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Columna
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Europa contra Europa

Fernando Vallespín

Europa, tan lejos del corazón de sus habitantes y tan cercana a su bolsillo; tan ausente en nuestros debates políticos cotidianos y tan imprescindible para nuestra supervivencia. Europa es madrastra, las naciones son el cálido abrazo entre hermanos; racionalidad contra emocionalidad, distancia frente a proximidad; pasiones e intereses. Europa es “sistema”, la esfera que permite la reproducción material de la sociedad, pero no parece formar parte del “mundo de la vida”, el espacio de la interacción social comunicativo-simbólica. Europa es el Super-Yo, las patrias son Eros.

Ha bastado mencionar los costes de la no UE para cambiar el debate sobre Cataluña y Escocia

Es difícil que salgamos de esas contradicciones, pero ha bastado mentar la posibilidad de los costes de la no Europa para que el debate en torno a la independencia de Escocia y Cataluña fluyera por otros cauces. Obnubilados como estamos todos en el continente por el ombliguismo patriótico, hemos perdido de vista que ese precio existe también para los Estados ya constituidos. Un importante sector de las poblaciones europeas se rebela frente a Europa. A la derecha y a la izquierda. Unos porque quieren otra Europa, más próxima y menos tecnocrática, más “erótica” y menos sistémica; otros, porque son incapaces de ver más allá del interés nacional inmediato y buscan aminorar sus muchos temores bajo el supuesto manto protector del Estado.

Europa se cubre, en efecto, de ropajes tecnocráticos, pero atesora también un alma cosmopolita e ilustrada, lo más noble de nuestra tradición común. Gracias a ello ha logrado imponer un magnífico muro de contención frente a su lado oscuro, sus muchas guerras civiles, el holocausto y el gulag. Europa es un milagro, una asombrosa ave Fénix que nació de sus cenizas, de la sangre, el odio y el fuego, para emprender un vuelo hacia lo más alto. Ahora empieza a perder altura de modo preocupante. Hay tres cifras que definen a la UE y que servían para alertarnos de nuestra autosuficiencia y llamarnos a la acción: 7-25-50. Siete por ciento de la población mundial, veinticinco por ciento del PIB mundial y cincuenta por ciento del gasto social global. Propongo que las conjuguemos con otras tres: 100-75-25. Son los tres aniversarios que celebramos en este año. Cien años del comienzo de la Primera Guerra Mundial, setenta y cinco del de la Segunda, y veinticinco de la caída del socialismo de Estado. De ahí venimos.

Aunque a algunos nos resulte la mar de sencillo, comprendo que Europa no siempre consigue atraer nuestros afectos. Si a usted no le sale, no se esfuerce. Pero considere eso que Hobbes pensaba que era el objetivo fundamental de la vida en sociedad, evitar el mal mayor. Todos cuantos vivimos bajo el liviano Leviatán europeo hemos salido ya del estado de naturaleza que imperaba en este otrora trágico continente, e incluso hemos accedido al commodious living< al que aspiraba el autor inglés. Por parafrasear a Borges, si no nos une el amor, que al menos nos una el espanto.

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Sobre la firma

Fernando Vallespín
Es Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

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