El dilema de la Ciencia Política
La Ciencia Política encara hoy uno de los principales dilemas de su atribulada historia: el de cómo idear un futuro donde el presente la mantiene paralizada y el pasado se ha desvanecido ante sus pies. El Congreso que se celebra en la Universidad Complutense de Madrid trata de superar este reto, apenas a 500 metros del paso de la marcha de los mineros hacia la capital.
La parálisis de la Ciencia Política procede de su erradicación por la Economía, cuyo discurso abarca ya casi toda la realidad que conocemos.
Quien se ha desvanecido es el Estado, esa construcción histórica que sirvió durante siglos para armonizar los intereses públicos y los privados, como teorizara Friedrich Meinecke.
Los politólogos coinciden en que el Estado se abisma cada día un tramo más abajo, hostigado por multitud de nuevos agentes que comparecen en la arena internacional, desde grandes corporaciones supranacionales hasta caprichosos fondos de pensiones o asociaciones criminales del tipo de los cárteles del narcotráfico. Entre todos disputan al Estado cada palmo del terreno que históricamente ocupó.
Lo grave no es la sustitución de unos agentes históricos por otros -suele ser ley de vida- sino la desaparición de la dimensión social de la acción política, que dentro del discurso economicista, queda sepultada por el mero interés de particulares tan poderosos como las multinacionales o tan anónimos como los mercados. Ello acarrea una grave degradación de la democracia, el Gobierno de la mayoría respetuoso con las minorías.
“El caso es que ya no hay respuestas totalizantes, como las que implicaron los grandes discursos filosófico-políticos del siglo XIX, desarrollados en el siglo XX”, dice Juan Luis Paniagua, politólogo, presidente de la Asociación Española de Ciencia Política y catedrático en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. “Por esa razón, reina la perplejidad ante la envergadura de los retos, muy pocos buscan ya una explicación global a los problemas globales y muchos politólogos se limitan a estudiar pequeños campos especializados, eso sí, con una gran pluralidad metodológica”. A su juicio, los científicos de la Política asisten perplejos a una realidad evanescente, donde la única hegemonía real, el único poder, es el de los mercados. “Prima, en solitario, el discurso neoliberal”, señala.
El desafío para la Ciencia Política es pues, diagnosticar qué es lo que sucede, paso ineludible para intentar con éxito solucionar los graves problemas del presente y el futuro. “Es cierto que hubo excesos en cuanto al peso del Estado, pero todo indica que va a ser preciso recobrar siquiera una parte de aquella presencia para recomponer un puzzle tan delicado y desvertebrado como el que nos presenta hoy la realidad política”, concluye el anfitrión del Congreso Mundial de Ciencia Política.
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