Zapatero convoca el 20-N para que "otro Gobierno dé certidumbre"
Las elecciones generales se celebrarán cuatro meses antes de lo previsto Zapatero explica que ha hablado "con todas las personas con las que tenía que hablar" El presidente anuncia que no repetirá como diputado y que regresa a León Se trata del séptimo adelanto electoral desde la dictadura Cuatro, Telecinco, Antena 3 y Televisión Española han pedido el cara a cara entre los candidatos
El 20 de noviembre terminará el ciclo político de José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente del Gobierno anunció ayer su decisión de convocar para ese día las elecciones generales, cuatro meses antes de la fecha límite para agotar la legislatura.
“Es conveniente que el Gobierno que salga elegido en las urnas afronte desde el 1 de enero el ejercicio económico y las responsabilidades del país. La certidumbre es estabilidad y ha pesado en mi ánimo fijar un calendario claro. El 1 de enero, el nuevo Gobierno debe trabajar en la recuperación económica, en la reducción del déficit y debe garantizar la consolidación de la recuperación”, aseguró Zapatero en La Moncloa al anunciar su decisión.
Aunque Zapatero ha tomado personalmente esta decisión, la ha consultado con el candidato socialista a la presidencia, Alfredo Pérez Rubalcaba
El presidente siempre había asegurado hasta ahora, sin embargo, que era partidario de agotar la legislatura. Así ha ocurrido en las tres precedentes, las dos de José María Aznar y la primera del propio Zapatero, que llegó al límite de los cuatro años legales. Esta vez, ha terminado por ceder a las peticiones de su entorno, de destacados miembros del PSOE, de empresarios y de medios de comunicación que creían que su proyecto estaba agotado y que era mejor dar paso a un nuevo Ejecutivo que aclare las incertidumbres. Pone fin a su agonía, medida en la hecatombe del PSOE en las autonómicas y municipales.
La crisis económica se ha llevado por delante gran parte del proyecto político de Zapatero en los últimos tres años. Se ha visto obligado a renunciar a parte de sus principios para cumplir con exigencias de los mercados y de la Unión Europea, con recortes sociales que no estaban en su proyecto, con el que fue a dos campañas electorales como candidato. También le han hecho variar su tesis de que adelantar elecciones suponía introducir un factor de inestabilidad económica.
Los comicios serán en la fecha emblemática del 20 de noviembre, aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco. La convocatoria oficial será el 26 de septiembre y lo más insólito del paso que dio ayer Zapatero es el anuncio casi dos meses antes del anticipo electoral. Él mismo explicó ayer que el debate sobre el adelanto estaba interfiriendo en la agenda política y, ahora una vez desvelado, podrá culminar su mandato con un decreto que se aprobará el 19 de agosto para recortar aún más el déficit y con la aprobación en septiembre en las Cortes de proyectos pendientes como el de reforma de los convenios colectivos o el de agilización de la justicia. Decaerán otros como el de muerte digna, el de igualdad de trato y el de ley de Enjuiciamiento Criminal, que apenas había empezado su andadura. Con ese calendario, el Gobierno tendrá que prorrogar los Presupuestos Generales y la convocatoria se formalizará antes de finales de septiembre, fecha constitucionalmente límite para aprobar el proyecto en el Consejo de Ministros. El Ejecutivo de Zapatero no tendrá que abrir la última negociación con PNV y Coalición Canaria, que en las últimas semanas intuían el adelanto porque no habían recibido la indicación del Gobierno para sentarse a ver cifras.
Zapatero explicó ayer, sin más precisión, que hace tiempo que tomó la decisión de convocar elecciones en noviembre. Y es cierto que sus pasos de las últimas semanas han ido encaminados a cumplir ese calendario y, por eso, se despidió del Congreso en el reciente debate sobre el estado de la nación, haciendo intuir que el final de su ciclo político estaba cerca. Como ya había tomado la decisión, acordó con Rubalcaba su salida inmediata del Gabinete. No hubiera sido sostenible que el candidato socialista hubiera quedado ocho meses a la intemperie, fuera del foco mediático que da el Gobierno, si no fuera porque ya había pactado elecciones el 20-N.
En ese calendario, se incluye el aterrizaje de Rubalcaba en la sede de Ferraz, con un equipo, capitaneado por Elena Valenciano, para poner en marcha la maquinaria electoral para otoño. En septiembre tendrán las bases de su programa y el 30 de septiembre y los días 1 y 2 de octubre está convocada una conferencia política que, en vísperas de la campaña, termine por lanzar al candidato.
Fuentes de su equipo explican que desde que salió del Gobierno, el empeño de Rubalcaba es intentar marcar una agenda y un discurso propio al margen del de Zapatero. Por eso, no han coincidido en actos y, por eso, desde el primer día, Rubalcaba ha soltado propuestas que no coinciden exactamente con las que que ha impulsado Zapatero en estos siete años. Explican que tienen tiempo suficiente para proyectar al candidato, porque ya tiene un nivel de conocimiento notable y que hubiera sido peor prolongar su condición de aspirante hasta marzo. La encuesta del CIS muestra un efecto sorpresa de la candidatura que podría perderse si se prolonga hasta marzo. En todo caso, más allá del discurso público y el eslogan de “R de remontada”, la expectativa del PSOE es la de recortar ventaja y evitar una mayoría absoluta del PP. Su análisis es que el 22-M tocaron suelo y ahora se ha producido un lógico rebote, también motivado por la movilización que provoca en el electorado de izquierdas el rechazo a la hegemonía del PP en comunidades y Ayuntamientos.
Mariano Rajoy, de hecho, reaccionó ayer con un mensaje de moderación, negando recortes y prometiendo centrismo. Su tono era el de quien se sabe ganador y no quiere arruinar sus expectativas.
La decisión de Zapatero se produce en un contexto de encuestas con ligera recuperación del voto socialista, aunque se mantenga la crisis financiera o la amenaza sobre la deuda española. No obstante, Zapatero habló ayer de horizonte de recuperación en el último trimestre y el Gobierno y el candidato socialista no tienen la más mínima sospecha de que la situación económica pueda ser mejor en el mes de marzo, como para rentabilizarlo en las urnas.
Desde hace meses, en el propio partido había dirigentes que tenían la sensación de final de ciclo y proyecto agotado. Esa idea estaba en el editorial publicado el 18 de julio en EL PAÍS en el que se pedía la convocatoria inmediata de elecciones. Obviamente, Zapatero ha consultado la decisión y los pasos a dar con Rubalcaba y con dirigentes de su confianza como José Blanco. Pero minutos antes de confirmar su decisión públicamente y cuando la noticia estaba de forma extraoficial en las webs y las redes sociales, el presidente estaba sentado con los miembros de su Gobierno en el Consejo de Ministros y no les hizo ni mención de la bomba que preparaba. Calló a pesar de que a sus ministros les va en ello no solo su futuro profesional y político, sino también el trabajo inmediato en proyectos en marcha.
El PP había convertido desde hace meses en el centro de su política la petición de elecciones anticipadas. Daba por hecho que serían en otoño, con dudas sobre si octubre o noviembre, pero ya había puesto en marcha su maquinaria electoral, dirigida por Ana Mato y hasta había contratado publicidad. Lo que no esperaban los dirigentes del PP es que Zapatero lo anunciara ya y se preparaban para escucharlo a la vuelta de agosto. Zapatero desveló ayer que, además, no irá en las listas del PSOE al Congreso el 20-N. No quiere ser más diputado. Quiere retirarse a León.
Razonablemente estamos en la recta final de la violencia y el terror"
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