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Rubalcaba advierte a los acampados de que no podrán quedarse mucho más

El Ayuntamiento de Madrid le pide que ejerza sus competencias "sin mirar para otro lado" Los comerciantes, que se reúnen con la delegada del Gobierno esta tarde, se oponen a una reducción de la acampada y piden que se levante totalmente La asamblea de Sol, que ayer decidió reestructurar el campamento, debate hoy cómo hacerlo

Una mujer ríe en la acampada de Sol antes de una asamblea.
Una mujer ríe en la acampada de Sol antes de una asamblea.SUSANA VERA (REUTERS)

El vicepresidente primero del Gobierno y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que hasta ahora había apostado por la paciencia y la prudencia ante el Movimiento 15-M, ha advertido esta mañana a los acampados de la Puerta del Sol de Madrid de que no podrán quedarse mucho más tiempo allí. Como argumento para levantar la acampada, Rubalcaba ha citado los problemas de los comerciantes, que denuncian una caída en sus ventas de hasta el 70% desde que se instalaron las tiendas el domingo 15 de mayo. "No puede ser que unos ciudadanos acaben con los derechos de otros ejerciendo los suyos", ha zanjado el responsable del Interior en una entrevista en la SER.

Pero nada apunta a un desalojo inminente porque, según Rubalcaba, todavía no está claro si pretenden continuar o no en Sol. Así, el ministro se ha reafirmado en la estrategia seguida por Interior y ha hecho hincapié en el diálogo: "Cuando hay unos derechos que interfieren en otros, hay un problema y habrá que buscar un entendimiento". "La policía tiene que actuar con proporcionalidad. Hay que hacer las cosas bien, no vaya a ser que las hagas y el resultado sea mucho peor", ha señalado en una velada crítica a la actuación del consejero catalán de Interior, Felipe Puig, en el desalojo de la plaza de Catalunya.

"Reestructuración no significa disolución"

Preguntado al respecto, el vicealcalde de Madrid en funciones, Manuel Cobo, ha urgido a Interior y a la Delegación del Gobierno a tomar decisiones y a asumir responsabilidades. A su juicio, deben tomar "las decisiones que corresponden a su ámbito competencial" sobre Sol, sin "mirar para otro lado". Por su parte, el consejero de Presidencia, Justicia e Interior en funciones, Francisco Granados, ha asegurado que conoce al detalle la "hoja de ruta" de la delegada de Gobierno en Madrid, Dolores Carrión, sobre la acampada, pero ha señalado que "es el momento de tomar decisiones y desalojarles". Mientras tanto, los indignados dieron anoche el primer paso hacia el levantamiento de la acampada al decidir en asamblea una reestructuración sin plazos fijados que consistirá en ir retirando poco a poco las tiendas y sustituirlas por un punto de información permanente compuesto por "barracones reciclables", en los que estarán las comisiones esenciales.

Como primer paso, apostaron por levantar las tiendas por el día y volver a instalarlas por la noche. A las ocho de esta tarde decidirán en una nueva asamblea cómo se materializa la reestructuración, asunto que discutirán las comisiones a las cinco para llevar propuestas concretas a la asamblea de las ocho. Ayuntamiento, Gobierno regional y Delegación del Gobierno aceptan este punto de información como un avance para solucionar el problema. "Reestructuración no significa disolución", aclaraban esta mañana dos portavoces del movimiento, Juan Cobo y Tomás Muñoz. Ambos subrayan que "el campamento no se levanta", aunque matizan que "algunas comisiones han empezado ya a quitar algunas mesas".

Sin embargo, el aspecto del campamento es el mismo que ayer y que anteayer: las lonas siguen en su sitio, las mesas, las comisiones... "La idea en ningún momento es reducir, sino reformar", aclara Olalla, de la comisión de extensión nacional e internacional, que explica que los ingenieros de la comisión de infraestructuras les han pedido que cambien sus tenderetes hechos con toldos por "estructuras más sólidas y  resistentes" con palés y techos en pendiente contra el fuego y la lluvia. Por reestructuración, Olalla entiende tener el campamento "más despejado, controlado y limpio" para evitar que "mucha gente que no es del movimiento" se siga "aprovechando de él", en alusión a borrachos e indigentes que, a su juicio, son los que causan los problemas.

Por su parte, las asociaciones empresariales y los comerciantes consultados esta mañana por EL PAÍS dicen a una caseta informativa, pero mantienen que el campamento es "ilegal" y debe desaparecer. No se conforman con una reestructuración: siguen exigiendo que se despeje la plaza. Pedro, uno de los quiosqueros de Sol, es tajante: "A menos que quede solo un puesto, no me vale ninguna reducción". Cuenta que antes hacía una caja de 1.000 euros diarios y ahora, apenas 300. "Estamos solos, nadie nos apoya", se lamenta, para añadir que han ido a preguntarle si tiene alguna queja y a pedirle perdón, pero eso no arregla los bollos de su kiosco ni la caída de sus ingresos.

Hoy se celebrará la entrevista prevista en principio para ayer entre la delegada del Gobierno, Dolores Carrión, y los comerciantes de la zona. Los empresarios prefieren que la acampada se disuelva voluntariamente pero, en vista de que no parece que vaya a ser así a corto plazo, van a pedir a la Delegación que asuma sus responsabilidades, aunque entienden que el asunto es "delicado". Aunque la Delegación no ha querido precisar la hora de la cita, los empresarios de la Confederación de Comercio de Madrid (Cocem) y de la Asociación Empresarial Hotelera sí lo han hecho: las seis y media de la tarde.

"¿Peligroso? Para nada"

Una portavoz de Cocem reitera que las ventas han caído un 50% entre semana y un 70% los fines de semana, y que se han dejado de hacer 1.500 contratos temporales de cara al verano, lo que convierte a la situación en "insostenible". Los acampados se preguntan cuánto más están ganando la pizzería y los bares de Sol gracias a ellos.

Los restaurantes de comida rápida de la zona se dividen en evaluar la influencia del movimiento a la hora de hacer caja. La encargada del Pans&Company de Sol -que prefiere no dar su nombre- duda un segundo antes de afirmar que han perdido dinero, a pesar de que a las 13.30 las mesas del establecimiento están repletas; mientras que Consuelo, la propietaria de Pizza Sbarro, solo se atreve a reconocer que los olores que provienen del campamento les perjudican "un poquito". En el mostrador del Starbucks de Callao -algo más alejado de la plaza- el discurso es completamente distinto. Las dos dependientas que trabajan a mediodía señalan que no han notado una bajada de la afluencia de público y que la recaudación de este fin de semana ha sido mayor que la habitual.

A. M., de la comisión de alimentación, no comprende el enfado de los empresarios que exigen la disolución del campamento: "Nunca hemos tenido una queja directa de los comerciantes e incluso algunos de ellos aparecen en un vídeo de nuestro canal de Youtube -#spanishrevolution- solidarizándose con la causa". "Las grandes cadenas tienen que estar haciendo su agosto. Fíjate en los paquetes de jamón que nos han traído de Hipercor", dice el voluntario mientras muestra las existencias que les quedan en la despensa. A. M. defiende que también han tratado de favorecer al pequeño comercio desde que se establecieron allí, invitando a quienes se ofrecen para donarles comida a que hagan la compra en tiendas de barrio.

A Antonio Gil, presidente de los hosteleros, no le vale con la "buena voluntad" de los indignados. Sostiene que las reservas y ocupaciones se han reducido entre un 30% y un 40%. "Nadie viene a un país a ver este espectáculo dantesco bajo su balcón", sentencia. Santiago Bello, gerente del hotel Moderno (C/Arenal, 2), es más duro aún: "Me parece una vergüenza que permitan esta acampada ilegal. El Gobierno no puede hacer la vista gorda porque da pie a que, cuando estos se cansen, les den el relevo los agricultores del pepino o cualquier otro colectivo que quiera protestar. Yo también estoy harto, tengo mis derechos como ciudadano y nadie respeta que no los quiera ahí".

El presidente de los hosteleros asegura que han sido "muy pacientes" porque esperaban que la protesta iba a disolverse tras las elecciones, pero al ver que no ha sido así han decidido "levantar la voz" -la patronal madrileña anunció ayer que reclamarán las pérdidas ante la fiscalía "a quien corresponda"-. Gil apunta a que "la situación ha empeorado" desde el desalojo de Barcelona porque sobre todo los extranjeros tienen sensación de inseguridad, "miedo". Sin embargo, no todos los foráneos huyen de la zona ni son tan melindrosos. Una pareja de polacos que se fotografía junto a la estatua del Oso y el madroño ríe a pleno pulmón cuando se les pregunta si la acampada les causa rechazo. "Tenéis una revolución naciendo aquí, ¡es maravilloso! Estamos repitiendo la visita a Madrid y queremos fotografiarlo todo para enseñarles a nuestros amigos la vida que tiene ahora la plaza", exclama la turista. Eduard Orband, francés de 65 años, cuenta que ha viajado a Madrid "expresamente" a conocer el 15-M y se aloja en Sol. "¿Peligroso? Para nada", responde encantado.

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