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Atrapados en la nieve a 2.000 metros

Un fuerte temporal aisló durante 18 horas a más de mil personas, entre ellas alrededor de 400 niños en la estación oscense de Panticosa

Las máquinas que ayudaron a rescatar a los esquiadores.
Las máquinas que ayudaron a rescatar a los esquiadores.EFE

Las fuertes rachas de viento, que llegaron a sobrepasar los 110 kilómetros por hora, convirtieron en una pesadilla lo que debía ser una plácida jornada en la nieve. La ventisca obligó a cerrar a primera hora de la tarde del pasado miércoles la estación oscense de Panticosa, del grupo Aramón, y unos 1.250 esquiadores, entre ellos 400 niños, quedaron aislados durante 18 horas a 2.000 metros de altitud.

Los partes meteorológicos no habían advertido de la posibilidad de que se desataran en esa zona vientos tan huracanados, pero la situación cambió de repente a las tres de la tarde y los responsables de la estación decidieron parar los telecabinas y remontes por seguridad. El límite máximo que pueden soportar estos sistemas de transporte de esquiadores es de 80 kilómetros por hora.

Entre los deportistas que permanecieron atrapados desde las tres de la tarde del miércoles hasta las ocho de la mañana de ayer había muchas familias con niños de distintas edades. La noche se hizo muy larga en Panticosa y no todos vivieron el incidente de la misma manera.

Solo los más pequeños lo explicaron como algo divertido que no les importaría repetir. “Para ellos está siendo como una aventura”, explicaba un padre en la cafetería que sirvió de refugio mientras los servicios de emergencia diseñaban un plan de evacuación.

A pesar de que la espera se hizo pesada, en ningún momento apareció el pánico. La atención del personal de la estación y la rápida actuación de los equipos de rescate —formados por unos 200 efectivos entre Guardia Civil, Bomberos, Protección Civil, personal sanitario y empleados de la estación— tranquilizó al grupo e hizo más ameno el cautiverio.

Los niños se entretuvieron dibujando, cantando y viendo dibujos animados en la tele de la cafetería antes de caer agotados o dormidos en brazos de sus padres. Durante la estancia en este lugar se repartieron pañales, mantas para abrigarse del frío, sopa caliente, chocolate, bocadillos, pastas y bebida. Algunos mayores se distrajeron narrando en tiempo real la experiencia que estaban viviendo a través de Internet y las redes sociales, especialmente de Twitter.

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El equipo operativo que coordinó y dirigió la evacuación de los esquiadores desde el área de Petrosos hasta la base del telecabina de Panticosa dio por finalizada la operación a las 8.00 horas de ayer, jueves, con el traslado del último grupo que permanecía en la cafetería. “Por suerte ningún esquiador quedó aislado en el interior de las telecabinas”, indicó un miembro del dispositivo. El rescate fue lento y complicado por el frío extremo y el gran número de personas afectadas. Roberto Morales, director de la estación de esquí de Panticosa, explicó que los trabajos de rescate se desarrollaron con normalidad siguiendo los protocolos de actuación previstos para estos casos. “No se ha registrado ningún incidente reseñable, salvo el lógico cansancio acumulado después de 17 horas de espera. El operativo lo habíamos ensayado muchas veces”, añadió Morales.

No hubo miedo, pero sí algunos nervios y quejas entre algunos esquiadores atrapados por falta de organización en la evacuación. Inicialmente estaba previsto evacuar primero a las familias con niños menores de 14 años y después al resto en grupos de entre 20 y 30 personas subidas en máquinas pisapistas hasta la zona de Selva Verde, a 1.500 metros.

Pero no fue así. Los más pequeños no fueron trasladados hasta que el viento amainó. “En aquellas condiciones era peligroso mover a los niños”, señaló un guardia civil. Los primeros en ser evacuados fueron unos 300 esquiadores experimentados, que bajaron esquiando por las pistas acompañados por guardias civiles y monitores. “Ha sido duro porque hacía mucho frío y algunos tramos los hemos tenido que hacer caminando”, dijo un vecino de Zaragoza. A partir de la zona donde termina la nieve, el trayecto se realizó en autocar y vehículos todo terreno hasta las localidades de Hoz de Jaca y Panticosa. Entre los esquiadores que se quedaron aislados estaba el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, que se deslizaba con su familia en las pistas de Panticosa en el momento que el viento obligó a cerrar la estación.

Poco antes de ser evacuado, tras 13 horas de espera, el político vasco colgó tres mensajes en su cuenta personal de Twitter. “Acabo de salir, en mi turno, cuando tocaba a padres de niños de cuatro años y con mi hija en brazos”, decía uno de ellos. Basagoiti, después de resaltar la atención recibida, añadió que “en la vida hay cosas bastante más duras y graves que esta” y “otros lo pasan peor”.

La estación de Panticosa permaneció cerrada todo el día de ayer para comprobar que el temporal de viento no ha dañado las instalaciones y los remontes. El grupo Aramón pidió disculpas a todos los usuarios afectados, a quienes ofreció la posibilidad de obtener otro forfait gratuito o la devolución del dinero por no haber podido esquiar ayer en la estación invernal.

Papá, ¿cuándo vendrá el helicóptero?”

L.l. V., Lleida

Faltaban pocos minutos para las cuatro de la madrugada cuando llegó el turno de evacuación para Amelia y Félix, dos vecinos de Madrid que habían llegado a Panticosa el día 1 con sus tres hijos de 11, 9 y 5 años. “En los primeros momentos hubo bastantes nervios y desorganización, pero se hizo la calma cuando llegaron los equipos de salvamento”, explicó Amelia desde el hotel situado a pie de pistas donde se aloja la familia. “Cuando estábamos a punto de dejar de esquiar porque empezaba a hacer mucho viento, vino un empleado de pistas y nos dijo que nos dirigiéramos hacia la cafetería porque iban a cerrar la estación. Al estar cerca, fuimos de los primeros en llegar”, añadió.

El marido de Amelia piensa que le persigue un gafe porque de las tres visitas que ha hecho a esta estación en dos de ellas ha tenido que dejar de esquiar por culpa del viento. “Ahora que ya ha pasado todo, puedo decir que la experiencia no ha sido muy agradable, sobre todo porque los niños no paraban de llorar y no sabíamos cuánto tiempo tendríamos que permanecer apretujados en la cafetería esperando el momento de salir. ¿Cuándo vendrá el helicóptero a rescatarnos?, me preguntaba el más pequeño mientras intentaba en vano que se durmiera”, relató.

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