Santamaría ni siquiera desmiente que Bárcenas pueda desequilibrar el Gobierno
La vicepresidenta elude las respuestas al escándalo con una estrategia evidente
Estaba tan empeñada en una estrategia prefijada, la de no contestar a nada que tuviera que ver con Luis Bárcenas, que la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, ha llegado al absurdo de no desmentir que el extesorero del PP esté en condiciones de desestabilizar al Gobierno con la información delicada que supuestamente maneja. “¿Le preocupa al Gobierno lo que pueda decir Bárcenas en la cárcel? ¿Está en peligro la estabilidad del Ejecutivo?", le preguntaron. Era la segunda pregunta sobre el escándalo, y Sáenz de Santamaría, como si no la hubiera escuchado, evitó contestarla y se refugió en las 17 palabras del comunicado del PP, aunque un tanto ampliadas. “Ya le señalaba que el Gobierno lo que hace es respetar los procedimientos judiciales, pedir que los tribunales investiguen, y colaborar con la justicia. Solo encontrarán el máximo respeto y la máxima colaboración en el esclarecimiento de la verdad”.
Sáenz de Santamaría no dijo, como es habitual ante este tipo de cuestiones, que el Gobierno es estable y tiene una sólida mayoría detrás, de manera que ni siquiera cerró ese flanco, en su empeño en no contestar. Tampoco había querido responder a una anterior en la que se citaba a Arantza Quiroga, líder del PP vasco, que dijo el lunes que los militantes estaban “asqueados”. “¿Va el encarcelamiento de Bárcenas en el buen camino?”, le preguntaron. Y de nuevo la contestación preparada ajena a la pregunta: “Respeto las opiniones de todo el mundo pero nosotros no podemos dar ninguna opinión, debemos manifestar el respeto del Gobierno a las decisiones judiciales”.
La vicepresidenta, al igual que hizo Rajoy, evitó incluso pronunciar el nombre del extesorero, una persona con la que todos los miembros del Ejecutivo que pertenecen al PP –casi todos- se han sentado decenas de veces en reuniones oficiales y al que todos conocían mucho porque era la persona encargada de las cuentas y de los sueldos.
Sáenz de Santamaría y Cristóbal Montoro, que hoy le acompañaba en la rueda de prensa, hicieron muchas más cosas además de no contestar para evitar que Bárcenas monopolizara el encuentro con los periodistas, como ha sucedido otras veces. El silencio del PP –solo 17 palabras y nadie ha comparecido- impedía a Sáenz de Santamaría remitir al partido como otras veces. Por eso su estrategia consistió en que ella y sobre todo Montoro protagonizaron una larguísima exposición inicial, muchísimo más de lo habitual, de casi una hora. De manera que se redujo el tiempo para las preguntas.
Pero además, por si esa estrategia no era suficiente, Sáenz de Santamaría dio la palabra –ella decide libremente- sobre todo a periodistas especializados en economía para que le hiciera las preguntas a Montoro y se evitara el caso Gürtel. Así logró evitar la imagen de la pared de otras ocasiones, con seis o siete preguntas no contestadas. Esta vez fueron dos. La vicepresidenta concedió menos palabras que en otras ocasiones y así la estrategia de superar un día difícil con el mínimo coste posible de imagen funcionó.
Llega el fin de semana, la prensa ya no podrá preguntar y el lunes el PP podría buscar la estrategia de un discurso a través del plasma de Rajoy en el Comité Ejecutivo, como es habitual, lo que de nuevo evitaría las preguntas.
El equipo del presidente y de la vicepresidenta está convencido de que dejando pasar los días los asuntos se agotan informativamente y solo es cuestión de esperar para superar situaciones como la que ha provocado el encarcelamiento de Bárcenas. El tiempo, aseguran, les ha dado la razón de que esta, la del silencio o las no respuestas, es la estrategia adecuada.
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