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Rajoy se reivindica al llenar la plaza de Valencia y homenajea a Barberá

Alberto Fabra evita criticar a Ciudadanos porque espera su apoyo para seguir gobernando en minoría la comunidad valenciana

Javier Casqueiro
Rajoy y Fabra durante el mitin que el PP ha celebrado este jueves.
Rajoy y Fabra durante el mitin que el PP ha celebrado este jueves. J. C. Cardenas (EFE)

El mensaje esta tarde noche en Valencia era llenar la plaza de toros. Una tradición para el PP, desde los mejores tiempos electorales de José María Aznar al frente del partido. Es una demostración de fuerza y poderío que los líderes nacionales populares tienen que pasar en todas las campañas electorales. El PP llenó este jueves el coso valenciano, con entre 12.000 y 15.000 simpatizantes, y Mariano Rajoy y Alberto Fabra y hasta Rita Barberá respiraron un poco más tranquilos de cara a la respuesta que puedan obtener el domingo en las urnas. Rajoy utilizó su discurso para respaldar abiertamente sobre todo a Barberá, muy cuestionada en esta campaña tras 24 años en la alcaldía, algo a Fabra y un poco a su propia gestión de la crisis en toda España.

La comunidad valenciana, junto a la madrileña, se han convertido por razones paralelas en un símbolo para el PP de otros tiempos, cuando se acumulaban casi sin esfuerzo mayorías absolutas casi como se despachaban casos de corrupción sin apenas penalización ni política ni judicial. Otra época.

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El PP valenciano sueña desde hace tiempo para ahora con una simple victoria, más votos que sus rivales y un resultado digno, en torno al 32% o 35% de los votos, algo más de 40 escaños, 15 menos que actualmente y muy por debajo de las holgadas mayorías absolutas acostumbradas. Una suma que les permita gobernar en minoría si Ciudadanos, para el que se espera una buena cosecha, concede sobre todo a Fabra más que a Barberá conformar su primer ejecutivo real sin ataduras tras la dura y convulsa etapa heredada de Francisco Camps.

Rajoy y Fabra han vivido y sufrido realidades paralelas estos años. Tienen un perfil político y personal similar y una sintonía formada por haber superado parecidos padecimientos, tanto en casos de corrupción internos en el partido como en recortes y escasez económica para el funcionamiento de sus ejecutivos. Rajoy tardó, sin embargo, en nominar candidato en la comunidad valenciana a Fabra y nunca se explicaron bien las razones.

La corrupción que ha anidado estos años en el PP valenciano, sin embargo, no se mencionó nada en el mitin central de la plaza de toros. Ni una sola palabra. El acto fue una fiesta, con música, y las habituales arengas de Barberá, que enardecen a sus bases. Barberá relató los pormenores de “la campaña distinta y singular” que dice haber sufrido como “la más sucia, ruin y vergonzante” porque también le han salpicado ahora en plena campaña varios escándalos.

La alcaldesa de Valencia, que es ahora la única representante del antiguo PP valenciano, no se corta en atacar al “batiburrillo” de sus rivales, algo que no agrada a Fabra, que espera poder gobernar y seguir su labor de limpieza con el apoyo de formaciones emergentes como Ciudadanos. Barberá se agarró incluso a los piropos a Valencia del actor George Clooney para apuntar que a lo mejor le nombra embajador de la ciudad.

Fabra usó otro tono. Fue más Rajoy. Eso sí, adquirió algunos compromisos. Confesó lo mal que lo ha pasado estos años, sobre todo económicamente, y prometió que no se volverá a presentar si no logra del Gobierno de Rajoy un sistema de financiación más justo para la comunidad valenciana. Se metió un poco con la socialista Susana Díaz, que visitaba esta jornada Alicante por la inestabilidad generada en su territorio, imaginó caóticamente un Consell de Gobierno formado por todo tipo de partidos de izquierda y radicales para deleite en abucheos de los presentes y se dirigió, fundamentalmente, a los votantes fugados del PP. Fue el discurso más largo, sentido y directo de un dirigente del PP relevante hacia los desencantados: “Quiero decir que sus exigencias nos han hecho mejores, vuestro descontento es nuestra preocupación”. Fabra agradeció incluso ese voto crítico y esas dudas y empeñó su palabra en trabajar los próximos cuatro años si gana en darle razones a los votantes populares que ahora piensan decantarse por otras opciones para que regresen de nuevo “al mejor PP de todos los tiempos”.

El presidente del PP insistió en su defensa de la labor de Barberá

Rajoy se volcó desde el primer minuto en halagar y llenar de elogios la figura de Rita Barberá. El PP sabe que el Ayuntamiento de Valencia está por primera vez realmente en peligro desde que ganó esa plaza en 1991. Es consciente de que la figura de Barberá ha sufrido desgaste y ha renovado poco o nada su equipo. Rajoy no solo piropeó a Barberá como “la mejor alcaldesa que merece Valencia” sino que la consideró a ella la responsable de la transformación que ha situado a esa ciudad “como ninguna” y “a todos los que te acompañaron también”, en alusión indirecta tanto a su exvicealcalde Alfonso Grau y a Alfonso Rus, exvicepresidente provincial del partido y de la Diputación, ambos inmersos en casos de corrupción y dimitidos de sus cargos.

El presidente del PP insistió en su defensa de la labor de Barberá porque entiende que a la actual alcaldesa los valencianos la quieren “y no a los que te acosan, insultan y mienten”, a los que descalificó como “una pandilla y una sopa de letras”. De Fabra elogió su valor y coraje por no arrugarse y asumir el encargo de relevar a Camps y gestionar la comunidad en los peores momentos de la crisis, “darle la vuelta al marcador” en la región y ponerla de nuevo “como un tiro” entre “los mejores baluartes” de España y de Europa.

El líder popular ensalzó al final como hace a diario la importancia del PP “por sacar las castañas del fuego” y “sacar por dos veces a España del pozo en el que la habían sumido los socialistas” pese a no ser perfectos: “Perfectos no somos, son los demás, esa suerte tienen, pero el PP es el refugio del sentido común y la cordura, después de lo que estamos viendo en toda España, particularmente en esta campaña. Somos el partido de España y de la Constitución”. Ideas que esta noche en Valencia culminó, antes de vibrar ante los más de 12.000 valencianos cantando a coro el himno, con una nueva y particular definición de España: “Un país de los mejores del mundo y desde luego el nuestro. Un gran país. Hemos tenido una crisis, bueno muy bien, pero la estamos superando”.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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