Rajoy hace el discurso duro sobre ETA con Amaiur y el ‘blando’ con el PNV
Erkoreka le pide acercar presos y el líder del PP le plantea hablar “con prudencia”
Si hay algo en lo que cree Mariano Rajoy es en la política discreta de los despachos. Sobre todo en asuntos delicados, como el del fin de ETA. Ayer, el presidente electo dejó muy claro, en dos intervenciones clave ante el PNV primero y Amaiur después, que hay dos Rajoy. Uno, en público, que se muestra duro con Amaiur en un vibrante debate con todo el hemiciclo en un sobrecogedor silencio. Otro, en privado, que está dispuesto a hacer cosas para facilitar el fin de la banda terrorista.
Rajoy es el presidente del único partido de los grandes países de la Unión Europea que aglutina a toda la derecha, también la extrema. Y siempre trata de cuidar a todo su electorado. Pero a la vez, quiere demostrar, sobre todo en el País Vasco, que es un hombre de Estado y que dará sin armar ruido los pasos necesarios para facilitar el fin de ETA. Sobre todo un posible acercamiento de presos, que es perfectamente legal, lo que más le preocupa.
Para ese camino, Rajoy ha elegido un socio: el PNV. Está estrechando lazos con Iñigo Urkullu, su líder, a quien ha llamado esta misma semana para preparar la sesión de ayer y pedirle su abstención. La logró. Y en justa correspondencia le dejó caer a Josu Erkoreka, portavoz del PNV, que está dispuesto a dar pasos: “Ha llegado el momento de poner en marcha una política penitenciaria más abierta, sin merma de legalidad, para consolidar la paz”, le pidió Erkoreka.
Rajoy, después de una apelación a las víctimas que emocionó a su bancada y la reclamación de que ETA se disuelva, le lanzó el mensaje político de fondo: “Me ha gustado que utilizara expresiones como prudencia, sensatez, tiempo, y no estridencias. Hablaremos con ustedes. Sé lo que significa el PNV. Estaré siempre en el Estado de derecho y en la ley. Espero que podamos arreglar de manera definitiva este asunto. Contaré con ustedes y espero que lo hagamos”. Eso sí, todo con mucha cautela para no molestar a su electorado más extremo.
Todo estaba entre líneas. Tanto que Erkoreka, que conoce las conversaciones y el trabajo de despacho de Rajoy con Urkullu, le contestó: “Hay una legislación penitenciaria flexible. Por tanto, en el terreno de la prudencia y de la discreción tenemos mucho campo en el que trabajar conjuntamente. Todo está dicho: discreción y compromiso”.
Después de la alta política con el PNV, llegó el momento de enfrentarse a Amaiur, a la que Rajoy ha condenado al Grupo Mixto. El presidente electo podía no contestar a su portavoz. Pero decidió hacerlo. La Cámara escuchó en silencio cómo Iñaki Antigüedad tendía la mano a Rajoy. “Estamos condenados a entendernos, no solamente a vernos y a oírnos”, le decía mientras el presidente apenas le miraba, en un gesto de desdén, pero le escuchaba con detalle, como se vio después. Nadie en el PP movía un músculo. Hasta los más duros se tragaban su rabia contra Antigüedad, un conocido miembro de Batasuna. Todo medido. El portavoz de Amaiur demostró que ha ido al Congreso a hacer política. Habló con respeto, y aunque repitió la retórica habitual sobre el reconocimiento a “todas las víctimas”, emplazó a Rajoy a dar pasos: “Implíquese, impliquémonos todos en estos nuevos tiempos. Sea radical, sea un estadista, que es lo que en este Estado hace mucho tiempo falta”.
Rajoy se creció. Recordó a todas las víctimas de ETA: “He sido ministro del Interior. He visto a muchas familias destrozadas”. Es ETA la que tiene que disolverse, le dijo para rematar con un “yo no le debo a usted nada” que emocionó a su bancada. Antigüedad recogió el guante e insistió en hacer política: “Evidentemente, usted no me debe nada. Pero como dijo Isaac Rabin, la paz se hace con el enemigo, no con el amigo. Amaiur va a perseverar”.
Y Rajoy, con tono duro, de nuevo lanzó el mensaje político. “Estamos hablando de la vida de seres humanos. Es muy serio. Estamos hablando de cumplir la ley. Me parece bien que sea perseverante. Solo le pido que sea usted perseverante a la hora de decirle a ETA que tiene que disolverse”. Nadie hubiera imaginado un debate así, y que concluyera con el presidente pidiéndole al portavoz de Amaiur que ayude al fin de ETA.
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