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Marruecos implica a sus vecinos y a la UE en las ‘devoluciones en caliente’

España pretende el impulso de esa medida la semana que viene en Tánger Rabat no entiende que la UE no pida los mismos esfuerzos a Argelia

Javier Casqueiro
Jorge Fernández, el pasado día 5 en Ceuta.
Jorge Fernández, el pasado día 5 en Ceuta. JOAQUÍN SÁNCHEZ

España entiende ahora que las “devoluciones en caliente” de los inmigrantes irregulares, sin identificación previa ni puesta a disposición judicial, son la solución a los conflictos registrados estos meses en Ceuta y Melilla para facilitar las readmisiones inmediatas por esas mismas fronteras en cuanto los sin papeles son detectados. Pero Marruecos no lo tiene igual de claro ni quiere ser el único país del Magreb implicado en ese acuerdo. Ni tampoco que la cooperación se circunscriba únicamente a España, sino que pretenden implicar a toda la Unión Europea. Ese es el mensaje que se traslada a los negociadores de la UE estos días, cuando se perfila el acuerdo global entre ambas partes sobre este asunto, pendiente desde hace 10 años.

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El próximo 26 de marzo los responsables de Interior de España y Marruecos se reunirán por primera vez en Tánger en una comisión bilateral para intentar impulsar el artículo 11 del acuerdo de readmisión inmediata de los inmigrantes que se cuelan por las fronteras alambradas o marítimas de Ceuta y Melilla. El ministro español, Jorge Fernández, ya avanzó durante su visita a ambas ciudades que esa sería la principal reclamación a su homólogo marroquí. Han hablado ya de ello en persona, cuando se vieron en París, y lo han comentado por teléfono. Fernández cree que conseguirá ese compromiso.

El Gobierno español no se cansa de repetir que la colaboración actual con Marruecos no puede ir mejor y subraya que si no fuera por el comportamiento ejemplar actual de sus fuerzas de seguridad, la situación en Ceuta y Melilla podría ser mucho más grave. El secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, va a trasladar hoy en Rabat ese agradecimiento a su homólogo marroquí, el ministro delegado Charki Draiss. También se congratularán del éxito de la primera operación conjunta del pasado viernes contra una célula yihadista.

Las autoridades de Marruecos han reforzado sus medios humanos alrededor de ambas fronteras, aunque saben que ese caro despliegue no podrá ser muy prolongado. Están dispuestos a avanzar en el tema de la readmisión inmediata de inmigrantes pero entienden que ese esfuerzo resultaría fútil si no abarca a sus países vecinos. “Estimamos que puede haber unos 40.000 irregulares ahora en nuestro territorio, pero no surgen de la nada, no aparecen ni brotan del subsuelo marroquí, vienen de fuera, de nuestros países vecinos, y no tiene sentido aceptar que si pasan la frontera sean devueltos a nuestros montes o ciudades si en la mayoría de los casos sabemos que proceden de Argelia o Mauritania”, remarcan fuentes marroquíes.

Cuando Marruecos reclama implicación de sus países vecinos se refiere fundamentalmente a Argelia. Y ese es un asunto mayor, de Estado y de alta tensión. Marruecos y Argelia mantienen cerrada su frontera de casi 1.600 kilómetros desde 1994. Hace casi 20 años. Es la mayor frontera bloqueada del mundo. Todo empezó por una reacción de Marruecos a los atentados contra el hotel Atlas-Asni de Marrakech perpetrado por tres jóvenes argelinos afincados en Francia. Luego Argelia se sumó a ese cerco con fruición y así llevan pleitando lustros.

Marruecos, además, quiere presumir de ser el único país africano y del Magreb que ha puesto en marcha medidas inéditas sobre regularización de inmigrantes —se han apuntado ya más de 12.000 y apenas se han concedido 230— y de devolución sufragada a sus países de origen. Y no entienden que nadie, ni España ni la UE, valore sus esfuerzos y no reclamen las mismas medidas a Argelia y sus otros vecinos.

En Argelia se calcula que puede haber ahora otros 30.000 inmigrantes irregulares. Casi la mitad son mujeres, el 80% con niños a su cargo y en un 80% con el objetivo de alcanzar España para emigrar a Europa. Son las conclusiones de varios estudios de organizaciones humanitarias. El Gobierno argelino aprobó en verano de 2008 una ley teóricamente muy severa de regularización, entrada, permanencia y circulación de inmigrantes pero tanto Marruecos como algunas organizaciones humanitarias consideran que siguen siendo un coladero. Especialmente de los sirios que huyen de la guerra en su país.

Los inmigrantes sirios y argelinos plantean, además, otro problema diplomático cuando trasvasan la valla de Ceuta y Melilla y piden asilo político. Ralentizan meses o años todo el proceso para su expulsión. Pero también hay muchos subsaharianos de Mauritania, Niger, Malí o Senegal que escapan del hambre. “En estos años de crisis Europa, no solo España, ha frenado en seco la ayuda a la cooperación y eso claro que se nota, porque se pararon los proyectos que podrían dar una salida a los inmigrantes en esos países de origen”, remarca una fuente de la UE especializada en África.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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