrimas en el último pleno municipal
Los discursos de despedidas copan las sesiones de final de mandato de los Ayuntamientos
Lo que ocurrió en muchos Ayuntamiento españoles este miércoles fue para llorar, pero de emoción. Los plenos de la última sesión del mandato que expira se convirtieron en andenes de partidas lacrimógenas para muchos munícipes con fecha de caducidad política vencida o cuya vocación pública ha sido truncada por las urnas. El sábado se constituyen los nuevos Ayuntamientos y, en la mayoría de casos, se abre un nuevo tiempo con otras caras y modos.
En su adiós, la hasta ahora alcaldesa de Madrid, Ana Botella, se atragantó varias veces durante su discurso (“con la emoción propia del momento”), en el que valoró como “una de las cosas más gratificantes” de su vida haber sido regidora de la capital de España. “Me siento orgullosa pese a que el mandato ha sido como una montaña, muy complicado”, confesó con un nudo en la garganta, casi a punto de soltar la lágrima.
Botella, que dedicó las primeras palabras de su última intervención al concejal socialista Pedro Zerolo, fallecido el martes, consideró un privilegio haber sido la alcaldesa “de todos los madrileños” y cerró su tiempo con un “muchas gracias por todo y hasta siempre”.
Antes, había repartido parabienes a sus concejales, los del PP, y contemporizado con el socialista Jaime Lissavetzky, al que comentó: “Cómo no vamos a disentir, sería terrible que no hubiéramos disentido, hubiera sido un problema si no hubiéramos disentido”. Incluso condescendió con Ángel Pérez, de Izquierda Unida, al que dijo que “es de esas personas que crea buen ambiente”, aunque enseguida subrayó en fosforescente que no coincidían “en nada”. O en algo: “Coincidimos en que hay vida después de la política”.
Su homóloga Rita Barberá, en cambio, lejos de aparcar diferencias en su última comparecencia como alcaldesa de Valencia, endureció el gesto y envidó sugiriendo que su fin al frente del Ayuntamiento que ha presidido durante 24 años está por llegar. “Eso del último pleno, ya se verá”, respondió a las preguntas sobre su despedida. Barberá aseguró que “desde el primer día” (tras su catástrofe en las urnas) ha estado reuniéndose tanto con Ciudadanos como con el PSPV-PSOE “por separado” y que todavía están las posibilidades abiertas.
La alcaldesa en funciones de Valencia, con el lagrimal muy seco, sí concedió la palabra al concejal Amadeu Sanchis, de Esquerra Unida, cuyo partido estará ausente en el nuevo Ayuntamiento al no haber obtenido representación en las elecciones del pasado 24 de mayo. Sanchis fue muy aplaudido en sus palabras de despedida y de agradecimiento, y sobre ese eco Barberá manifestó su “gratitud como alcaldesa, en nombre de todos los valencianos” a los concejales salientes. “Que sepan que han entrado en la historia de Valencia”, concluyó, como si dictara para esculpir en mármol.
En Barcelona, sucedió lo nunca visto. Más de la mitad de los concejales del Ayuntamiento, 26 de 41 (el 63%) se despidió en el último pleno del mandato, oficialmente de actas y despedidas, pero conocido como el pleno de la lágrima. Una sesión en la que mandó la cordialidad y los agradecimientos y la discrepancia se dejó de lado. También fue el último pleno como alcalde de Barcelona para Xavier Trias, que se mostró abierto a colaborar “para que la ciudad no se paralice”.
Entre los que se marcharon hubo caras muy veteranas en la casa, como el convergente Joan Puigdollers, la socialista Assumpta Escarp, el republicano Jordi Portabella, el ecosocialista Ricard Gomà o el popular Alberto Villagrasa. A subrayar también el caso de Quim Mestre, que abandonó el grupo de ICV para integrarse en la lista de Jaume Collboni.
Trias tomó la palabra al final del pleno para recordar la pasión con la que ha vivido sus cuatro años como alcalde y la generosidad de los grupos que le han ayudado gobernar con acuerdos puntuales, sobre todo PP, PSC y ERC. El alcalde también se despidió personalmente, con unas palabras, a cada uno de los concejales (los de CiU y los de la oposición) que se marchan. Trias apeló finalmente “a la responsabilidad de todos, Gobierno y oposición” para trabajar por las potencialidades de Barcelona.
En total, CiU pierde cuatro concejales; del PSC se van nueve, tras pasar de 11 a cuatro; el PP pierde seis de sus nueve ediles, los que se despidieron más emocionados; de ICV, que tenía cinco, solo repite Janet Sanz, ahora integrada en Barcelona en Comú; por último, del grupo Unitat per Barcelona se marchan los dos representantes.
El más veterano de los que se despidieron fue Joan Puigdollers, tras 28 años en la casa. Solo con tanta trayectoria podía acordarse de una figura como la de Pitu Marull, el primer gerente del Ayuntamiento. Puigdollers arrancó sonrisas al afirmar que podría hacer un “tratado de cómo hacer oposición en la ciudad”: “Lo he sido 24 años”, dijo y reivindicó que las ciudades se hacen desde los gobiernos pero también desde la actitud de la oposición. Y como ejemplo, puso “el consenso olímpico durante los Juegos Olímpicos”.
Otro de los alcaldes que desparece del paisaje es el de San Sebastián. Juan Karlos Izagirre, anunció hace unos días embargado por la emoción que dejaba el Ayuntamiento tras la derrota sufrida por la candidatura de EH Bildu (perdió 4.000 votos) que había encabezado el 24 de mayo. Izagirre no liderará el grupo en la oposición y cede su puesto a Ricardo Burutaran, anterior responsable de Urbanismo. El alcalde en funciones, como Botella, también está convencido de que hay vida más allá de la política. “No voy a recoger la credencial de concejal. Vuelvo a Osakidetza, a mi puesto como médico. Y volveré al mundo de la cooperación como médico”, dijo con ojos húmedos.
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