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La afluencia masiva de jóvenes hacia la pista sembró el caos en el Madrid Arena

Cientos de personas colapsaron el vomitorio durante la actuación del ‘dj’ estrella La Policía Científica recoge la carcasa de una bengala en la sala de baile

Un momento de la actuación de Steve Aoki (al fondo, a la izquierda) en la noche de Halloween en Madrid Arena.
Un momento de la actuación de Steve Aoki (al fondo, a la izquierda) en la noche de Halloween en Madrid Arena. JAVIER J. SÁNCHEZ NOGAR

Varios factores se mezclaron en la tragedia que costó la vida a tres jóvenes la madrugada del pasado jueves en la macrofiesta del Madrid Arena, según las primeras investigaciones de la policía y del Ayuntamiento de Madrid. Un movimiento masivo de gente entre las tres plantas del recinto y la pista central, en el momento en que pinchaba en esta el estadounidense Steve Aoki, cabeza de cartel de la fiesta, pudo estar en el origen del trágico desenlace. La Policía ha empezado a ver las 15 horas de cada una de las 90 cámaras de seguridad del centro, lo que arroja 1.350 horas de visionado. Aseguran que cientos de personas accedieron al Madrid Arena de manera incontrolada cuando comenzó a actuar Aoki. También investigan si el lanzamiento de una bengala desató un pánico colectivo que pudo agravar el apiñamiento de gente que originó la muerte de las tres adolescentes.

AFORO

Lleno a rebosar

Los organizadores del evento comunicaron el 26 de noviembre, dentro del plazo legal para hacerlo, que esperaban a entre 4.000 y 6.000 personas. El Ayuntamiento elevó esa cifra a 7.000 por precaución y trasladó esa información a la Delegación del Gobierno. En los siguientes días se vendieron presumiblemente más entradas, hasta llegar al menos a los 9.650 comunicados el día después por la organización. La Delegación del Gobierno sabía antes del concierto que el número total de asistentes rondaba los 10.000, porque realizó junto al Ayuntamiento una visita de control al recinto una hora antes. Entonces se concluyó que no había irregularidades en el edificio (puertas de emergencia clausuradas, etcétera).

El control de acceso se realizaba en el exterior no del pabellón sino del recinto vallado. Corría a cargo de la empresa Dator, que debía verificar que las entradas fueran válidas. Además, los 75 controladores de la empresa de servicios auxiliares Kontrol 34 debían vigilar que no se colaran menores de edad. La Policía Municipal no intervino porque no se produjo ninguna denuncia de exceso de aforo. La cifra total de entradas vendidas es de 9.650, según los organizadores, pero la cifra está pendiente de ser certificada, como es habitual, por la Sociedad General de Autores. La policía también está investigando el número real de asistentes. Serán los especialistas de Policía Científica los que intenten dar un número aproximado de las personas que había a través de las imágenes de videovigilancia.

CONTROL DE ACCESOS

“Rapidito, rapidito”

Numerosos asistentes al evento han denunciado que los responsables de seguridad no controlaron en la entrada las pertenencias de los asistentes. En estos macroeventos, los vigilantes deben revisar los bolsos y las mochilas para evitar que el público entre con objetos peligrosos, como armas, petardos o botellas de cristal.

“Es obligatorio pedir el carné de identidad y ver el estado en el que está la gente para evitar que entren menores o borrachos, además de evitar que se acceda con droga”, destaca el director de seguridad y responsable de grandes eventos como el Viñarock, Rafael de Castro.

Esto no ocurrió en Madrid Arena, según varios testigos, uno de los cuales asegura haber escuchado a un responsable decir al servicio de seguridad: “Menos mirar y más rapidito, rapidito”. Jorge Morales, portavoz y abogado de Diviertt S. L., la empresa promotora del evento, aseguró (según Europa Press) que no se coló nadie “porque había un triple control de acceso y además porque se podía certificar y calibrar si las entradas eran verdaderas o falsas”. Sin embargo, varios asistentes aseguran que, hacia las tres de la madrugada, el flujo de entrada al recinto era tal que los encargados del control de acceso no leían el código de las entradas (lo que permite determinar si son originales o copias), sino que las guardaban directamente

FLUJO DE GENTE

Choque de riadas

El pabellón Madrid Arena tiene tres niveles: la cota cero, el nivel de la pista, con una superficie de 1.930 metros cuadrados para público (descontando barras, escenarios, etcétera) en la que cabían 3.680 personas. Ese aforo viene dictado por el código técnico de edificación. La pista contaba con un escenario principal y dos secundarios junto a este; había además siete barras. Contaba con siete salidas de unos tres metros de ancho, y otra adicional de nueve metros con salida directa al exterior. Había una más, bloqueada por el escenario. Pero el aforo se calculó descontando esta y el pasillo principal, para mayor seguridad.

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En la cota cinco (a cinco metros sobre el escenario), la grada intermedia, cabían 3.920 personas. En la cota once, la superior, cabían 3.000 personas más. Este nivel, a ras de superficie, cuenta con 40 salidas directas. ¿Podía la gente cambiar de nivel libremente? En principio, sí. De hecho, los aseos están ubicados en las dos plantas superiores, no en la pista.

Alrededor de las tres de la mañana, es decir, una hora antes del agolpamiento de personas en uno de los pasillos de salida de la pista que provocó la muerte de tres jóvenes, había unas 200 personas en la cota 11, y menos de 2.000 en la cota cinco. La pista estaba llena a rebosar, según las citadas fuentes.

Los responsables de la seguridad del Madrid Arena no habían distribuido a los asistentes por las diversas plantas del edificio. “Lo importante es sectorizar la zona para que la gente no se agolpe en un solo sitio. Muchas veces hay que tomar decisiones sobre la marcha para llevar al público a otras áreas y que no se agolpen en un solo punto”, explica el especialista Rafael de Castro.

AVALANCHA

Entrada en tropel

Los testimonios recogidos por los agentes del Grupo V de Homicidios han permitido reconstruir los minutos previos a la mortal avalancha. Todos coinciden en que los que estaban fuera del recinto haciendo botellón entraron en tropel para ver a Steve Aoki, la estrella de la noche. Fuentes policiales aseguran que muchos jóvenes llevaban entrada pero que otros muchos que estaban en los alrededores y que carecían de entrada irrumpieron también. “Hasta entonces no se había producido ningún problema, pero cuando tocó Aoki todo se desbordó. Esa cantidad de gente no la para nadie”, dicen fuentes de la investigación. Se produjo una enorme desbandada de personas que se chocaron con otras que querían abandonar la pista por el mismo pasillo para subir a la grada. Dos corrientes masivas en sentido opuesto con el fatal desenlace.

El Ayuntamiento no comparte, sin embargo, la versión policial. A las fuentes consultadas no les consta que se produjera una entrada masiva por esos tornos en ningún momento, aunque sí apuntan que hubo un apelotonamiento alrededor de las dos de la madrugada, antes de que empezara a pinchar Aoki.

“Lo que habría que haber hecho en este caso es que los vigilantes de seguridad ayudados por otro personal como camareros o auxiliares se hubieran dedicado a sacar a la gente por los laterales del pasillo y acabar con la presión”, añade De Castro.

BENGALA

Análisis de la carcasa

Los especialistas de Policía Científica encontraron ayer durante la inspección ocular del Madrid Arena al menos una carcasa de una bengala que fue explosionada durante los instantes después de que se produjera la mortal avalancha. Los agentes la han remitido a los laboratorios centrales para que la estudien con el fin de sacar algún indicio que permita identificar y detener a la persona que la lanzó. A eso se unieron otros petardos y correcalles (petardos que avanzan tras detonar), lo que pudo agravar el caos.

Fuentes de la investigación han explicado que ya han iniciado el visionado de las grabaciones de las cámaras de seguridad con la intención de ver quién fue la persona que la llevó. El trabajo es arduo ya que detrás hay 1.350 horas de cinta. Los responsables del caso ya han anunciado que, en caso de que arresten al autor de la detonación, le imputarán tres delitos de homicidio consumado (cada uno por las muertes de las tres jóvenes) y otros dos en grado de tentativa (por las dos heridas de carácter crítico). Esto podría sumar penas de hasta 16 años de prisión, ya que este delito está penado con entre uno y cuatro años de cárcel. En el caso de la tentativa, la pena se reduce a la mitad.

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