La renovación orgánica del PNV allana el camino hacia el Gobierno
El partido tiene ya la mirada puesta puesta en la elección del candidato a 'lehendakari'
Todo está ya preparado en el PNV para hacer frente al último de los tres grandes retos internos que afronta cada cuatro años. Tras la reelección de Iñigo Urkullu como presidente, en enero, y la renovación este sábado de las tres ejecutivas territoriales, la mirada está ya puesta en la elección del candidato a ser el próximo lehendakari. Aunque tercer objetivo en el calendario, encabeza el orden de relevancia para los nacionalistas, habida cuenta de que la pretensión de recuperar el Gobierno vasco ha guiado su acción política desde 2009. Por eso, el debate sobre el proceso para designar al futuro aspirante abrirá mañana el primer encuentro de la renovada dirección peneuvista en Sabin Etxea.
Se trata de una cuestión omnipresente en los últimos meses, pero que ha permanecido en la sombra hasta la completa renovación de la ejecutiva, finalizada este sábado, ya que recae sobre esta la última palabra respecto al candidato. Por eso no se ha incidido en unas quinielas que apuntan hacia el actual presidente del partido, Iñigo Urkullu, como principal aspirante a comandar la nave electoral del PNV. Un papel que, en principio, dificultan las propias normas internas de funcionamiento, que impiden compatibilizar el liderazgo orgánico con la representación institucional. Es una norma no escrita, la bicefalia, pero fijada por la costumbre y a la que hay fundadas resistencias a renunciar.
Sin líder al partido
La designación de Urkullu como aspirante a lehendakari dejaría sin líder al partido y abocaría, en teoría, a reiniciar el proceso para elegir a su presidente. En teoría, porque no siempre ha sido así y la historia sienta precedente cuando la norma no está escrita.
La opción de evitar la puesta en marcha de la compleja maquinaria interna ensancha el camino para la designación de Urkullu. Máxime, si su relevo orgánico sale de una ejecutiva repleta de personas de su confianza, sobre la que tiene un control casi absoluto. Solo dos de los 14 integrantes de la dirección nacional, los guipuzcoanos Joseba Egibar y Aitor Olaizola, se pueden encuadrar en el sector crítico y no se presume que gocen del apoyo suficiente como para hacerse con el mando del partido. La continuidad quedaría garantizada de puertas hacia dentro y la línea moderada de gestión sobre identidad se presentaría como reclamo electoral.
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