Completo retorno al pasado
Este miércoles se inicia el juicio contra los presuntos autores del atentado contra Recalde
Al menos, por tercera vez en dos años, el Tribunal de Estrasburgo da un toque de atención a la justicia española por no investigar una denuncia de un caso de torturas. La denuncia, en este caso, procede del director del diario Egunkaria, Martxelo Otamendi, detenido y encarcelado en febrero de 2003 bajo la acusación de pertenencia a ETA, que denunció a miembros de la Guardia Civil de infligirle torturas en comisaria.
Otamendi, absuelto hace dos años, en última instancia, de la acusación de pertenencia a ETA, fue detenido en plena ofensiva de la banda, que asesinó a 50 personas entre 2000 y 2003, y su diario clausurado. La criminal campaña ocasionó una respuesta legítima del Estado con la detención de numerosos terroristas y una decisión político-jurídica de riesgo, como la ilegalización de su brazo político, que se saldó con éxito.
Pero en la respuesta del Estado hubo abusos, como el cierre de Egunkaria y las torturas y encarcelamiento de sus directivos. La ofensiva de ETA, unida a los errores políticos del lehendakari Ibarretxe, generaron una confusión política, en algunos casos interesada, de identificación de nacionalismo y terrorismo que arrastró a las instituciones del Estado. Egunkaria y sus directivos fueron víctimas de una mala deriva en la justa reacción a la ofensiva de ETA. No fueron los únicos y el Estado no lo ha reconocido.
Pero la casualidad ha querido que el retorno al pasado sea completo. Mañana se inicia el juicio contra los presuntos autores del atentado contra José Ramón Recalde, exconsejero socialista del Gobierno vasco y referente intelectual de la izquierda vasca. Gravemente herido en septiembre de 2000, fue una de las víctimas de la campaña etarra de limpieza étnica, iniciada con el asesinato del edil del PP Gregorio Ordóñez, contra líderes políticos y sociales no nacionalistas.
Para fines de los noventa, ETA ya llevaba una amplia lista de atrocidades, pero aquella perversión ideológica elevó aún más el terrorismo como mostró la respuesta al asesinato del edil del PP Miguel Ángel Blanco, en 1997, y al atentado contra Recalde.
El que los presuntos autores del atentado contra Recalde se sienten en el banquillo es la expresión de la derrota de ETA. Recalde, su víctima, defiende que el Estado de derecho funcione. Y con él, la reinserción de los presos etarras, que muestren su rechazo del pasado terrorista. La limpieza étnica de ETA generó un odio natural que algunos no superan, otros lo usan políticamente y se acaba tornando en rémora en el fin del terrorismo. Pero Recalde, víctima emblemática de ETA, está por la convivencia y no por la venganza en este completo retorno al pasado.
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