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El laboratorio de los recortes

Alberto Núñez Feijóo metió la tijera a las cuentas antes que nadie, pleiteó contra Zapatero y presume de presidir “la comunidad más solvente”. Pide “otra oportunidad”

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en una imagen de archivo.
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en una imagen de archivo.Lavandeira jr (EFE)

Alberto Núñez Feijóo corrige personalmente los comunicados de prensa de la Xunta. Desde el asiento de atrás de su coche oficial aprovecha los desplazamientos para tachar titulares, afilar verbos y destacar lo que más le interesa de sus discursos. El gestor que ganó fama en Correos y el Insalud allá por los noventa a la sombra de pesos pesados del aznarismo como José Manuel Romay Beccaría y Francisco Álvarez-Cascos no se acostumbra a delegar. Durante los últimos tres años y medio todas las políticas de su Gobierno estuvieron personalizadas en él, empecinado en controlar cada euro que salía de las arcas públicas.

Antes incluso de recuperar la Xunta para el PP había anunciado que vendería los audis (la mayoría adquiridos por Fraga) que su partido convirtió en símbolo del supuesto despilfarro de la coalición que mandó en Galicia entre 2005 y 2009. Y nada más flanquear las puertas de la Administración, en abril de 2009, se apresuró a denunciar un presunto agujero en las cuentas de 2.000 millones, consecuencia de la abrupta caída de ingresos durante el estallido de la crisis. El argumento le sirvió de coartada para olvidar su principal promesa electoral: rebajar el IRPF a 600.000 familias para fomentar el consumo, un anuncio del que nunca más se supo.

Sin dinero con que regar grandes obras, cada jueves las reuniones de su Gobierno fueron despachando asuntos de trámite y haciendo virtud de la necesidad: la austeridad convertida en letanía valió para reducir consejeros, fusionar departamentos internos, ahorrar gasoil en los hospitales, reducir asesores y hasta para restringir la financiación pública de los medicamentos. Tras la aprobación del llamado catálogo farmacéutico, la sanidad gallega empezó a cubrir solo las medicinas más baratas para cada dolencia. En un año la Xunta ahorró 100 millones de euros. Y de paso abonó uno de los muchos conflictos que Feijóo mantuvo con el Gobierno de Zapatero a quien el PP hizo culpable de todos los males que azotaban a Galicia. El Ministerio de Sanidad interpuso un recurso de inconstitucionalidad por entender que la Xunta invadía sus competencias y el pleito lo utilizó Feijóo para decir que los socialistas ni siquiera le permitían ahorrar. Enfrentamientos similares se sucedieron con los ministerios de Industria y de Hacienda.

Rajoy pone a Galicia como ejemplo de sus "políticas de austeridad"

Hasta que llegó Mariano Rajoy a La Moncloa y el Ejecutivo de Feijóo dejó de ver a Madrid como problema y de reclamar deudas y plazos del AVE que antes se fiscalizaban semanalmente. Durante todo el trienio, las facturas de las grandes obras —como el futuro hospital de Vigo o la autovía de la Costa da Morte— se aplazaron mediante una polémica fórmula de colaboración público-privada que deberán asumir los próximos cinco gobiernos de la Xunta durante 20 años. Siempre que los proyectos se lleven a cabo, porque de momento ambos permanecen estancados. A las empresas adjudicatarias les falta la financiación de los bancos.

No podrán buscarla en las cajas gallegas (Caixa Galicia y Caixanova), cuya fusión propició el propio presidente para “preservar el ahorro en Galicia” y que derivó en estrépito: el banco resultante precisa 7.000 millones de euros y corre un riesgo serio de ser subastado a un precio pírrico. Los gestores que propiciaron la ruina se marcharon con sus indemnizaciones millonarias sin que el Parlamento se atreviese siquiera a investigar lo que pasó. Durante meses el PP advirtió que airear los trapos sucios complicaría el proceso de recapitalización y cuando este fracasó, Feijóo ya había disuelto la Cámara para convocar elecciones.

Colectivos de todos los colores han protestado durante 40 meses contra tanto tijeretazo: la tarjeta sanitaria dejó de ser gratuita para costar 10 euros, los padres mileuristas empezaron a pagar libros de texto que antes financiaba la Xunta y las ayudas a la dependencia se reservaron a los casos más graves. Pero ninguna protesta ha cambiado el rumbo de la Administración.

El líder del PP gallego insiste en que menos déficit son “intereses que se pueden dedicar a financiar el gasto social”, que las matrículas universitarias “costarán menos aquí”, donde “habrá sanidad gratuita para los inmigrantes sin papeles”. Todo, con tal de consagrar el argumento de “la solvencia de Galicia” que ya le acompañará a las urnas. Y hasta el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que tiene a sus órdenes en el segundo escalafón a dos exconsejeras de Feijóo (Sanidad y Hacienda), cita a la Xunta como inspiradora de sus recortes en una comparación que molesta incluso a sus compañeros gallegos.

El paro se desbocó y pasó de 230.000 a 300.000 personas. Alegó no tener competencias para crear empleo

En el otro platillo de la balanza, el paro se ha desbocado: ha crecido durante la legislatura en 70.000 personas hasta los 300.000 desempleados para un territorio con 2,7 millones de habitantes. El propio Feijóo constató su fracaso en febrero de 2011 cuando dijo en el Parlamento autónomo que Galicia “no tiene casi competencias para crear empleo”. Convencido de que es su asignatura pendiente, ahora anuncia que el siguiente mandato será el del “crecimiento económico”. Durante la precampaña avanzó un contrato por el que la petrolera mexicana Pemex iba a encargar 16 barcos a astilleros gallegos. El acto lo retransmitió en directo la televisión autonómica —cuyo equipo directivo designó el PP y que le sigue a todas partes— pero de momento solo han fraguado dos encargos que además el próximo Gobierno mexicano amenaza con anular.

Hace cuatro años también prometió dosis de regeneración suficientes para “acabar con el caciquismo en un día”, pero la legislatura la ha terminado con una polémica propuesta para reducir diputados que encubría el plan para primar el peso electoral de la provincia de Ourense. Allí sigue el clan de los Baltar, famoso por sus escándalos caciquiles tanto como por llenar la saca de votos del PP con porcentajes que en algunos Ayuntamientos superan el 70% del censo. El rechazo social a la propuesta convenció a Feijóo de que mejor que recortar diputados era adelantar las elecciones y contener así la sangría de votos que implica cada recorte de Rajoy. En los últimos días pide elegir entre el PP o el caos, reclama una segunda oportunidad y ha dejado de llamar “don Mario” a Conde, que de compañero de tertulias ha pasado a convertirse en un rival.

Hitos de la legislatura del presidente gallego

1 de marzo de 2009. Elecciones en Galicia: Feijóo obtiene 38 escaños y recupera la Xunta para el PP cuatro años después.

29 de marzo de 2010. Feijóo anuncia la fusión de Caixa Galicia y Caixanova tras meses de negociaciones entre ambas entidades y cambiar la ley para propiciar la integración.

13 de diciembre de 2010. Feijóo y el ministro de Fomento, José Blanco, firman el pacto del Obradoiro y acuerdan 2015 como la fecha de llegada del AVE a Galicia.

30 de diciembre de 2010. La Xunta crea el catálogo farmacéutico para financiar solo las medicinas más baratas para cada dolencia. La medida ahorró 100 millones de euros en su primera año.

9 de febrero de 2011. Feijóo proclama durante el debate del estado de la autonomía: "Galicia casi no tiene competencias para luchar contra el paro". La oposición la reprocha que concurriese a las elecciones para solucionar la crisis.

30 de septiembre de 2011. El FROB toma el control del 93% de la caja fusionada. La suma de Caixa Galicia y Caixanova pasa a valer 181 millones de euros.

24 de mayo de 2012. Feijóo anuncia un acuerdo con Pemex para construir 14 barcos en astilleros gallegos. El PP saluda el pacto como "la mejor noticia económica del siglo XXI".

27 agosto de 2012. Feijóo disuelve el Parlamento gallego y convoca elecciones anticipadas para el 21 de octubre.

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