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Iglesias y Rivera pugnan por liderar el cambio político

Ambos líderes enfrentan sus proyectos para capitalizar la renovación

Los líderes de las formaciones emergentes, Pablo Iglesias y Albert Rivera.
Los líderes de las formaciones emergentes, Pablo Iglesias y Albert Rivera. carlos rosillo / raúl caro (efe)

Podemos y Ciudadanos, las dos formaciones que según todas las encuestas romperán el modelo bipartidista de PP y PSOE, han entrado en una fase de abierto enfrentamiento. Los dos partidos se disputan el control del cambio político del que han hecho bandera. Cuando falta un mes para las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo, Pablo Iglesias y Albert Rivera endurecen el tono para atribuirse la autenticidad del mensaje de renovación. Ambos quieren ser decisivos, y, en este contexto, no solo marcan distancias, sino que fijan estrategias distintas para condicionar el voto y determinar los equilibrios del tablero político.

En una tribuna que publica hoy EL PAÍS, el secretario general de Podemos critica —sin poner nombre a su blanco— el programa de Ciudadanos, calificándolo de “plan renove, con leves cambios de caras y con medidas cosméticas alineadas con el discurso de recuperación del Gobierno”. Rivera, por su parte, le lanzó ayer un reproche desde la convención municipal de su formación. “Nosotros no nos erigimos en líder de la oposición antes de empezar el partido. Seremos lo que quieran los españoles”, enfatizó.

Los dos líderes aún no se han medido en un debate público

Los votantes, según reflejan los estudios de opinión, quieren que el mapa tradicional de partidos cambie. En este escenario, Podemos y Ciudadanos ya han entrado en un choque sobre el alcance que debería tener esa renovación. Mientras Iglesias y los suyos, que aún no han presentado un programa marco para las autonómicas pero ya han moderado algunas de sus medidas económicas, rebajan las aspiraciones de Rivera a un “recambio”, este apela a un “cambio sensato”. “Invitamos a Podemos a que se sumen a un cambio sensato y que propongan cosas razonables dentro del marco constitucional y europeo y les invitamos también a un debate para debatir nuestras propuestas”, señalan fuentes de la dirección de Ciudadanos.

Fijar posiciones

EL PAÍS

Si Ciudadanos ha presentado paulatinamente su proyecto económico y ha fijado posiciones en torno a cuestiones de diversa índole, Podemos, que presentará pronto su programa, aún no ha abierto el debate ni tiene una postura oficial sobre el modelo de Estado o modelo territorial, por ejemplo.

Ayer se lo recordó al partido de Pablo Iglesias un veterano dirigente socialista. El presidente de Asturias, Javier Fernández, se refirió a Podemos para apremiarles a que tomen posición en asuntos como la cuestión territorial, la energía, la Constitución o —en el caso del Principado— en asuntos como la oficialidad del asturiano, y que “no pase por aquello de ‘lo que diga la gente”.

En un acto de Juventudes Socialistas de España, Fernández considera que esta formación ha pasado “del radicalismo antisistema a la socialdemocracia moderada”. Así, echa en falta “algún planteamiento difícil y complejo que no pase por aquello de lo que diga la gente”, informa EP.

“Liderar no consiste en la asamblea permanente, ni pasa por ir detrás de los sondeos de opinión o aceptar acríticamente lo que un colectivo diga o lo que otro plantee”. “Liderar es tirar coraje”, añadió Fernández.

No obstante, la cercanía de los comicios autonómicos, tras los que deberá imponerse un diálogo profundo entre las distintas fuerzas, y la voluntad de evitar Gobiernos del PP ha llevado a los estrategas de Podemos a trasladar mensajes de responsabilidad institucional. Es decir, la formación de Iglesias quiere demostrar no solo que puede impulsar un cambio sino que puede hacerlo con responsabilidad, y en eso se empleará el comité de campaña, encabezado por el número dos del partido, Íñigo Errejón, quien desempeña un papel clave en este contexto.

En cualquier caso, el impulso experimentado por el partido de Rivera en los últimos meses no deja de preocupar a los dirigentes de Podemos. Los dos partidos se mueven en espectros políticos distintos, pero ambos aspiran a ser transversales y a condicionar la política que viene. Y, mientras el partido de Rivera se encuentra en plena fase de ascenso en los sondeos, el de Iglesias reconoce que ha sufrido un estancamiento y confía en recuperar fuelle durante la campaña electoral, haciendo hincapié en el contacto directo con la calle y los simpatizantes.

A pesar de estas circunstancias, y de un hipotético empate cuádruple en algunas plazas, el líder de Podemos siempre ha rechazado admitir que el presidente de Ciudadanos pueda ser un adversario. De hecho, pese a que Rivera le haya retado en más de una ocasión a celebrar debates televisivos, el profesor de Políticas siempre ha declinado la oferta. ¿Por qué? Porque, al menos hasta ahora, no encajaba con su estrategia de autoproclamarse jefe de la oposición y dirigir sus ataques al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y, en menor medida, al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez

En cualquier caso, la probable correlación de fuerzas tras el 24-M obligará a todas las formaciones a medirse antes de las elecciones y a dialogar después. Ya se ha visto en Andalucía, donde la fragmentación del Parlamento regional está siendo el primer banco de pruebas de estas nuevas relaciones entre partidos, en las que priman las exigencias de regeneración.

Podemos se apuntó el tanto de haber logrado la renuncia de los expresidentes andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán, señalados en el caso de los ERE. Rivera pidió ayer a la presidenta de la Junta, la socialista Susana Díaz, que el compromiso de esa marcha quede por escrito. La líder del PSOE andaluz pretende formar Gobierno con el apoyo implícito del mayor número de fuerzas. Pese a eso, las resistencias de Ciudadanos en Andalucía podrían dificultar el diálogo con los socialistas en otras comunidades a partir de junio. Cada partido hace sus cálculos. Y todos se preparan a competir, y a hablar, con todos.

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