Carromero, entre Churchill y Sharansky
El dirigente del PP recibirá 2013 en la cárcel con otros 450 presos, que hoy cenarán chuletón Lee al mandatario británico y al disidente soviético
Estar en casa, aunque sea entre rejas, ha dado cierta tranquilidad al dirigente de los jóvenes populares madrileños, Ángel Carromero, de 27 años, condenado en Cuba a cuatro años de cárcel por homicidio involuntario, tras un accidente de tráfico en el que murieron los disidentes Oswaldo Payá y Harold Cepero. Pero tanta proximidad a los suyos le ha provocado algo de ansiedad, con mezcla de emoción. No pudo contener las lágrimas mientras le tomaban la reseña —datos de filiación, fotografías y huellas— en el centro penitenciario de Segovia, donde pudo ver a su madre, Isabel Barrios, el sábado, a las pocas horas de que hubiera aterrizado en Madrid el avión en el que voló desde La Habana, poniendo fin a su suplicio de los últimos cinco meses.
Ni su mentor Pablo Casado, diputado del PP y exjefe de gabinete de José María Aznar, ni la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, han podido ver aún a su amigo, aunque tratarán de hacerlo en los próximos días, mientras trabajan intensamente en la calle y ante los medios para limpiar su imagen como conductor e insisten en que el viaje era de turismo. Ni apoyo a la disidencia anticastrista ni encargo del partido, una iniciativa personal, repite Casado, a la vez que reconoce que si transportaba en su coche a Payá y a Cepero era para acercarles a ver a unos familiares, en un municipio lejos de la capital, una acción humanitaria para alguien que carece de recursos para viajar por su cuenta.
Al margen de los policías que lo custodiaron y una pequeña parte de la población interna, junto con el personal de la cárcel, Isabel es la única persona que ha visto a su hijo y la que le ha facilitado los enseres y objetos con los que contará en la celda que ocupa en el módulo de ingresos, como un aparato de música, una radio y dos libros muy significativos, uno de Natan Sharansky, donde seguirá dándole vueltas al tema de la disidencia, desde la experiencia de este autor en la antigua Unión Soviética, y otro que recoge los mejores discursos de Winston Churchill, titulado con su célebre frase de “No nos rendiremos jamás”.
Miles de presos piden el mismo trato que al 'cachorro' del PP
El PP está celebrando como “un éxito diplomático” la agilidad con que el Gobierno se ha traído a España a Ángel Carromero, en tan solo cinco meses desde que fue detenido en junio y en mes y medio desde que fue condenado a cuatro años. Una agilidad que también quieren para sí los 2.440 presos españoles en el extranjero.
La primera queja ha surgido de la abogada de Barcelona Cristina Ogazón, quien conoce de forma detallada la situación de los 52 presos nacionales en Venezuela. La abogada reclama que España haga también valer, como ha hecho con Cuba, los convenidos bilaterales firmados con 33 países para ejecución de sentencias penales en los países de origen del penado.
En el caso de Venezuela, se tarda “más de dos años” entre el momento en que los reclusos piden su traslado a España y este se aprueba. Y una vez dado el visto bueno, se ven obligados a seguir presos al menos un año más hasta que se aprueba la custodia policial, ahora más difícil por falta de presupuesto, denuncia Ogazón. Movimiento por la Paz también ha subrayado los recortes presupuestarios para este menester.
También ropa de abrigo, porque la maleta del detenido llevaba prendas propias del verano peninsular y para pasar unos días en el Caribe, mientras que Segovia alcanza estos días en el exterior temperaturas mínimas que rozan los cero grados. La cárcel segoviana se construyó en 2000, en pleno campo, a los pies de las cumbres nevadas del Guadarrama, sin otro abrigo que un montículo y la vía del AVE que realiza el trayecto entre Madrid y Valladolid, a unos seis kilómetros de la capital.
Carromero realiza ya la vida ordinaria como un interno más del módulo de ingresos, junto a otros 13 —él hace el número 14—, fundamentalmente personas que se dedican a servicios y mantenimiento en el interior del centro, como la biblioteca, o preventivos. Ninguno conflictivo. La cárcel que inauguró el exministro del Interior, Jaime Mayor Oreja (PP), cuenta con otros seis módulos y alberga a 450 internos, pero en este departamento solo hay unas 25 celdas, lo que permite a sus residentes estar solos en su habitáculo, sin tener que compartirlo.
El Reglamento Penitenciario prevé que la estancia de preventivos o penados en el departamento de ingresos sea, como máximo, de cinco días. Solo puede prolongarse por motivos sanitarios o de seguridad del interno. Aunque todo indica que el próximo jueves la junta de tratamiento podría otorgarle el tercer grado y su pase a régimen abierto, quizá la decisión se pueda prolongar una semana más. Aún así, no saldría de este módulo, de lo que la dirección deberá dar cuenta al juez de vigilancia.
Hasta el miércoles no se reanudará la correspondencia entre el centro y la Audiencia Nacional. De la agilidad depende la decisión. También se estudiará si el interno ha pedido que le visite alguna persona, para que a Aguirre no le vuelvan a impedir la entrada en la cárcel, famosa por haber albergado a otros políticos, como el exsecretario de Estado de Seguridad Rafael Vera. En su entrada se han fotografiado dirigentes, como el socialista Felipe González. Carromero cuenta a su favor con que la ley española no prevé penas superiores a dos años de cárcel para el homicidio imprudente. Y que generalmente se sustituyen por trabajos en beneficio de la comunidad.
En su primer día, el dirigente del PP, que ansiaba dormir y poder descansar tras un vuelo de casi diez horas, tuvo una hora para arreglar su celda, de ocho a nueve de la mañana, para poder acudir luego al economato, donde se toma el café del desayuno, y pasar una jornada entre alguna actividad y descanso, hasta las 20.30, que se da por concluido el día. Fuentes de la prisión aseguran que se encuentra “normalillo”, sin dar más detalles. Hoy, Nochevieja, disfrutará de una cena especial como el resto de sus vecinos a base de entremeses, chuletón y dulces navideños.
Mientras, Pablo Casado, reúne documentación para limpiar la imagen de su compañero. Como un oficio donde queda patente que el carné de conducir no se le retiró hasta el 5 de octubre, es decir, que contaba con él en el momento de accidente, y que solo tenía dos multas, una por exceso de velocidad y otra por hablar por teléfono, salvo algunas otras de aparcamiento. “Es falso que fuera conductor temerario”, subraya el diputado del PP por Ávila, al hablar de su amigo para el que ya “se ha acabado la pesadilla”.
Carromero agota el tiempo tras los barrotes “fortaleciendo su compromiso con la libertad, tras sufrir la dictadura comunista”, como reiteró Aguirre absorbiendo las tesis de Sharansky, un hombre con gran influencia en el expresidente de EE UU George W. Bush y exmiembro del gabinete israelí durante el segundo gobierno de Ariel Sharon, pero que renunció en protesta contra el plan de retirar los asentamientos israelíes de Gaza. La muerte de Oswaldo Payá, según los suyos, se produjo por un fatídico accidente en una carretera en mal estado de la que se salió un coche conducido por este español, que estaba realizado un viaje de placer, “nada político”, aseguran sus amigos.
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