Cospedal respira por la herida
La batalla interna que se vive en el PP es ya innegable La secretaria general considera que existe una campaña interna para descabalgarla
Se pueden decir muchas cosas de María Dolores de Cospedal, pero no que renuncie a la pelea. Ella siempre va directa a la batalla. Y es transparente. Tanto que hoy, en Tele 5, la secretaria general del PP transparentaba a las claras su enorme enfado con lo que considera una campaña interna para descabalgarla del puesto que ocupa desde 2008, cuando Mariano Rajoy apostó por ella contra todo pronóstico. Cospedal respira por la herida abierta la semana pasada, cuando Rajoy, su mentor, su gran apoyo, decidió desautorizarla abiertamente al apostar por Juan Manuel Moreno, un hombre cercano a Javier Arenas y Soraya Sáenz de Santamaría, como nuevo líder del PP andaluz. Tan dolida está que ni siquiera ha llamado a Moreno todavía.
La batalla interna en el PP normalmente se produce en sordina. Pero hoy Cospedal, en el programa de Ana Rosa Quintana, ha llevado esa guerra a la casa de miles de personas que la estaban viendo. Sus gestos, su indignación, y sus palabras eran la de una persona convencida de que hay una campaña interna muy dura contra ella. “Intrigas”, lo llamaba una y otra vez. Tan evidente era que al final Quintana le ha preguntado: “¿Siente que hay una campaña contra usted?”. Con cara muy molesta, ha sentenciado: “Tengo la sensación de que a todo el mundo no se le trata igual, pero creo que eso es una evidencia". Y salió además el polémico asunto del marido, Ignacio López del Hierro, que le ha hecho casi perder la compostura. “¿Acaso ustedes saben algo de los maridos y las mujeres de los que están en política? ¿Nada, verdad? Solo del mío”. La sensación de conspiración contra ella y su marido era muy evidente.
La batalla interna que se vive en el PP es ya innegable, aunque ella formalmente insiste en que no tiene problemas con nadie. Pero la guerra sobre todo con Javier Arenas pero también con Soraya Sáenz de Santamaría es ya sin cuartel, y Cospedal no está dispuesta a aceptar una derrota. “Mi marido se sentó a mi lado en la convención de Valladolid de la misma manera que las mujeres de anteriores secretarios generales se sentaban en el mismo sitio”, insistía cada vez más indignada. "Hasta ahí podíamos llegar. ¿Pero qué machismo es el de este país?", contestó a la periodista Esther Palomera, de La Razón. Arenas fue secretario general, y tal vez a él se refería. En cualquier caso la respuesta era claramente una defensa de alguien que se siente atacado desde dentro.
Cuando alguien saca a López Del Hierro, investigado por la fiscalía por un contrato con Liberbank en el que, según los denunciantes, cobraba por no hacer nada, Cospedal transforma la expresión. Son los ataques internos a su marido los que tal vez han desatado la batalla definitiva y la sensación de persecución que tiene Cospedal. López del Hierro se sentó en primera fila en la convención de Valladolid, justo en la misma semana en que estallaba el escándalo de Liberbank, desvelado en la Cadena SER. Y su fotografía en una butaca muy cerca de Rajoy sentó muy mal en el PP. A punto estuvo de sentarse pegado al líder, cuando Cospedal subió a leer su discurso y él tendría que haberse movido para rellenar el hueco. Pero fue Arenas quien rápidamente se colocó ahí, evitando la foto de Rajoy y López del Hierro hombro con hombro.
La batalla está abierta, y solo Rajoy puede cerrarla con decisiones de fondo. El futuro del PP, incluso de la sucesión del presidente, está encima de la mesa en estas escaramuzas que no son menores, puesto que buscaban el control nada menos que del PP andaluz, el mayor de todos. Y Cospedal se defiende atacando como hace más de cinco años, cuando en plena ola de ataques por la crisis de liderazgo de Rajoy, denunció en EL PAÍS a los “cobardes anónimos que reman en contra”.
Ahora dice “no tengo tiempo para intrigas, no trabajo para algunos dirigentes, trabajo para los militantes”. El mensaje es el mismo: está dispuesta a seguir y a pelear por su puesto. Nunca ha querido renunciar a él, a pesar de que muchos pensaban que era incompatible ser presidenta de Castilla La Mancha y a la vez secretaria general. Pero ella no se va a ir, solo Rajoy puede echarla. Y esa es la garantía de que la batalla seguirá.
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