Atraer al inmigrante al ‘Estat propi’
CiU hizo varios desplantes hacia los residentes musulmanes, pero ahora multiplica las atenciones y hasta explica en las mezquitas las virtudes de la independencia
“No se puede construir un Estado catalán sin la participación de los catalanomarroquíes”. Àngel Colom, de 60 años, secretario de inmigración de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), repite machaconamente esta frase en las mezquitas de Manresa y Areyns de Mar (Barcelona) o en la Amical dels immigrats Marroquins, en el barrio del Raval.
Habla ante un auditorio al que la independencia inquieta. Algunos inmigrantes están tramitando la nacionalidad española y temen perderla antes de haberla adquirido, otros sospechan que ya no podrán circular libremente por la Unión Europea (UE).
Acompañado siempre por marroquíes, como Noureddin Ziani, presidente de la Unió de Centres Culturals Islàmics de Catalunya (UCCIC), Colom intenta apaciguar sus temores mezclando catalán y castellano, la lengua que predomina entre los inmigrantes en zonas urbanas. “A veces también me traducen al árabe”, precisa en conversación telefónica con este corresponsal.
Colom promete que una Cataluña independiente aceptará la doble nacionalidad; que se buscará un buen encaje para el islam en el futuro Estado; que no se discriminará a los ciudadanos en función de la lengua; que se respetarán los tratados firmados por España con Marruecos.
“Hasta ha llegado a dejar caer que le resultará más fácil al inmigrante obtener mañana la nacionalidad catalana que ahora la española porque la primera se tramitará en Barcelona y la segunda se decide en Madrid, lejos de Cataluña”, señala uno de los asistentes. “Es especialmente ambiguo sobre Cataluña en la UE”, recalca.
“Los inmigrantes toman conciencia de que la crisis que les golpea es especialmente grave en Cataluña a causa del comportamiento fiscal del Estado español”, prosigue Colom al teléfono. “Un Estado catalán puede proporcionarles un mayor bienestar”. “Esta perspectiva les acerca al catalanismo”, añade.
Cuando era delegado de la Generalitat en Marruecos (2003-2004) Colom ya animaba a los jóvenes marroquíes a aprender catalán en los centros subvencionados por su autonomía porque en Cataluña, les decía, sí que tenían futuro. Se sentía a gusto en Marruecos y, tras ser destituido de su cargo, inauguró una champañería en Casablanca.
Los independentistas de Québec (Canadá) perdieron el último referéndum, en 1995, por solo 50.000 sufragios en su mayoría emitidos por inmigrantes que habían adquirido recientemente la nacionalidad canadiense y que no querían ser solo quebequenses. “Lo hemos estudiado”, asevera Colom dando a entender que intentará que en Cataluña no suceda lo mismo.
Cerca de 300.000 inmigrantes afincados en Cataluña han obtenido desde 2000 la nacionalidad española, un 25% musulmanes, y varias decenas de miles la están tramitando. Casi un tercio —270.500 de un total de 835.000— de los marroquíes residentes en España viven en Cataluña. La segunda comunidad musulmana son los paquistaníes (43.000) y la tercera los mauritanos (21.000).
Para atraerles a ellos y a todos los demás inmigrantes al nacionalismo independentista CDC, el partido de Artur Mas, cuenta con la Fundació Nous Catalans (Fundación Nuevos Catalanes) que dirige el propio Colom. Fue esa institución la que organizó, el miércoles en Barcelona, la reunión de Mas con un centenar de asociaciones de inmigrantes firmantes de un manifiesto de apoyo al Estado propio.
Pero este acercamiento a la inmigración no ha llegado a incluir en las listas al Parlament a candidatos de origen extranjero que puedan ser elegidos. Los dos que presenta CiU por Barcelona, una marroquí y un paquistaní, no están en posición de salida.
CiU busca evitar que extranjeros con derecho a voto arruinen su plan
CiU “ofrece un modelo alternativo para gentes que buscan su identidad porque ya no son del todo de allí, pero tampoco son aun plenamente de aquí”, explica el antropólogo Jordi Moreras. “Se les dice para integrarte, para ser de verdad catalán tienes que ser independentista”, añade. “Los inmigrantes son un colectivo heterogéneo y en su mayoría están ahora a la expectativa”, asegura.
Entre los musulmanes de Cataluña CiU ha tenido hasta ahora mala prensa. Hace ya una década, cuando apenas había 39.000 marroquíes en Cataluña, Marta Ferrusola, la esposa del entonces presidente Jordi Pujol, ya advertía de que en breve “las iglesias románicas no servirán [porque solo] servirán las mezquitas”.
Desde entonces ha habido otros muchos desplantes hacia los musulmanes como la prohibición por el ayuntamiento de Salt (Girona), en agosto de 2011, de abrir durante un año nuevos centros de culto en un polígono que había sido reservado expresamente para ello. El alcalde, Jaume Torramadé, de CiU, contó entonces con el apoyo del Partido Popular.
Hace un año se celebró en Barcelona una concentración insólita en la UE. Cerca de 7.000 evangélicos se congregaron, en noviembre, en la Plaza Països Catalans para defender la “libertad religiosa”, la de abrir nuevos templos. Algunos de los convocantes reconocían bajo cuerda que los más perjudicados por las trabas de la Generalitat y de los ayuntamientos no eran ellos sino los musulmanes. Los evangélicos estaban, no obstante, mejor organizados y por eso se echaron a la calle.
Hasta los máximos responsables de CiU han manifestado su contrariedad con la presencia musulmana. Josep Antoni Duran i Lleida, líder de la rama democristiana de CiU, tachó en julio de 2011 de “frívola” y “sin sentido” la iniciativa de la ministra de Exteriores socialista, Trinidad Jiménez, de permitir el voto de los inmigrantes marroquíes en España en las municipales de 2015. Ningún otro dirigente de un partido con representación en el Congreso de los Diputados se pronunció en contra de esa propuesta. Varios colectivos musulmanes describieron su discurso como “islamófobo”.
“Poco a poco estos prejuicios se van desmoronando en el seno de Convergència y se impone el proyecto de una Cataluña integradora”, asegura Latifa el Hassani, responsable del espacio catalano-marroquí de la Fundació Nous Catalans. “Además”, replica Colom, “la Generalitat en manos de CiU mantiene relaciones más que cordiales con Marruecos”.
La campaña causa tensiones en la comunidad marroquí
Pero a Rabat no le agrada la hipotética independencia de Cataluña ni tampoco la de Escocia. Basta con leer la andanadas que la prensa oficialista marroquí lanza contra “los oportunistas que avivan el fuego secesionista”.
El Hassani acudió con otros compatriotas a la manifestación de la Diada en Barcelona con banderas de su país y de Cataluña y a partir de ahí se desataron tensiones en el seno de su comunidad.
“Los representantes de la asociación [marroquí] de Unió Germans del Món han acudido a alguna de nuestras reuniones de sensibilización al Estado propio para amedrentarnos”, acusa El Hassani. “Dicen que defender ese nuevo Estado perjudica a Marruecos que se opone a la independencia del Sáhara” Occidental.
El Hassani sostiene que esta asociación actúa por cuenta del Consulado de Marruecos en Barcelona. Desde “la órbita consular se pide al mundo asociativo marroquí que no apoye la independencia”, señala la web informativa marroquí Alif Post cuya sede está en España.
“Pero si somos totalmente apolíticos”, se defiende, sorprendido, Nouredin Tazaoui, presidente de la asociación incriminada. Denuncia, sin embargo, que hay “una minoría oportunista que busca movilizar a los marroquíes” para que secunden la independencia “con la única intención de que les consigan un puesto de trabajo” o les den subvenciones.
La responsable de prensa de la Embajada de Marruecos declinó dar su versión, pero Susi Alami, un activista independiente que dirige la asociación Itran en Cataluña, desmiente que el cónsul, Ghoulam Maichane, “se inmiscuya en asuntos internos de España”. “Es demasiado profesional para hacerlo”.
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