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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Abstencionistas

En unas elecciones corrientes, la abstención no cuenta, pero en un referéndum sí

Manifestación por las calles de Barcelona para apoyar la consulta catalana del 9-N.
Manifestación por las calles de Barcelona para apoyar la consulta catalana del 9-N.Carles Ribas

Cerca de dos millones de catalanes votaron el 9-N a favor de la independencia y unos cuatro millones se abstuvieron. En unas elecciones corrientes, la abstención no cuenta, pero en un referéndum es un dato relevante, especialmente si lo que está en juego es algo tan traumático e irreversible como la secesión de una parte del país.

Por eso la resolución del Tribunal Supremo de Canadá sobre Quebec habla de “mayoría clara” para dar validez al resultado; y por eso también, en referendos como el de Montenegro en 2006 la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) estableció como condición de validez una participación mínima del 50% del censo (y una mayoría a favor del 55%).

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En Cataluña, ha votado el 37% de un censo de 6,2 millones. Que ocho de cada diez participantes (1,8 millones) lo haya hecho a favor de un Estado independiente refleja la fuerte movilización de ese sector, pero eso no les convierte en mayoría, como ocurriría en unas elecciones legislativas. Suponen un tercio del censo.

Cuando dos de cada tres electores potenciales se han abstenido, sería temerario considerar que la votación legitima una declaración de independencia o siquiera la celebración de la “consulta decisiva” reclamada por Artur Mas a la vista de los resultados. Pues si se trataba de “recoger la opinión de los ciudadanos” sobre la independencia, como se nos vendió, y no de decidir sobre ella, la prueba ya está hecha: por el momento, no hay ni de lejos una mayoría social suficiente para dar el siguiente paso hacia la secesión, cualquiera que sea.

Hay que tomar en consideración las demandas de esa fuerte minoría políticamente activa, pero sin prescindir de la mayoría que se ha expresado mediante la abstención. Lo contrario sería contradictorio con la pluralidad constitutiva de la sociedad catalana. En 1992 se celebró un referéndum de autodeterminación en Bosnia-Herzegovina. La comunidad serbo-bosnia, que suponía cerca del 40% de la población, en desacuerdo con la separación de Yugoslavia, se abstuvo en masa, pero ello no fue considerado a la hora de sacar consecuencias prácticas del resultado. Con el efecto de favorecer una amplísima mayoría independentista y una inestabilidad que costó miles de muertos.

La abstención en el 9-N ha superado en 22 puntos la media de la registrada en las diez elecciones catalanas

Cuatro millones de abstencionistas supone el 63% del censo, 22 puntos más que la media (41%) de las diez elecciones autonómicas celebradas. Entre esos abstencionistas habrá distintas opciones políticas, pero es seguro que, salvo despiste, no figurarán independentistas. Mientras que, entre ellos, habrá sin duda muchos partidarios del actual sistema autonómico o de un estatus federal que han decidido no participar para no legitimar con su voto una consulta que consideran de y para soberanistas.

Solo eso explica que del 23,4% que, según el sondeo del CEO catalán, son partidarios del Estado autonómico, tan solo el 4,5% hayan votado no a un Estado catalán.

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