Ourense emplea a 400 ediles del PP y familiares suyos
El presidente de la Diputación paga a 950 personas que se llevan un tercio del presupuesto
José Luis Baltar Pumar acumula 21 años al frente de la Diputación de Ourense, que pretende legar —como ya hizo con la presidencia provincial del PP— a su hijo, José Manuel, hoy vicepresidente del Parlamento gallego. Se autodefine como un “cacique bueno” y suele recordar a los vecinos en los mítines que su brigada de obras llegará rauda a asfaltar pistas y carreteras si las municipales las gana un alcalde popular. El sempiterno barón, que amenazó con romper el último Gobierno a Manuel Fraga si no se avenía a sus manejos, ha controlado desde siempre su provincia con mayorías absolutas en sus feudos rurales, donde obtiene porcentajes de voto escandalosos, que superan el 70%.
La Diputación, la segunda mayor empresa en personal de Ourense, 950 nóminas de las que 400 se reservan para alcaldes del PP o familiares directos, gasta en el capítulo de recursos humanos un tercio de sus cuentas anuales. Incluso dedica una partida para ayudar a sus trabajadores fijos a pagar la hipoteca. Mientras Baltar presume de no subcontratar servicios, de que los camiones que recogen la basura los conducen funcionarios bien pagados, su institución roza el máximo de deuda permitida, 80 millones, el 110% de su presupuesto. Coincidiendo con las vísperas del último congreso del PP de Ourense, un pulso a Feijóo que acabó ganando para que su hijo le sucediese al frente del partido, convocó oposiciones en la institución provincial. Los nuevos puestos se los adjudicaron los compromisarios del congreso o familiares de estos que apoyaron a su vástago. Entonces, incluso los colaboradores de Feijóo hicieron oír sus quejas sobre las prácticas de la saga.
El edificio Simeón, un centro cultural en la capital, emplea a 33 porteros para cuidar de sus tres accesos. El ente público cuenta incluso con un centro de equitación que llegó a pagar a 17 personas para que atendiesen a 15 caballos. La nómina de funcionarios es tan abusiva que hubo que organizar un sistema de sillas calientes, de forma que los trabajadores se turnasen en el mobiliario de oficina. Como ni así había hueco para todos, a algunos contratados de la institución provincial los acabó cediendo a ayuntamientos de su mismo color político.
El ente público cuenta incluso con un centro de equitación que llegó a pagar a 17 personas
En los pasillos de la Diputación, un día a la semana hacen cola responsables de entidades culturales y deportivas a la espera de una subvención que Baltar concede de forma graciosa. Su filosofía de Gobierno la resume el cántico con el que él y su tropa de colaboradores solían amenizar las campañas electorales con el trombón a la espalda: “Y si no eres del PP, jódete, jódete...”.
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