El arca de Monago

Cuentan que al ministerio franquista de Trabajo de Licinio de la Fuente se le conocía como El arca de Noez. El ministro era natural del pueblo toledano de Noez y colocó en el departamento a muchos paisanos. José Antonio Monago, presidente de Extremadura, sigue el ejemplo del prohombre de Noez. Ha convertido a la Junta en un arca para salvar del diluvio de la crisis a una pareja de parientes de cada uno de los altos cargos de la Junta. Primos, cuñados, sobrinos, tíos, parejas y demás familia de consejeros y directores se han convertido en asesores, chóferes, jefes de gabinete o de servicio con sueldo oficial.

La denuncia procede del expresidente de la Junta, Fernández Vara. Monago (monaguillo, cetre, chupacirios, obispillo y rapavelas, dice la RAE) se ha llamado a andana del enjambre familiar que se precipita sobre Extremadura como plaga de langosta y ha dejado al portavoz del PP en la asamblea, Luis Alfonso Hernández, que se ensucie con el repulsivo argumento de “los cientos de casos” de enchufismo del PSOE. Como si el abuso de ayer justificara la tropelía de hoy. El patio de Monago es particular y emplea a los parientes (según él) como los demás.

El Premio Perlita de Huelva (Precaución funcionario conductor) a la tontuna mayor es para Fernando Manzano, presidente de la mesa de la Cámara. Ha nombrado chófer a un primo suyo con el pretexto de que necesita un conductor de confianza “porque va escuchando las conversaciones”. Tanto estudiar para excretar tales simplezas. Nadie podrá decir que el PP no enseñó en las autonomías las cartas que piensa jugar en el Gobierno. Quizá no tenga programa económico, pero tiene planes. Muy personales.

Quizá los tres millones y medio de empleos prometidos por el impávido González Pons empiecen por la parentela; los recortes en educación y en otras prioridades equivocadas quese practican en varias comunidades del PP nunca hundirán el arca que protege al enjambre de familiares cruzados en la madeja inextricable de paniaguados públicos.

El contubernio extremeño nos informa con claridad que el PP (si gana las elecciones) gobernará “sin complejos”, es decir, sin escrúpulos. Confiemos piadosamente pues en estar equivocados.