“Hoy hay mucho que celebrar: ¡Es el último desfile de Zapatero!”
Algunos asistentes se quejan de que la organización ha alejado al público de las tribunas
"Es el último desfile de Zapatero. Hoy hay mucho que celebrar, y el 20-N, más", comentaba con una sonrisa de oreja a oreja Teresa, que había acudido con su nieto. José Antonio, que portaba una enorme bandera, había pegado al palo un cartel en el que se leía: “¡Por fin! Hasta nunca Zapatero”. Entre el público asistente a la parada militar por la Fiesta Nacional esta mañana en Madrid hubo, como otros años, constantes abucheos al presidente del Gobierno, aunque a diferencia de la edición anterior, no se produjeron en los momentos más solemnes del acto, como el homenaje a los caídos, ni llegaron a las autoridades. Muchos de los asistentes se quejaban, precisamente, de que esta vez les habían alejado demasiado de las tribunas donde el objetivo de sus pitidos no podía oírles.
“Venimos todos los años, por sentimiento de patria, pero este no me está gustando porque no se oye nada. No quieren que sepamos lo que hacen para que no haya pitadas. Si lo sé, me traigo una radio para ponerme el himno”, se quejaba José María, con su hija a hombros preguntando cuándo salían los caballos. Con una enorme bandera en una mano y el bastón en la otra, Ángel, de 70 años, levantaba la voz: “¡Yo he venido porque soy un patriota y no entiendo por qué no me han dejado acercarme a las tribunas!”.
La frustración que sintieron algunos al verse tan lejos -no ya de la vía por la que desfilaban 3.000 militares y 147 vehículos, sino de Zapatero- era prueba de que habían acudido a la parada solo con un objetivo: abuchear al presidente del Gobierno. “¡Zapatero, devuélvenos España!”, se oía de vez en cuando. “¡Sí a la guerra!”, gritaban algunos.
Como en otros años, también se vieron banderas franquista que portaban adolescentes nacidos en democracia. Y muchas banderas, aunque lamentablemente para los vendedores, la mayoría las había traído de casa: “El año pasado ya fue malo, pero este es todavía peor”, se quejaba uno de ellos.
Entre el público, como en ediciones anteriores, había muchos inmigrantes. “Mi hija está en el Ejército, estoy muy orgullosa”, decía Agustina, de Perú. A su lado, Maricarmen opinaba: “Yo vengo todos los años. Me gusta mucho porque cuando vengo me siento más española”. Y enseguida añadía: “Zapatero se merece los pitidos. Ha dejado España hecha un solar”.
María Elena, chilena, con una bandera española comprada en un puesto por dos euros, contemporizaba: “Son normales los abucheos. La gente mayor está muy enfadada y los jóvenes, defraudados por la crisis. Aquí, en Europa, en mi país y en todo el mundo”.
Quien no alcanzaba a ver entre la multitud, podía seguirlo por las enormes pantallas, novedad de este año. Pero también ahí había reproches: “No están enfocando nada a Rajoy, que es el próximo presidente del Gobierno”, se quejaba Germán, de 23 años, envuelto en una bandera española. Cerca, Javier, criticaba los abucheos: “No me parece que sea el día para eso. Es una falta de respeto”. Era la segunda vez que acudía la desfile. “Me gusta mucho lo militar. Además, este año hay museos gratis abiertos. Voy a ir al Naval y al Reina Sofía”.
Unos se quejaban de que había sido más austero que otros años: “Han desfilado menos militares y menos vehículos, para ahorrar combustible”, decía Javier, de 52 años, exlegionario. Y otros de que era demasiado caro: “Con la crisis que hay, no deberían haber sacado los aviones. Cuesta muchísimo mover esos aparatos”, opinaba Alejandro, de origen colombiano.
Los abucheos se extendieron con fuerza de nuevo al final del desfile y al paso de los vehículos oficiales. “Es normal y tienen que aceptarlo. La gente tiene derecho a protestar”, Isaac, que abandonó su vocación militar “por el bajísimo salario”.
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