Condenados dos policías nacionales a tres años de cárcel por torturas graves
Simularon la 'ejecución' de un detenido, con tres disparos sin bala en la sien
El inspector de la Policía Nacional Víctor G. F., de 39 años, y el subinspector Javier Joaquín A. B., de 37, han sido condenados a tres años de prisión, cada uno, por un delito de torturas graves y una falta de lesiones. La Audiencia de Palma considera probado que maltrataron y simularon la ejecución de David, un detenido. Por tres veces, Víctor cargó y disparó en seco, sin bala, una pistola en la sien de la víctima. A Javier Joaquín se le castiga torturas graves "omisivas", por una actitud pasiva durante parte las agresiones de su jefe.
Los hechos ocurrieron en los sótanos de la Jefatura Superior de Policía de Palma, en agosto de 2009, después de que un grupo de agentes, fuera de servicio, tuviera un altercado, de noche, en una sala de fiestas de Palma. Cargados de copas pretendieron tomar una represalia personal —"leerle la cartilla", decían— a David, al que atribuyeron haber herido en la mano a un compañero. Le ordenaron ponerse de rodillas, le patearon en la nuca, le tiraron al suelo y le colocaron un pie sobre la cabeza.
Los dos funcionarios han reconocido parcialmente los hechos e indemnizado con 45.000 euros al agredido, por los que son merecedores de los beneficios de reducción de pena, la circunstancia atenuante de reparación del daño. La condena impuesta es la que solicitó el fiscal que negoció, antes de la vista, un pacto de conformidad por confesión que no cuajó al descolgarse del acuerdo una de las dos defensas. A los dos policías les impone, además, la inhabilitación absoluta por nueve años y dos meses de multa, de seis euros día.
La sala toma como testimonio de cargo el relato "esencialmente veraz, coherente y persistente" de David. "Te voy a pegar un tiro y diré que ha sido en defensa propia", le advirtió el inspector. "Te voy a pegar un tiro a ti, a tu mujer y a tu hija", redundó cuando el torturado lloraba y pedía clemencia. La sentencia, que es recurrible ante el Tribunal Supremo, indica que los autores de las torturas buscaron su impunidad en un sótano, fuera de las miradas de particulares, manipulando el atestado por el que se había conducido y sometido a custodia el agredido.
"Te voy a pegar un tiro y diré que ha sido en defensa propia", le advirtió un inspector al detenido
Un subinspector de servicio frenó, "en ejemplar comportamiento", señala la Audiencia, que continuara el acto represivo de menoscabar la dignidad personal y la integridad física de una persona. El policía acudió al sótano de comisaría al oír gritos y voces, detuvo y esposó a su superior, el inspector Víctor G. F., que estaba sentado sobre el detenido al que golpeaba sin parar mientras permanecía tendido en el suelo y con los grilletes puestos.
Los policías reos estuvieron 40 días en prisión en 2009 y fueron suspendidos cautelarmente. La fiscal les recriminó en la vista por su "verdadera barbaridad". Y la magistrada ponente y presidente de la Sala, Francisca Ramis, comentó: "Se me cae la cara de vergüenza, como ciudadana", por el retraso policial en investigar y denunciar los hechos, y las manipulaciones de atestados y versiones de testigos.
Al David le quedó, durante un tiempo, el rastro del simulacro de ejecución sin fuego real. Estuvo de baja por las heridas y en tratamiento psicológico. En la sien le aparecieron tres improntas por la presión de la boca de la pistola sobre la piel. El agente Joaquín Javier A. B., titular del arma, limó la punta del cañón para enmascarar la investigación de lo ocurrido.
Un policía clamó en el juicio por la lealtad del CNP, divisa de la academia. La juez replicó que en un sistema democrático la policía no funciona como "una secta". El letrado del inspector Víctor G. F. asumió en su informe que su defendido hizo un acto "execrable, denigrante, de provocación", pero negó que apretara el gatillo en seco.
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