El candidato perenne
El cónclave deja en el aire la candidatura hasta después de las elecciones gallegas y vascas
El comité federal que el PSOE celebró este domingo era una reunión clave para el líder del partido, Alfredo Pérez Rubalcaba, para su equipo y para sus planes de futuro. La cita salió bien, según lo previsto, pero deja en el aire algunas incógnitas que el PSOE sigue postergando para mejor ocasión. Nadie relevante discute abiertamente el liderazgo actual de Rubalcaba, el sector partidario de Carme Chacón en el último y discutido congreso prácticamente ha desaparecido, los barones regionales —antes más dispersos y críticos— están enfangados en otras ocupaciones más vitales e incluso el tono de hombre de gobierno y de Estado empleado en su estilo de hacer oposición es asumido como el único realmente posible en estas circunstancias. Parece que no hay otra opción posible.
Los periódicos desbarres políticos de Tomás Gómez, el líder del partido en Madrid, se interpretan casi ya como un problema personal, de choque de caracteres, que tiene imposible solución negociada. De hecho, el propio Gómez los interpreta también como parte de su estrategia para sobrevivir a las trampas que le depara regularmente la dirección federal para cuestionar en cuanto puede su liderazgo en su territorio. Hasta el punto de plantearse competir contra Rubalcaba en un futuro si no le dejan de buscar alternativas en Madrid.
Pero que todo el mundo en el PSOE, como en los demás partidos e instituciones relevantes del país, tenga claro que en estos momentos el único asunto que debe preocupar y ocupar es cómo salir de esta brutal crisis que asola España no quiere decir, ni mucho menos, que Rubalcaba tenga su futuro político despejado. Ni mucho menos. Aunque las preocupaciones y los escollos que deberá superar en los próximos meses serán muy diferentes a los que venció cuando ganó el liderazgo interno del partido a Chacón en marzo por una veintena de votos.
La mayoría abrumadora de las intervenciones en el comité federal de este domingo le refrendan en que su discurso actual es el único viable (pese a que las encuestas le suspenden dramáticamente en gestión y confianza), le respaldan en que ha llegado el momento de hacer más visible una alternativa distinta socialista (con nuevas leyes, distinta presión fiscal y otros presupuestos) y le impulsan de manera indiscutible como el líder de un proyecto que se consolidará en la Conferencia Política de noviembre. El propio Rubalcaba quiso subrayar en su discurso a puerta cerrada (como gesto al aparato y para favorecer el debate) que su meta está en las elecciones generales de 2016. Su equipo entiende que esa meta tan precisa quiere decir que el único candidato plausible en estos momentos es Rubalcaba. Pero no todos en el PSOE piensan igual, incluso en el entorno del propio Rubalcaba.
En la conferencia política de noviembre se ratificará la línea de oposición alternativa inaugurada este domingo, se profundizará en la idea de que el Estado de bienestar aún es viable pese a la crisis y se discutirá sobre el tipo de primarias abiertas a la militancia con las que se seleccionará al futuro candidato a la presidencia del Gobierno. La mayoría de los dirigentes socialistas consultados estos días auguran que ese candidato, con las condiciones actuales, solo podrá ser Rubalcaba. El candidato perenne. Pero ese debate no está cerrado porque ni siquiera está oficialmente abierto. Llegará.
En el entorno del presidente del PSOE, el poderoso José Antonio Griñán, ahora de nuevo en fase de lealtad total e institucional con Rubalcaba, lo que se destaca es que queda mucho tiempo para despejar esa ecuación. Aunque se matiza que llegado el momento de las primarias, que se celebrarán si hay alternativa, Rubalcaba tendría que dejar la secretaría general, incluso físicamente la sede del partido, para competir realmente en igualdad de oportunidades y no como en la última ocasión. Otros barones, incluso próximos al líder socialista, lo que puntualizan es que la candidatura debería resolverse, tras las elecciones en Galicia y Euskadi del 21 de octubre, cuanto antes, incluso la próxima primavera, para dejar atrás rápidamente esa crisis interna que vendrá y ponerse a trabajar en bloque ante los siguientes comicios autonómicos y municipales, que creen deberían ser los del desgaste final de Rajoy.
Los comicios en Galicia son determinantes porque pueden suponer la primera gran victoria de Rubalcaba frente a Rajoy en su territorio base y nuclear. Los de Euskadi deben aclarar el futuro político de Patxi López, el presumible relevo. Si ese plan B también fallase siempre quedaría Rubalcaba, el perenne.
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