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DERECHOS LGTBIQ
Tribuna
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La invisibilidad de las personas trans en Mali

En Malí, este colectivo es invisible. Oficialmente, no existen. No están reconocidas por la sociedad civil, ni aparecen mencionados en las leyes en vigor, por lo que sus derechos fundamentales se ven continuamente vulnerados

Transexualidad Mali
Lusmore Dauda

Los golpes, los insultos y las vejaciones forman parte del día a día de las personas trans en Malí. Baba (nombre ficticio) recuerda: “Cuando mis familiares descubrieron que era una mujer trans, estaban esperándome en la puerta de la casa. En cuanto llegué, toda la familia, aunque especialmente mi hermano mayor, comenzó a insultarme y golpearme. Intenté, entre gritos y sollozos, explicarles lo que me estaba sucediendo, pero mi tío me interrumpió de repente y le dijo a mi padre que la única opción para no avergonzar a la familia era matarme en ese momento”.

Ante este tipo de humillaciones y agresiones físicas, las personas trans suelen marcharse lejos de sus hogares, principalmente si viven en el medio rural, para llegar hasta las grandes urbes. “Cuando salí de Kayes, sentí un miedo aterrador por dejar mi familia y mis raíces allí, pero al mismo tiempo sentí un gran alivio al saber que en Bamako nadie me conocería y podría ser yo misma, ser la persona que realmente quería ser”, relata Baba.

Su periplo comenzó una tarde en la que, acompañada por una prima, tomó un autobús para recorrer los algo más de 500 kilómetros que separan ambas ciudades. Al llegar a la capital, se topó de nuevo con la agria realidad: “Una vez llegué a Bamako no tenía a quien acudir ni en quien apoyarme para buscar un empleo o para encontrar un lugar seguro donde dormir. Yo era entonces una chica joven y con poca experiencia. Además, fui el blanco fácil del acoso y las detenciones arbitrarias de la policía, y en muchas ocasiones sufrí todo tipo de vejaciones”.

En Malí, las personas trans se enfrentan a frecuentes vulneraciones de sus derechos humanos y a condiciones de inseguridad y violencia provenientes tanto del aparato estatal como de otros actores de la sociedad civil. Las autoridades gubernamentales se esfuerzan por perseguir y castigar a las personas trans, lo que genera que estas no denuncien estas prácticas abusivas por miedo a posibles represalias.

Las autoridades gubernamentales se esfuerzan por perseguir y castigar a las personas trans, lo que genera que estas personas no denuncien estas prácticas abusivas por miedo a posibles represalias

Según la asociación AREFM (Association Référence Malí), defensora de los derechos de las personas trans en Malí, estos actos de violencia son solo la punta del iceberg de un progresivo deterioro en la calidad de vida de los afectados, señalados cada vez más, por una creciente retórica transfóbica por parte de la heteronormativa sociedad maliense, cada vez más cercana a postulados islamistas radicales.

Desde una perspectiva intercultural, mostrar una identidad de género diferente supone una importante estigmatización a nivel social. “Cuando iba a buscar trabajo, los empleadores no querían hablar conmigo y siempre me decían que volviera en otro momento”, cuenta Baba. “No querían que una persona tan afeminada trabajase con ellos”, reflexiona. El Estado, los líderes religiosos y la sociedad civil asumen de facto su invisibilidad, lo que favorece que no existan en el Código Penal leyes contra su discriminación y, menos aún, que se implementen medidas que les protejan contra los abusos a los que están sometidos.

La transfobia está presente en todos los niveles de la sociedad, pero afecta de sobremanera a los jóvenes que, debido a la falta de recursos y a la exclusión social que sufren, se ven abocados al trabajo sexual como último recurso. “A veces consigo algo de dinero si me encuentro con alguien, pero siento mucha vergüenza porque no me siento bien cuando lo hago”, reconoce Baba.

El Estado, los líderes religiosos y la sociedad civil asumen de facto su invisibilidad, lo que favorece que no existan en el Código Penal leyes contra su discriminación

Desde que llegó a Bamako, Baba no ha hablado con su padre, ni con la mayoría de sus hermanos, y muchas noches se ha acostado sin probar un bocado. Ha quedado relegada a una vida que no hubiera imaginado antes, una vida en la que es invisible, y en la que su sueño de ser una mujer empoderada se confunde con una realidad que la asfixia.

La denuncia de esta realidad, a menudo ignorada, es un paso fundamental para lograr sociedades más justas e inclusivas donde se respeten las expresiones de género y se aseguren por igual los derechos de las personas LGTBIQ+.

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