Sho Hagio, 'euskaldun'
Es el director de la Euskal Etxea en Tokio. Filólogo y profesor universitario, aprendió euskera hace 29 años
Sho Hagio (Fukuoka, Japón, 1962) pisó por primera vez Euskadi en 1984. Tenía 22 años y tras volar a París cogió un tren a Hendaya. No imaginaba que el trayecto le serviría para practicar el euskera que había estado aprendiendo durante dos años en Tokio. Sus acompañantes de vagón, unos jóvenes euskaldunes, no dieron crédito cuando el japonés empezó a cantar con ellos Txoria txori de Mikel Laboa. Se lo llevaron a sus casas, en Zumaia, a pasar sus primeros días en el País Vasco.
Casi tres décadas después de este viaje iniciático para profundizar en la cultura vasca, una de sus grandes pasiones, Hagio es director de la Euskal Etxea de Tokio que se creó hace dos años y cuyo presidente es Jon Berastegi. Un centro vasco con solo cinco socios y con la actividad paralizada tras el desastre de Fukushima de marzo. Estos días, Hagio se encuentra en San Sebastián donde participa en el 5º Congreso Mundial de Colectividades Vascas en el Exterior que arrancó ayer en el Kursaal.
Hagio está nervioso y cansado pero cualquier excusa es buena para hablar en euskera. Se expresa con fluidez, mejor que en castellano pero algo de prisa porque tras la entrevista con este periódico, el lehendakari Patxi López recibía al japonés junto a las otras delegaciones de los 24 países que participan en las jornadas.
El centro vasco creado hace dos años ha cesado su actividad tras lo de Fukushima
Para explicar su atracción por todo lo relacionado con la cultura vasca, Hagio, filólogo de formación y profesor en una universidad de Tokio, se remonta al periplo de Francisco de Javier, jesuita navarro en sus misiones por el oriente asiático. “Todos los japoneses conocemos su historia porque fue el primer europeo en llegar a Japón y hay muchos libros escritos”, señala.
Ya hace 20 años en Japón interesaba el tema de la lingüística y el conflicto vasco en torno a ETA. “Pero hoy los jóvenes son más apolíticos y se interesan por la gastronomía, la música y el deporte, no solo los rurales sino el fútbol. Hay mucha afición al Athletic de Bilbao en Japón”, comenta.
Me interesa las relaciones profundas y la solidaridad de los vascos”
Su interés por el euskera y la cultura vasca empezó como “una mera curiosidad intelectual” hace 29 años. Por casualidad vio un anuncio en la Universidad de Waseda de Tokio en la que se daban clases de euskera. “La profesora había vivido en el País Vasco y para no olvidar el euskera daba clases pero sin titulación oficial”, recuerda. Sin DVD y con poco material didáctico a su alcance utilizaban cintas con las que repetían los sonidos de las palabras: “Humeak bezala entzun eta esan (como niños oír y decir)”, recalca.
No recuerda las veces que ha estado en el País Vasco pero lo que sí tiene claro es lo que le interesa de los vascos: “Sobre todo, su sistema de relaciones profundas, ligadas como cadenas, y esa mezcla de solidaridad e individualidad con la que viven y mantienen las tradiciones”.
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