El aprendizaje y el medio
Cinco montañeros fallecidos este fin de semana en dos accidentes diferentes, en el Circo de Gredos, al que hay que sumar otro accidente mortal en el Valle de Izas (Pirineo aragonés): la cifra es inusual. Sin embargo, los grupos de rescate diseminados por el centro y norte de la Península podían esperar tener trabajo, aunque no en unas circunstancias tan dramáticas. El presente invierno está resultando frustrante para desarrollar actividades en alta montaña: las nevadas y el mal tiempo se han sucedido sin tregua ahuyentando tanto a escaladores como a esquiadores. Era de esperar, por tanto, que el anunciadísimo anticiclón animase a numerosas cordadas.
Los cinco fallecidos en Gredos eran personas acostumbradas a la montaña, equipadas con pulcritud y con experiencia, si bien ambos accidentes son diferentes y se han dado en terrenos dispares. El primero, el sábado, en el que fallecieron dos escaladores cuando trataban de completar un itinerario sobre hielo, es un tipo de accidente que no suele darse con frecuencia. Escalando se ponen muchos medios que minimicen el efecto de una posible caída y es muy infrecuente que la caída del primero acabe con la cordada al completo. Según los testimonios extraoficiales del grupo de rescate los seguros intermedios colocados por el primero de cuerda no soportaron su traspié una vez superada la zona más técnica de la vía.
El accidente del domingo ocurrió en una zona habitual de siniestros, en las canales oscuras, casi llegando a la cima del Almanzor. Al parecer, según los testimonios recabados, el trío avanzaba encordado de forma simultánea cuando uno de ellos cayó, arrastrando al resto. Una de las características de la nieve de este fin de semana tiene que ver con el estado del medio: difícil de gestionar. Por la mañana, y con el rehielo nocturno, la nieve se presenta sumamente dura. A mediodía, el sol no tiene la fuerza que tiene en primavera, con lo que derrite solo una capa superficial de la nieve: en ambos casos, mañana o mediodía, el gesto técnico del cramponaje se complica mucho y es preciso dominar a la perfección el uso de los crampones para poder anticiparse a cualquier contingencia. Si caemos sobre nieve helada o dura y no frenamos de inmediato, 50 metros más abajo viajaremos a 80 kilómetros por hora. Y ya no podremos hacer nada.
Más allá de la dificultad técnica enfrentada en ambos accidentes (una, elevada; la otra, menor), manda el medio sobre el que desarrollamos nuestras actividades: conocerlo y dominar las técnicas precisas a aplicar en cada situación siguen siendo la mejor y única solución para evitar fatalidades. El aprendizaje en montaña es una tarea continua, infinita, tanto como el conocimiento del medio en el que tratamos de movernos de la forma más eficaz y segura posible.
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