Sabino Arana, 150 años
Del "Bizkaia por su independencia" sabiniano hemos pasado a un "Euskadi por su bienestar"
El centenario de la muerte de Sabino Arana en 2003 tuvo lugar en tiempo de tormenta, con ETA en plena ofensiva y con el plan Ikbarretxe doblando el golpe en busca de un Estado asociado como prólogo de la independencia. Ahora el 150º cumpleaños de su nacimiento se enmarca en una situación mucho más placentera. ETA esta ahí, remite comunicados en defensa de su programa independentista y denunciando la opresión del Estado español, pero ya no mata ni cuenta en el panorama político, salvo para exhibir el tema de los presos.
El fracaso del plan Ibarretxe, el fin de ETA y el papel desempeñado por los ingresos del concierto, han aclarado las ideas del PNV de Urkullu, bien diferente por ahora del patroneado por Arzalluz
Bildu se mueve en la misma línea insistiendo en que Euskal Herria necesita ser independiente y que el camino emprendido por Cataluña es muy positivo, mientras presiona como por alterar la memoria histórica. Nada nuevo bajo el sol. Y por su parte, el PNV disfruta de la relativa bonanza económica y, demasiado consciente de lo que para la misma representa el concierto económico, prefiere no alterar el equilibrio logrado. Su rival en el gobierno de los “territorios históricos” es Bildu y por eso abiertamente rechaza cualquier aventura y apuesta por el balance de su propia gestión. Eso sí, la finalidad última no ha desaparecido, de manera que Ortuzar sigue hablando de la nueva estrella en la UE y Urkullu del nuevo estatus político que trata de presentar sin éxito a Rajoy.
Del “Bizkaia por su independencia” sabiniano hemos pasado a un “Euskadi por su bienestar” que hubiese puesto los pelos de punta al fundador, lo mismo que el hecho de que las más fervorosas palabras en homenaje suyo corrieran, el día del Aberri Eguna, a cargo de una militante euskaldún pero de apellidos españoles. El fracaso del plan Ibarretxe, el fin de ETA y el papel desempeñado por los ingresos del concierto, han aclarado las ideas del PNV de Urkullu, bien diferente por ahora del patroneado por Arzalluz.
Urkullu olvida las huidas hacia adelante de sus predecesores (Imaz excluido) y si todo le sale bien en las próximas elecciones, podrá confirmar una duradera hegemonía de su partido en Euskadi
Ha jugado y juega con una ambigüedad moralmente condenable en el tema de la memoria histórica y de la reconciliación nacional, con la ayuda impagable de Jonan Fernández, pero es preciso reconocer que esa forma de olvido era mayoritariamente apoyada por la comunidad nacionalista, e incluso por una mayoría de la sociedad muchos de cuyos miembros no fueron un modelo de heroísmo durante los años de plomo. Juiciosamente Urkullu olvida las huidas hacia adelante de sus predecesores (Imaz excluido) y si todo le sale bien en las próximas elecciones, podrá confirmar una duradera hegemonía de su partido en Euskadi, más aun cuando el PSOE y sobre todo el PP se encuentran en horas muy bajas.
En buena medida, es una vuelta atrás, como cuando en torno a 1917, la construcción nacionalista avanzaba de acuerdo con unos intereses económicos muy concretos, mientras el fondo sabiniano seguía alentando un discurso siempre igual a sí mismo de protesta esgrimida los defensores de “la pureza doctrinal”.
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