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Felip Puig pierde relevancia en el Gobierno pero sigue como consejero

Unió aumenta su cuota de departamentos por el descenso de independientes

Felip Puig (a la derecha) y Boi Ruiz salen ayer de la reunión del Gobierno catalán.
Felip Puig (a la derecha) y Boi Ruiz salen ayer de la reunión del Gobierno catalán. JOAN SÁNCHEZ

Una de las principales incógnitas del nuevo Gobierno de Artur Mas era, hasta ayer, qué papel tendría Felip Puig. La criticada gestión del consejero al frente de Interior jugaba en su contra; en cambio, su influencia dentro de Convergència y su perfil nítidamente soberanista eran cartas a su favor. El resultado final es que Puig sigue en el Ejecutivo, aunque con una cartera con menos peso político: la de Empleo y Ocupación.

“Tensar la ley hasta allí donde esté permitido y un poco más”. Con este lema, Puig dirigió la policía catalana, y sus polémicas actuaciones lograron, incluso, superar las polémicas que vivió su antecesor, el ecosocialista Joan Saura. Las cargas contra los colectivos llamados indignados (en mayo de 2011) y por los disturbios de la huelga general de marzo de 2012, las más sonadas de su mandato, generaron polémica alrededor de su figura, que sin embargo se mantenía impoluta para Mas. Una concatenación de hechos cuando Puig ejercía ya de consejero en funciones le ha hecho perder su cartera.

Deja Interior tras un mandato caracterizado por polémicas cargas

Puig presentó su dimisión en diciembre por no decir la verdad en el Parlamento autonómico sobre el caso de Ester Quintana. Esta mujer de 42 años perdió el ojo izquierdo al recibir un golpe durante la manifestación por la huelga general del pasado noviembre. Quintana atribuyó la culpa a una pelota de goma disparada por los Mossos d’Esquadra. Puig negó en el Parlamento que la policía autonómica disparase proyectiles en la zona en la que Quintana se manifestaba, y culpó a los manifestantes de la lesión. Dos días después, un vídeo demostró que sí se habían disparado proyectiles. Fue entonces cuando Puig se vio obligado a pedir perdón y a aceptar la dimisión del comisario Sergi Pla, jefe de la Comisaría General de Recursos Operativos.

Con la configuración del nuevo Gobierno, Puig pierde relevancia política, pero mantiene silla en el Ejecutivo. Asume el Departamento de Empresa y Ocupación, que hasta ahora ocupaba un independiente, Francesc Xavier Mena. Uno de los temas calientes que deberá asumir Puig si se mantiene la estructura es la Renta Mínima de Inserción, una ayuda para los desempleados que no cobran ninguna prestación y que busca reinsertarlos en el mercado laboral. Puig también tendrá competencias en comercio, energía, trabajo e industria. Será la cuarta cartera que ocupa en la Generalitat. Cuando Jordi Pujol era presidente ya fue titular de Medio Ambiente y de Política Territorial y Obras Públicas.

La cartera, de peso político pero difícil gestión, la asumen los democristianos
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El encargado de gestionar el área de Interior será Ramon Espadaler, hasta ahora portavoz adjunto de CiU en el Parlamento catalán y presidente del consejo nacional de Unió Democràtica.

El partido democristiano aumenta su presencia en el Gobierno, cumpliendo con la cuota de representación que le toca por el pacto de federación con Convergència, el 25% de los cargos orgánicos de CiU. La reducción del número de independientes otorga otro consejero a Unió.

En tiempos de Pujol, los democristianos ocupaban tradicionalmente las carteras de Gobernación, Justicia y Trabajo. Mas ha mantenido la costumbre con Gobernación (las funciones las asume la vicepresidenta Joana Ortega); en Justicia dio el cargo a una independiente propuesta por Unió, Pilar Fernández; y cambió Trabajo por Agricultura, donde repetirá Josep Maria Pelegrí.

Mas ha decidido que un hombre de su máxima confianza, Germà Gordó, gestione Justicia, para dar a Unió un regalo envenenado. Interior goza de mucho peso político, pero su gestión es muy complicada. Una operación que recuerda a la que hizo el socialista José Montilla al nombrar consejero a Saura, algo que lastró a Iniciativa.

Unió confía en que el aumento de su presencia se traduzca en influencia en el Ejecutivo. Los democristianos, muy molestos por el desarrollo de la campaña y la gestión del pacto de legislatura con ERC, pretenden moderar el marcado acento independentista de los consejeros de CDC. Por ello Ortega sigue como vicepresidenta, puesto desde el que deberá trabajan con el hombre fuerte del nuevo Gobierno, el consejero de Presidencia Francesc Homs.

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