El PSOE presiona al nuevo alcalde de Ponferrada, que se resiste a dimitir
Los socialistas estudian el embrollo legal que provocaría la renuncia de Folgueral Rubalcaba: "Tiene que decidir en días. O deja la alcaldía o deja el PSOE"
Samuel Folgueral, el nuevo alcalde socialista de Ponferrada (León, 68.000 habitantes), pasó ayer su primer día como cabeza del Ayuntamiento debatiendo, y debatiéndose, sobre su continuidad al frente del Consistorio. El viernes fue elegido primer edil tras el triunfo de una moción de censura promovida por el PSOE y el partido Agrupación Independiente de Ponferrada (AIP), la formación que creó en 2011 Ismael Álvarez, el exalcalde popular condenado en 2002 por acoso sexual a la concejal Nevenka Fernández. Pero las presiones internas y externas que han azotado al PSOE desde que trascendió ese pacto hicieron que el mismo viernes el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, diera marcha atrás y ordenara dimitir a Folgueral. Él no lo tiene claro. De momento, se queda.
La ejecutiva regional del PSOE de Castilla y León se reunió ayer para analizar la situación creada en Ponferrada y resolvió dar todo su apoyo a la rectificación ordenada por Rubalcaba y exigir la dimisión de Folgueral. Este, que estaba presente en la sala, no obedeció esa orden. El secretario regional, Julio Villarrubia, explicó después que el alcalde no había dicho “ni que vaya a renunciar ni todo lo contrario”, aunque avisó de que, si no dimite, “se pondrá en marcha el correspondiente régimen disciplinario”, que podría acabar incluso en expulsión.
El propio Rubalcaba lo dejó claro anoche durante una entrevista en Telecinco: "Mi palabra final es que renuncie, no hay más. Y tiene que decidir en días. O deja la alcaldía o deja el PSOE. No va a haber un alcalde socialista apoyado por un concejal condenado por acoso", afirmó el secretario general del PSOE, al tiempo que admitía que toda la operación de Ponferrada ha sido "error sobre error".
El nuevo alcalde está recibiendo presiones de todas partes: del PSOE de Castilla y León y de la dirección federal, que primero respaldó la moción de censura que lo llevó a la alcaldía y ahora confía en que dimita. La situación en la que queda Folgueral es muy delicada: aunque el PSOE insiste en que la dimisión sería temporal, la realidad es que si el regidor abandona el bastón de mano podría perderlo definitivamente.
El artículo 198 de la Ley Electoral establece que, cuando un alcalde dimite y hay que elegir a su sustituto en un pleno municipal, “encabeza la lista en que figuraba el alcalde el siguiente de la misma, a no ser que renuncie a la candidatura”. Fuentes jurídicas consultadas interpretan que eso quiere decir que Folgueral no podría volver a presentarse como candidato a alcalde, salvo que todos sus compañeros renunciaran y corriera la lista hasta volver a llegar a él; y que incluso es “jurídicamente discutible” que eso último pudiera hacerse. Otras fuentes entienden que el artículo es más flexible y que no habría problema para que Folgueral repitiera como candidato. Los socialistas están estudiando este embrollo jurídico para determinar las posibles salidas.
El anuncio de la moción de censura el pasado lunes 25 de febrero provocó un maremoto de reacciones políticas, primero en la provincia de León y después en la política nacional. El PSOE había decidido aliarse con su viejo enemigo, el ogro político que dimitió de alcalde en 2002, después de la sentencia condenatoria por acoso sexual en el caso Nevenka. En aquel momento, Ismael Álvarez recibió el apoyo incondicional de su partido, el PP, y muy en especial de su número dos en el Ayuntamiento, el hoy alcalde depuesto Carlos López Riesco. También cosechó el desprecio de la oposición. Once años después de aquel episodio, Álvarez y López Riesco no se soportan y el PSOE y Álvarez se necesitan.
Según contó ayer a EL PAÍS Ismael Álvarez, que logró 6.000 votos y cinco concejales en las últimas elecciones municipales con un partido independiente, el socialista Samuel Folgueral le puso su dimisión como condición inexcusable para aceptar su apoyo a la moción de censura. “Recuerdo perfectamente las palabras que me dijo Samuel: ‘Si no es con tu dimisión, es una tontería que hablemos porque perderemos el tiempo”. Álvarez aceptó. E incluso firmó un documento con su renuncia al que solo faltaba plasmarle la fecha exacta de la renuncia. Ayer, 9 de marzo, con Folgueral ya alcalde electo, Álvarez dimitió.
El edil acudió al Ayuntamiento de Ponferrada a las diez y media de la mañana. Allí lo recibió la secretaria del Ayuntamiento, que recogió su dimisión. “Yo ya no soy concejal. Estoy fuera. Se acabó todo esto”, dijo tras acusar a López Riesco (PP) de adjudicaciones irregulares, “a dedo”, de obra pública. El “todo esto”, sin embargo, no se ha acabado: ahora, tras el escándalo, el PSOE espera que Folgueral dimita.
En Ponferrada, a más de 400 kilómetros de distancia de la sede nacional socialista de la calle Ferraz, la óptica es distinta. El escándalo no se percibe con la misma magnitud. Son frecuentes los comentarios resignados, y a menudo condescendientes, de ciudadanos acerca del apoyo de Ismael Álvarez al PSOE: “Él ya pagó lo que tenía que pagar”, se escuchaba ayer en un quiosco cercano a la Plaza de Lazurtegui, en el centro de Ponferrada. En ese termómetro social que son los bares, la moción de censura está relegada a la portada de los periódicos. La sede socialista en la Avenida del General Vives era un desierto. Y solo la presencia de una cámara de televisión en la plaza del Ayuntamiento ya entrada la noche podía dejar entrever que algo extraordinario había ocurrido en la ciudad.
Álvarez y el alcalde depuesto, el popular López Riesco, antiguos aliados políticos y amigos personales, ahora no se hablan. López Riesco cree que la moción es “una venganza personal” de Ismael Álvarez, que en 2011 quiso regresar a la política y encabezar la lista del PP a la alcaldía. López Riesco, acomodado en el sillón municipal, se mostró contrario. Él ya era un político profesional que llegó incluso a tener un escaño en el Congreso de los Diputados entre 2008 y 2011. Ávarez decidió entonces crear un grupo propio y aprovechar el tirón que todavía tiene en un sector muy amplio de la ciudadanía de Ponferrada. Algunos electores lo recuerdan a él como “el transformador urbano” de la capital berciana. Durante su mandato (1995-2002) la ciudad cambió de imagen. Al amparo de la explosión urbanística se crearon avenidas y rotondas.
El partido político independiente de Álvarez logró 6.000 votos en 2011 y arrebatar la cómoda mayoría absoluta a López Riesco. De hecho, del exalcalde condenado y sus cuatro compañeros de bancada le dieron la investidura al PP. El día a día de la legislatura, sin embargo, se ha hecho “ingobernable”, según denunciaron Álvarez y el ya alcalde Samuel Folgueral en las últimas semanas. Los presupuestos de este año no se han aprobado por la falta de acuerdo, y el Consistorio, denuncia la oposición, se encuentra en una situación de “inoperatividad”. Estas razones justifican, en opinión de los socialistas locales y de los independientes de Álvarez, la moción de censura.
La estabilidad del Ayuntamiento queda aún en el aire. Si la presión de Rubalcaba se materializa, Folgueral deberá dimitir y, quizá, volver a optar a la investidura. Si prefiere mostrarse díscolo, la dirección federal podría abrirle un expediente y llegar a expulsarlo del partido. Durante dos semanas nadie en Ferraz se planteó esta disyuntiva. Ahora, una vez consumado el apoyo del exalcalde Álvarez a Folgueral, las turbulencias vuelven al seno del Ayuntamiento.
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