Pero ya no es tanto la economía
El progresivo desgaste electoral del PP que, desde su victoria en las urnas en noviembre de 2011, viene detectando el Barómetro de Clima Social que Metroscopia realiza para EL PAÍS está causado básicamente por el efecto cruzado de dos factores: la crisis económica y el denominado de forma genérica como caso Bárcenas, con impacto distinto de uno u otro, según los momentos.
Durante el año 2012 la cuestión económica fue el principal factor de erosión del capital electoral del PP. Primero, porque cuando se habían cumplido los primeros 100 días del nuevo Ejecutivo, los ciudadanos seguían sin percibir la prometida mejora de nuestra economía —que había anticipado Rajoy durante la precampaña— una vez que los populares hubieran llegado al Gobierno. Y segundo, porque esa sensación de ausencia de resultados económicos se hizo más intensa durante el segundo semestre del año sobre todo tras el paquete de medidas anticrisis propuesto por el Gobierno y aprobado por el Congreso el pasado 19 de julio —con los únicos votos a favor de la bancada popular—. Durante todo 2012 las expectativas pesimistas sobre la evolución de la situación económica de España superaron ampliamente a las positivas: y no solo entre el conjunto de los españoles sino, incluso, también, entre los propios votantes del PP.
Desde el comienzo de 2013, sin embargo, el principal factor de desgaste electoral de los populares está siendo el caso Bárcenas. La forma en la que tanto el Gobierno como los máximos dirigentes del PP han ido gestionando este asunto desde que el 31 de enero EL PAÍS publicara los documentos del extesorero —donde se mostraba la supuesta contabilidad B del PP y el supuesto pago de sobresueldos a algunos altos cargos del partido— está hundiendo las expectativas electorales de los populares. Ahora, el presidente Rajoy no puede escudarse en la economía para justificar sus malos resultados demoscópicos porque, precisamente desde comienzos de este año, la percepción ciudadana sobre la evolución la situación económica ha ido mejorando mes a mes no solo entre el conjunto de los españoles sino, sobre todo, entre los votantes populares. Y, sin embargo, la confianza y la fidelidad de voto de sus electores han ido descendiendo, en paralelo, hasta alcanzar mínimos históricos.
La gestión del caso Bárcenas está ejerciendo de fuerte contrapeso de las expectativas electorales del PP que se muestra incapaz de capitalizar y lograr rédito político de ese cambio de tendencia en la visión ciudadana de la economía. El presidente Rajoy debería replantearse su estrategia en el asunto del extesorero si quiere aspirar a una nueva victoria en las próximas elecciones generales. Ya no depende tanto de la economía.
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