Dívar superará probablemente el pleno de mañana sobre su dimisión
El futuro del presidente del Supremo depende de nueve vocales del CGPJ que no tienen claro su voto El Ministerio de Justicia apela a la unidad y a la responsabilidad institucional
El presidente del Supremo y del Poder Judicial, Carlos Dívar, vive horas aciagas. Si el miércoles superó el examen de la Sala Penal del Supremo que archivó la querella presentada contra él por los 32 viajes de fin de semana largos a Puerto Banús y otros destinos, mañana se enfrenta a un pleno del Consejo cuyos dos únicos puntos del orden del día son su dimisión y su remoción.
Tanto para uno como para otro supuesto, para conseguir su aprobación, serían necesarios 12 votos favorables, es decir, tres quintos de los 20 votos posibles, ya que el presidente no puede participar.
Sin embargo, las perspectivas no son tan negras ni ominosas para Dívar como los enunciados proclaman. Aunque desde fuera alguien podría pensar que las posturas de los vocales están claras, lo cierto es que todo el mundo se está moviendo y salvo los cinco que han pedido la dimisión por un lado y los otros seis que sostienen a Dívar por otro, los cambios de postura están a la orden del día. Llamadas desde el Ministerio de Justicia apelando a la unidad y a determinados partidos políticos para que presionen a los vocales propuestos por ellos, sobre la base de la responsabilidad institucional, hacen muy difícil un pronóstico estable.
Tanto es así, que lo que parecía inamovible el jueves —con 12 apoyos a la dimisión de Dívar— ya no lo es hoy, cuando se habían desmarcado algunos de los que habían prometido apoyarla. La clave está en los vocales de la Asociación Profesional de la Magistratura, Manuel Almenar, Pío Aguirre y Miguel Collado, que desean que Dívar dimita, pero se muestran melifluos en la forma de exigir esa dimisión.
La mayoría se muestran partidarios de una salida con dignidad para Dívar, pero este se aferra al sillón y, como cree que los “indignados” no cuentan con los votos suficientes para exigir su dimisión, ha decidido someterse al escrutinio del pleno y, antes de que se celebre y de conocer el resultado, en un acto de suficiencia, ha invitado a todos los vocales a que asistan al izado de la gran bandera española de la plaza de Colón, este domingo, que, por turno, le corresponde presidir.
Igualmente ha invitado a los vocales a que asistan el próximo miércoles en Cádiz a los actos del Bicentenario del Tribunal Supremo, dando por sentado que va a superar el pleno que reclama su dimisión.
Quien no lo tiene tan claro es la Casa del Rey, que ya ha notificado al Consejo del Poder Judicial que hasta el último momento no decidirá la asistencia del Monarca al acto que se celebrará el lunes en el Tribunal Supremo y que evidentemente dependerá de cómo haya discurrido el pleno de mañana. Es público y notorio que no se desea otra crisis institucional con tantos presidentes de Cortes Supremas de Iberoamérica invitados al acto, pero tampoco se quiere que el Rey presida un acto junto a alguien que posiblemente no dure en su puesto más allá de esa semana y precisamente por cargar a los presupuestos de la institución gastos de actividades privadas.
De momento las espadas están todavía en alto, y todo el mundo trata de recabar consensos y apoyos para sus posturas. El escenario más probable, sin embargo, es que en la votación propuesta por los vocales de Jueces para la Democracia, haya ocho o nueve votos a favor de la dimisión de Dívar, cinco o seis abstenciones y seis en contra. Lo que evidentemente colocaría al presidente en una difícil situación, pero no sería suficiente.
La votación sobre la remoción por falta de explicaciones propuesta por el vocal Gómez Benítez, que fue el denunciante del caso, no tendría ningún apoyo, salvo que a última hora, los de Jueces para la Democracia a la vista de la postura del presidente y de la votación sobre la dimisión, decidieran respaldarla.
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