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La corrupción acelera la división del Partido Popular valenciano

Aumentan las voces para que Alberto Fabra acelere la renovación del partido

El presidente del PPCV, Alberto Fabra, la noche del 24 de mayo.
El presidente del PPCV, Alberto Fabra, la noche del 24 de mayo. Kai Försterling (EFE)

La detención el pasado viernes por corrupción del delegado del Gobierno Serafín Castellano ha acelerado la división del PP valenciano. Los presidentes provinciales de Valencia, Vicente Betoret, y de Alicante, José Ciscar, consideran que la decisión de Alberto Fabra de no presentarse a la reelección en el próximo congreso regional es insuficiente y apuestan por acelerar el proceso de renovación del partido antes, incluso, de las próximas elecciones generales.

Alberto Fabra, presidente en funciones de la Generalitat y del PP regional, anunció el pasado martes que no optaría a la reelección en el próximo congreso. Fabra expresó no obstante su intención de pilotar la transición y ejercer la función de jefe de la oposición que le han otorgado los electores, al menos, hasta pasar las elecciones generales para dotar de estabilidad a las estructuras del partido en la Comunidad Valenciana.

Sin embargo, el malestar de los alcaldes y portavoces municipales es tan grande que los barones de Valencia y Alicante se han comprometido a trasladar a la cúpula regional la petición de que se celebre un congreso extraordinario. Una demanda con pocas posibilidades de prosperar ya que Génova no quiere ni oír hablar de abrir el debate interno antes de tiempo.

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En ese contexto, la batalla que ahora libran los populares valencianos es por definir cuáles son los rostros que tendrán más protagonismo de cara al debate suceso río. La primera decisión importante a tomar será la composición del equipo de dirección del grupo parlamentario.

Los sectores más críticos reclaman que Fabra de un paso atrás y no de la réplica en el debate de investidura a la presidencia de la Generalitat al candidato socialista Ximo Puig. Una medida que ha ganado fuerza después de la detención de Castellano, que fue nombrado por Fabra secretario regional del PP en el congreso de 2012 y destituido y promocionado como delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana en 2014 después del fracaso de los populares valencianos en las elecciones al Parlamento Europeo.

Para sustituir a Fabra en el primer debate de importancia de la nueva legislatura suenan varios nombres: el de la portavoz del Gobierno Valenciano, María José Català; el de la coordinadora regional del PP, Isabel Bonig: el de la exeurodiputada y recién elegida diputada autonómica Eva Ortiz; y, en menor medida el de Vicente Betoret, presidente provincial de Valencia en sustitución de Alfonso Rus, apartado también del PP por corrupción.

El problema estriba en que Fabra sigue siendo presidente regional a pesar de que ya ha anunciado su marcha y que la dirección nacional del partido tampoco tiene la fortaleza suficiente , tras la debacle electoral, como para imponer una solución que no haya sido mínimamente consensuada.

Lo único en lo que parece haber consenso es en que las líneas rojas contra la corrupción que marcó Fabra y que le costaron fuertes críticas internas no fueron lo suficientemente duras como para desvincular a los populares valencianos de la imagen de corrupción. Una cuestión que a la postre los va a desalojar de las instituciones que han gobernado durante lustros con mayoría absoluta.

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