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Críticas internas a la cúpula de Podemos por su férreo control

La dirección del partido encara las campañas autonómicas con una estrategia centralista

Francesco Manetto
De izquierda a derecha, Bescansa, Errejón, Iglesias, Ubasart y Pascual, en la rueda de prensa de Podemos en Madrid, en enero de 2015.
De izquierda a derecha, Bescansa, Errejón, Iglesias, Ubasart y Pascual, en la rueda de prensa de Podemos en Madrid, en enero de 2015.CARLOS ROSILLO

La campaña de las elecciones andaluzas, la primera que afronta Podemos desde las europeas de mayo pasado, evidencia el control que la dirección nacional del partido busca ejercer en el territorio y también con vistas a las primarias electorales que se celebran a finales de mes. Control de la organización y control sobre muchos de los mensajes, supervisados por un equipo encabezado por Íñigo Errejón, Secretario de Política, y Carolina Bescansa, responsable de Análisis Político y Social de la formación de Pablo Iglesias.

La candidata a la Presidencia andaluza, Teresa Rodríguez, desempeñó un papel importante en los inicios de Podemos y se enfrentó al grupo de fundadores en la asamblea constituyente. Representa un contrapoder interno, y logró que la formación presentara una lista unitaria. Fue la única concesión de la cúpula, puesto que, según reconocen en la formación, Iglesias y los suyos intentan ejercer ese control para suavizar las contradicciones a las que se enfrenta esa candidatura. Rodríguez, vinculada a Izquierda Anticapitalista, tiene un perfil que casa difícilmente con la imagen de “transversalidad” que quiere ofrecer la dirección de Podemos.

Todo por evitar el pinchazo

Podemos ha elegido para celebrar el mitin de cierre de su campaña electoral andaluza el velódromo de Dos Hermanas (Sevilla), uno de los escenarios históricos para los actos de los socialistas andaluces. Tras constatar que, pese a la presencia de su líder, Pablo Iglesias, el partido no logró el pasado sábado llenar la plaza de la Merced de Málaga, la organización se ha volcado ahora en las redes sociales y muchos círculos han organizado autobuses para lograr una asistencia de 18.000 personas y evitar un pinchazo final.

Ese será también su mantra con vistas a las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo. No obstante, la celebración de comicios regionales en 13 comunidades complica los planes de la cúpula, que se verá obligada a delegar. Podemos aún no se ha constituido como fuerza política organizada en Andalucía, porque la convocatoria de elecciones obligó a adelantar las primarias. No tiene, por tanto, una ejecutiva autonómica que pueda supervisar el proceso.

El partido sí tiene órganos de dirección en el resto de autonomías, aunque en ese caso el núcleo de máxima confianza de Iglesias se reduce a los dos andaluces -Sergio Pascual y Auxiliadora Honorato-, a la valenciana Àngela Ballester, a la eurodiputada asturiana Tania González y a la catalana Gemma Ubasart, integrantes del Consejo de Coordinación. Y solo esta última tiene cargo de secretaria general autonómica. El resto de líderes territoriales, aunque la mayoría pertenece al grupo de afines a la cúpula nacional, deberán, por tanto, coordinar sus mensajes con Madrid, donde la dirección no ha abierto todavía un debate sobre temas centrales como el modelo de Estado o la cuestión territorial.

Mientras tanto, comienzan a perfilarse nuevas corrientes críticas que cuestionan los criterios del aparato. Ángel Gimeno, antiguo consejero del PSOE en Aragón, es uno de los inscritos que en las primarias electorales de la Comunidad de Madrid se enfrentará a la lista oficialista, encabezada por José Manuel López.

“Todos los miembros de Podemos son libres para votar a quien les parezca; pero recomiendo no votar nunca una lista del aparato, de Madrid ni de ningún lugar”, defiende Gimeno, puesto que “estar en el aparato y en la Comunidad o en el aparato y el Ayuntamiento es volver a las malas prácticas y defender intereses de aparato en lugar de los de los ciudadanos”.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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