“Estuve muy solo dentro y fuera, pero la política es así”
El ex secretario general del PSOE vive sosegado su nueva vida como profesor de Química
Dice usted que se fue para que el PSOE recuperara el derecho a ser escuchado. Yo sabía que sobre mí iba a pesar la llamada herencia recibida. Rajoy tardó menos de un mes en invocarla. Lo que no me imaginé es que la crisis se intensificara en 2012 y 2013.
¿Qué no le perdonaron los suyos y los adversarios? Hubo gente que no aceptó el resultado del Congreso de Sevilla; creían que iban a ganar y se encontraron con que habían perdido. Me pasaba respondiendo, en ruedas de prensa, a compañeros que pedían primarias. Pero lo que pedían era que me fuera, pero no se atrevían a pedirlo así porque habían perdido en el Congreso.
Cuando te vas has de optar entre dos alternativas: la digestión o la fermentación. Preferí digerir”
Y se fue, se jubiló. Hay quien se jubila porque no tiene ideas; yo me jubilé porque no tenía posibilidades de llevar las ideas a la práctica.
¿Qué sensación le produjo ese túnel en el que vivió? Soy un luchador tenaz, un peleón; tengo fama de ser un negociador infatigable. Así que peleé, me esforcé, pero al final sencillamente no podía. Y me fui. Era lo mejor para mi partido.
¿Le sorprendió tanta animadversión? En política estás preparado para que los de enfrente te ataquen. Pero siempre llevas peor los ataques de la retaguardia. Pero no me sentí acosado. Si acaso a veces me sentí solo dentro y fuera, pero la política es así.
¿Cómo es usted en soledad? Reflexivo. En 2008 le pedí a Zapatero salir del Gobierno; quería hacer una transición suave, como la de los buzos al salir a la superficie. Pero seguí. Así que pasé casi seis años en Interior y dos años y medio al frente de un partido socialista muy herido. Fue duro. El balance de Interior me parece positivo: conseguimos, con José Luis de Presidente, el objetivo final, que era acabar con la violencia.
Un éxito que ha quedado opaco. El final de ETA es el final de la lucha de mucha gente y es un triunfo de la democracia. Tuve la oportunidad de ser el Ministro que le puso un candado a la violencia. Me parece que fue Savater quien dijo que era “la última asignatura de la Transición”.
La Transición. La llaman Régimen. Régimen, con mayúsculas, no hay más que uno: el franquista. Fue el paso de la dictadura a la democracia. Y salió bien. Un resumen arquitectónico: la Transición puso las vigas maestras de nuestro edificio democrático.
¿Y después? Fuimos construyendo el edificio. Ahora, con el paso del tiempo, ha aparecido la fatiga de los materiales; hemos visto descuidos imperdonables de los gestores del edificio, puede que incluso algún problema de diseño, imposible de predecir hace 35 años. El edificio tiene grietas, algunas profundas. Sólo un irresponsable miraría para otro lado. Y sólo un insensato ordenaría tirar todo el edificio.
Se deduce de lo que propone Podemos al hablar del régimen del 78… Podemos dice parte de lo que la gente dice y piensa. Competir con ellos no es fácil. Hay quien piensa que se trata, únicamente, de confrontar propuestas. Cuidado: muchos les votan no por sus propuestas sino porque no quieren votar a ningún partido. Son un partido antipartidos. Como leí el otro día: hay ciudadanos que irán a las urnas con el voto de Podemos entre los dientes.
¿Cuál es ahora su estado de ánimo? Sosegado. Agradecido por el afecto que mucha gente puso en mí. De alivio. Cuando me levanto pienso en lo que no tengo que hacer. Lo que no tengo que leer ni escuchar, a quien no tengo que ver, y me voy contento a la Universidad. Todavía estoy en la fase de alivio: tomé una decisión. Sé que cuando te vas has de optar entre dos alternativas, que por cierto son muy químicas: la digestión o la fermentación. Preferí digerir. He visto a algunos fermentar y se pasa muy mal.
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