La impostura sin límites de Bárcenas
La investigación judicial destapa las mentiras del extesorero del PP sobre sus ventas de cuadros, sus viajes a Suiza, su letra simulada o los sobresueldos a la cúpula del partido
El extesorero del PP Luis Bárcenas justificó la legalidad de los sobresueldos que pagó durante 18 años a la cúpula de su partido en un informe jurídico que nadie encuentra, realizado por un abogado, Miguel Crisantemo, que no existe, según el Colegio General de la Abogacía.
El extesorero del PP declaró al juez Pablo Ruz que había ganado 600.000 euros con la venta de obras de arte e ingresó 1,4 millones de euros en efectivo en el Dresdner Bank de Suiza procedentes, según contó al banco, de sus transacciones comerciales con cuadros, algunos del siglo XVI. Hasta ahora, Bárcenas solo ha aportado un contrato manuscrito de venta de cuadros por valor de 1.536 euros.
El extesorero del PP aseguró al juez Antonio Pedreira en septiembre de 2011 que no tenía cuentas en Suiza, pero admitió ante el magistrado Pablo Ruz en febrero pasado que guardaba en bancos de ese país hasta 38 millones de euros.
La impostura de Luis Bárcenas, administrador de la caja de caudales del PP durante más de 20 años, no parece tener límites. El extesorero del PP huye a la desesperada para que la verdad no le estalle entre las manos. Lo hace desde que su nombre apareció, en febrero de 2009, en los libros de sobornos que guardaba la red corrupta de Francisco Correa, el cabecilla de la trama Gürtel. A Bárcenas le atribuían el cobro de más de un millón de euros en comisiones ilegales.
En su tozudo intento de confundir a compañeros de partido, a policías, fiscales, jueces y periodistas, este aficionado al alpinismo ha levantado una montaña de mentiras para escapar del banquillo de los acusados.
Desde aquel febrero de 2009, el extesorero del PP trabaja para buscar coartadas que le permitan salir del fango de corruptelas en el que chapoteó durante 20 años sin que nadie sospechara nada. Las mentiras que ha fabricado todo este tiempo se han ido desmoronando a golpe de diligencia judicial.
El juez Ruz decidió imputarle nuevos delitos, entre ellos el de fraude procesal por el intento de engaño mediante la falsificación de documentos públicos. En cuatro años, Bárcenas ha fabricado todo tipo de coartadas para escapar del cerco judicial.
Gastos de representación avalados por un abogado desconocido. En la Fiscalía Anticorrupción, Barcenas contó que los altos cargos del PP cobraban unos sobresueldos como gastos de representación por los que pagaban impuestos. Y que esa fórmula de pago estaba avalada por el despacho jurídico de Miguel Crisantemo. El Colegio General de la Abogacía Española ha remitido a EL PAÍS una respuesta en la que asegura que en sus archivos “no aparece ningún abogado colegiado” con el nombre de Miguel Crisantemo. En el PP tampoco saben dónde está el informe jurídico que validó el pago de sobresueldos en forma de gastos de representación. Ni si existe Miguel Crisantemo. Ni si se le pagó por un informe jurídico. “Eso lo dijo Bárcenas. Él sabrá”, contestan. Ese dictamen, según el extesorero, fue el que permitió el pago de sueldos colosales. Aznar pasó en apenas seis años —de 1990 a 1996— de cobrar 42.000 euros del PP a ingresar 73.000 euros por el concepto de gastos de representación, además de su salario oficial de diputado en el Congreso. Los altos cargos suelen ser diputados o senadores que tienen dedicación exclusiva por ley y no pueden percibir ninguna otra retribución, salvo que lo autoricen las Cámaras. En el PP, la legalidad de esas retribuciones extraordinarias en forma de gastos de representación se justificó, según Bárcenas, en el informe jurídico que elaboró el desconocido Miguel Crisantemo.
Compraventa de cuadros. Bárcenas urdió una sofisticada tela de araña para intentar blanquear una operación financiera muy sospechosa. Ocurrió en 2006. Su mujer, Rosalía Iglesias, sin trabajo ni ingresos conocidos, acudió a una sucursal de Caja Madrid para ingresar 500.000 euros en billetes de 500. La Agencia Tributaria abrió un expediente por delito fiscal a Rosalía Iglesias. Los inspectores consideraron que la mujer de Bárcenas tuvo un ingreso extraordinario de 500.000 euros por el que no tributó.
Para salir del embrollo, Bárcenas aseguró que se trataba de una venta de cuadros no sujeta a retención fiscal. Su mujer compró supuestamente las obras de arte en 1987 a una tía segunda de Bárcenas fallecida en 2002, y las vendió en 2006 a una supuesta marchante argentina llamada Isabel Ardanaz. Como habían pasado 19 años entre la compra y la venta, no había que pagar impuestos por las plusvalías obtenidas. Así se lo contó Bárcenas al juez Ruz hace tan solo unos meses, con el tono del indignado por una investigación injusta de una honrada operación comercial. Para que la mentira no tuviera fisuras, Bárcenas había logrado que la supuesta marchante argentina firmara dos documentos mecanografiados a modo de contrato para quedarse con los cuadros y venderlos posteriormente. Esos documentos servirían al extesorero del Partido Popular de salvoconducto en caso de alguna incidencia judicial o fiscal.
La mujer argentina había firmado con el apellido de su anterior marido, lo que dificultó su localización por parte de la policía. Cuando encontraron a la mujer, ahora llamada Isabel Mackinlay, declaró por videoconferencia ante el juez Ruz, y negó la historia de los cuadros. Toda la ficción que preparó Bárcenas se hizo humo.
Se trataba de una operación ficticia. “Los citados contratos”, afirma la Fiscalía Anticorrupción, “no obedecen a operaciones reales; se han alterado las fechas en que fueron elaborados y con una firma de Isabel Mackinley (antes Ardanaz) que ella no habría realizado”. Mackinley manifestó al juez que lo que había firmado en Buenos Aires fueron otros contratos parecidos estando presente Bárcenas en la firma de uno de ellos.
La mentira sobre el origen de los 500.000 euros ha visto la luz. Pero la verdad aún está pendiente. Sólo Bárcenas sabe de dónde salió aquel dinero.
Un amante del esquí en Suiza. El 29 de marzo de 2011, las dos fiscales anticorrupción que investigan el caso Gürtel preguntaron a Bárcenas si tenía cuentas en Suiza por sus viajes a ese país, el extesorero lo negó: “Voy mucho a Suiza porque soy amante del esquí y del alpinismo”.
Su castillo de mentiras empezó a desmoronarse por una maniobra aparentemente absurda. El entonces tesorero del PP había pedido una tarjeta de crédito a su banco suizo con la que disponer de un crédito mensual de 25.000 euros. El hombre que ganaba 200.000 euros al año en España por su cargo en el PP, el hombre que declaraba en el Senado una cartera bursátil que sumaba más de un millón de euros, pidió una tarjeta de crédito a su banco en Suiza cuando la justicia ya le investigaba. Y ni siquiera logró que el banco suizo le aprobase la tarjeta, pues al conocer que estaba encausado por corrupción, se la denegó. Pese a todo, Bárcenas mantuvo ante el juez Pedreira y las fiscales Concha Sabadell y Miriam Segura que viajaba mucho a Suiza por su afición al esquí.
A finales de 2012, una comisión rogatoria destapó parte del patrimonio opaco que Bárcenas guardaba en el Dresdner Bank suizo: hasta 22 millones de euros llegó a acumular el dueño de la caja del PP. Unos meses después, nuevas ampliaciones de esa comisión rogatoria acreditaron que Bárcenas hizo hasta 29 ingresos de dinero en efectivo en apenas cinco años que sumaban casi cuatro millones de euros.
Cuando le preguntaron de nuevo, ya en 2013, por esta circunstancia, Bárcenas aplicó su particular sentido común para responder:
Fiscal: Usted negó el tener ninguna cuenta en Suiza ¿por qué motivo?
Bárcenas: Evidentemente, tenía que negarlo. No voy a decirle que tenía una cuenta en Suiza cuando no se sabía que tenía una cuenta en Suiza ¿no? Es de sentido común.
El oscilante comercio de obras de arte. Bárcenas aseguró al juez que en toda su vida de vendedor de obras de arte había ganado entre 500.000 y 600.000 euros. Sin embargo, el banco suizo donde guardaba su dinero registró en distintas anotaciones entre 2000 y 2005 que Bárcenas había ingresado en efectivo 1,4 millones de euros por distintas operaciones de venta de cuadros, alguno de ellos del siglo XVI.
Una extraña relación laboral. El PP aceptó pagar a Bárcenas un sueldo extraordinario —más de 200.000 euros al año con sus retenciones de la Seguridad Social y sus mensualidades correspondientes— cuando ya estaba fuera del partido por su imputación en el caso Gürtel y había renunciado a su acta de senador. Un salario — “indemnización en diferido”, según lo definió la secretaria general del PP María Dolores de Cospedal— que mantuvo hasta que se conoció su fortuna en Suiza, en enero de 2013.
En su impostura, Bárcenas llegó a demandar al PP por despido improcedente: “No he tenido conocimiento de que la empresa haya prescindido de mis servicios ni haya extinguido mi relación laboral y es por lo que presento la correspondiente demanda por despido”. Esa supuesta relación laboral consistía en que Bárcenas acudía de manera esporádica a la sede del PP, donde mantenía secretaria y chófer. No hacía trabajos para el partido, sino que solo se reunía con algunos compañeros en la Sala Andalucía, donde guardaba papeles de su mandato de tesorero.
"Esa letra no es mía". Seis días después de que EL PAÍS publicara la contabilidad manuscrita secreta del extesorero, Bárcenas acudió a la Fiscalía Anticorrupción y se prestó a someterse a la prueba caligráfica. Unas horas antes había hecho sus primeras declaraciones públicas sobre los papeles de la supuesta contabilidad b: “Niego que sea mi letra y estoy dispuesto a prestarme a cualquier prueba caligráfica”. Tanto disimuló su letra para que no se pudiera comparar con la de los papeles manuscritos que los peritos de la policía se dieron cuenta y firmaron un informe donde denunciaban esta nueva impostura.
La huida de Bárcenas continúa. El juez le ha citado a declarar junto a su esposa mientras ha descubierto una nueva cuenta en Suiza, en el banco Lombard Odier, donde llegó a guardar otros 25 millones de euros. La verdad sigue derribando sus coartadas. El Partido Popular, mientras tanto, contiene la respiración.
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