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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado

Artistas en red para impulsar la cultura comunitaria

La Red de Espacios y Agentes de la Cultura Comunitaria (REACC) ha dado un paso decisivo para unir acciones dispersas de colectivos, mediadores y agentes culturales del territorio español

Uno de los talleres culturales organizados en Toledo, por la Red de Espacios y Agentes de la Cultura Comunitaria (REACC).
Uno de los talleres culturales organizados en Toledo, por la Red de Espacios y Agentes de la Cultura Comunitaria (REACC).Javier Roche
Analía Iglesias

Hubo demasiado tiempo de encierro para enviarse correos, hacer listas de intenciones en páginas web colaborativas y, por fin, llegó el momento de organizar una asamblea presencial para poner manos a la obra en la vida real: Inscribirse como asociación y salir a actuar y a activar las calles, ocupar los teatros, convocar a los vecinos a traer sus ideas y llenar de público los auditorios infrautilizados de cada municipio de España. Este ha sido el recorrido que siguió la Red de Espacios y Agentes de la Cultura Comunitaria (REACC), desde que, en plena parálisis exterior por la pandemia, un grupo de creadores y mediadores culturales espoleara un encuentro solidario y profesional de gente que ofrecía prácticas artísticas y trabajo compartido en un paisaje que cada día se ponía más difícil.

Como decíamos en este mismo espacio, el arte es “un conjunto de herramientas para pensar las cosas” y la REACC, nacida como una asamblea de diálogo, apoyo mutuo y acción entre profesionales de las artes españolas, ha venido tejiendo esos vínculos para salvaguardar proyectos, visibilizar la importancia de la cultura comunitaria e “intentar dar respuestas a los problemas endémicos que la debilitan”.

Hace unas semanas, 43 de esas personas llegadas de toda la geografía nacional concretaron la reunión presencial en el Castillo de San Servando, en Toledo, con el objetivo de dar un paso más hacia una cultura más digna y sostenible. A lo largo de dos días debatieron para definir y englobar sus actividades, que “involucran a agentes y a colectivos en procesos creativos de carácter colaborativo y transformador”, según la declaración que distribuyeron al terminar el encuentro. Al mismo tiempo, pusieron en común un primer estudio sobre este particular ecosistema, a modo de diagnóstico que permita trazar “horizontes comunes para el arte y la vida en España”.

El informe está dividido en varias secciones y contiene datos muy prácticos. El primer apartado se refiere a los formatos de la propia red. Así, explicita que la REACC está formada en un 63% por agentes colectivos frente al 21% de agentes individuales y un 16% de espacios. La otra constatación es el carácter híbrido de la cultura comunitaria, ya que esta no se concentra en un único ámbito de actuación: en un 89% las iniciativas trabajan en diferentes áreas, siendo la más destacada la gestión (casi un 72%), seguida de las artes escénicas (49%). En cuanto a las relaciones con otras asociaciones de la red, más de la mitad de las entidades, algunas de las cuales trabajan desde el feminismo y el ecologismo, lo hace en colaboración con otras.

Entre los agentes y espacios, figuran asociaciones de sociólogos, grupos de investigación, educación e intervención social, estudios de arquitectura y urbanismo, así como agitadores culturales

Entre estos agentes y espacios, figuran asociaciones de sociólogos, grupos de investigación, educación e intervención social, estudios de arquitectura y urbanismo, así como agitadores culturales muy activos en el panorama actual, tanto en el ámbito rural como en el urbano. Entre ellos, algunos tales como Enredando Culturas, Artibarri, Imaquinaria, Zerclo Patrimonio Cultural, la Casa Ensamblá, Amasce, El dorado AC, El Cubo Verde, la Cooperativa Indaga, Colaborabora, Grigri Projects, Pez Estudio, Harinera ZGZ, La horizontal, Ecopoesía del Jerte, La puerta azul o Akántaros.

Por lo demás, en el estudio hay un segundo punto dedicado a los espacios de actuación y ubicación geográfica de estas entidades. En efecto, allí se certifica que el 44% de las que integran la red se localiza en el centro de España, mientras que el sur ocupa apenas un 20%; solamente un 14% lo hace en lugares propios. En este apartado se menciona, asimismo, la necesidad de potenciar las iniciativas en el espacio público, ya que solo el 25% de los colectivos hace uso del mismo.

El tercer ítem del documento es el que se refiere a la viabilidad económica de los proyectos y su capacidad para sostener vidas y territorios. Aquí queda constancia del carácter informal de buena parte de las iniciativas de la cultura comunitaria. Además, a la hora de constituirse jurídicamente, hay una predilección por fórmulas de la economía social y solidaria, en particular la asociación (46%) y la cooperativa (12%), seguidas marginalmente por la fundación (1%).

Al mismo tiempo, el 85% de agentes y entidades cuenta con menos de nueve personas involucradas directamente en cada iniciativa. En tanto, sus dos fuentes principales de financiación son los ingresos propios, a través de la actividad cultural, con un 43% del total, y la financiación pública, correspondiente a otro 43% (dentro del cual, un 32% proviene de subvenciones y ayudas y un 11% lo sostienen los convenios específicos). Sin embargo, solo el 5% de las entidades y agentes de la cultura comunitaria en España puede mantener su actividad ejerciendo su trabajo de manera profesional.

A partir de esta puesta en común, la Red –registrada como una asociación de servicios culturales– propone a sus allegados comenzar a asociarse para continuar la transición hacia una plataforma de formato sólido, que sostenga una dinámica cultural acorde con las necesidades comunitarias.

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Sobre la firma

Analía Iglesias
Colaboradora habitual en Planeta Futuro y El Viajero. Periodista y escritora argentina con dos décadas en España. Antes vivió en Alemania y en Marruecos, país que le inspiró el libro ‘Machi mushkil. Aproximaciones al destino magrebí’. Ha publicado dos ensayos en coautoría. Su primera novela es ‘Si los narcisos florecen, es revolución’.

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