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Vacunas
Tribuna
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¿Ha dañado Estados Unidos la campaña de vacunación contra la covid-19 en África?

El reciente endurecimiento de las restricciones impuestas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) a la vacuna de J&J tiene consecuencias no consideradas y de gran alcance para los africanos

Vacunas contra la covid-19 caducadas en África
Varias personas hacen cola para recibir la vacuna de la covid-19 en el hospital público de Narok, en Kenia, el 1 de diciembre de 2021.BAZ RATNER (REUTERS)

La decisión de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos con respecto a limitar el uso de la vacuna Johnson & Johnson (J&J) contra la covid-19 en adultos que no pueden o no quieren recibir otra marca tendrá profundas consecuencias para los países africanos. La FDA dijo que su medida reflejaba el riesgo de que podría causar un raro síndrome de coagulación de la sangre. Sin embargo, esta decisión muestra que las principales autoridades sanitarias mundiales (incluso después de dos años de pandemia) no consideran las necesidades de las personas en los países de ingresos bajos y medios, y aquellas en países africanos en particular.

La restricción de la FDA no se fundamenta en nueva evidencia, sino que refleja una abundancia de precaución dentro de un país que tiene una tasa de inmunización contra la covid-19 relativamente alta, y cuenta con una amplia disponibilidad de inmunizaciones alternativas. Estados Unidos ha inoculado a más del 65% de su población, predominantemente con las dosis de Pfizer y Moderna. Solo el 8% ha recibido la de J&J. Por lo tanto, la decisión de la FDA tendrá pocas repercusiones de importancia dentro de Estados Unidos.

En África, en cambio, la vacuna J&J es ampliamente utilizada. Según un análisis del Instituto Tony Blair para el Cambio Global, hasta ahora se han administrado 42 millones de dosis de J&J en países africanos. El hecho de que requiera una sola inyección la hace muy adecuada en el escenario de limitaciones logísticas y de capacidad que enfrentan muchos países pobres, y la que eligen en gran parte del continente.

Además, los datos que se recolectan en Sudáfrica, lugar donde se han administrado más de 8,5 millones de dosis de J&J (incluyendo los datos recolectados a través del Estudio Sisonke, un ensayo que involucra a trabajadores de la salud) indican que la extrema precaución de la FDA no está justificada. Asimismo, en los países donde las opciones de vacunación son más limitadas, el aumento de las conjeturas sobre la inmunización de J&J exacerbará significativamente el desafío de inocular la dosis a la población.

Debido a la decisión de la FDA se arriesga desencadenar una pérdida generalizada de confianza en la vacuna J&J, lo que hará que la demanda de esta caiga en picado y se reduzca irreparablemente el alcance de un medio de protección contra la covid-19 que es seguro, eficaz y se encuentra ampliamente disponible. Esto tendrá importantes repercusiones en los esfuerzos en curso que realizan los países africanos con el propósito de estimular la demanda de dosis y proteger a sus poblaciones.

El Instituto Tony Blair para el Cambio Global calcula que los países africanos tienen alrededor de 135 millones de vacunas J&J en stock, aproximadamente el 25% de las cuales son dosis donadas por Estados Unidos

El Instituto Tony Blair para el Cambio Global calcula que los países africanos tienen alrededor de 135 millones de viales de J&J en stock, aproximadamente el 25% de las cuales han sido donados por Estados Unidos. Las donaciones de vacunas son bienvenidas, por supuesto, y los gobiernos africanos se han comprometido a convertir estas dosis en vacunas administradas. Sin embargo, el momento que el país donante considera que dichas inmunizaciones son demasiado peligrosas para su propia población, los africanos se negarán rotundamente a aceptarlas.

El oleaje de ramificaciones proveniente de la decisión de la FDA también se extenderá a la fabricación nacional en África. Una empresa farmacéutica líder con sede en Sudáfrica, Aspen Pharmacare, es el primer fabricante africano que envasa, vende y distribuye la vacuna J&J bajo su propia marca. Estados Unidos abogó a favor de este acuerdo, y J&J había acordó su potencial expansión a fin de abarcar versiones más avanzadas para variantes específicas.

La decisión de la FDA socavará muchos de los pasos concretos tomados por Estados Unidos y los países africanos dirigidos a reforzar la salud del continente y la seguridad de las inmunizaciones dentro del mismo. También afectará las negociaciones en curso entre los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de África (CDC), Aspen Pharmacare, y el Mecanismo de Acceso Mundial a las Vacunas covid-19 (COVAX) con respecto a un posible acuerdo para adquirir y distribuir la J&J sudafricana.

Es particularmente preocupante que la FDA hiciera su anuncio sin considerar las implicaciones para otras jurisdicciones o sin avisarles de manera anticipada para que pudieran responder adecuadamente. Si bien la Autoridad Reguladora de Productos de Salud de Sudáfrica emitió un comunicado dirigido a tranquilizar al público con respecto a la seguridad y eficacia de la vacuna, una decisión con implicaciones regionales requiere un abordaje regional. Si los CDC de África hubieran conocido con antelación la decisión de la FDA, podrían haber abordado las preocupaciones previstas a lo largo de todo el continente.

De cara al futuro, la recientemente establecida Agencia Africana de Medicamentos (AMA), podría adoptar tales medidas regionales. Una AMA que funcione bien, trabajando lado a lado con los CDC de África, mejorará la capacidad del continente para proporcionar respuestas rápidas basadas en evidencia frente a las decisiones regulatorias emitidas en otros lugares.

Finalmente, este episodio es sintomático de un problema más amplio en el Norte Global, donde de manera sistemática, los líderes y los encargados de formular políticas no consideran los puntos de vista de los demás, ni reconocen que sus acciones tienen efectos de gran alcance que se extienden más allá de sus propias fronteras. Los africanos son ciudadanos globales y obtienen su información de las mismas fuentes mediáticas que los europeos y norteamericanos. Por lo tanto, están influenciados por mensajes que pueden no ser relevantes para su contexto. En el año 2021, por ejemplo, la suspensión de la vacuna de Oxford-AstraZeneca por parte de algunos países de la Unión Europea propinó un golpe a la demanda en África, lo que probablemente costó la pérdida de miles de vidas.

La experiencia de organismos reguladores estrictos, como por ejemplo la FDA, la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios del Reino Unido y la Agencia Europea de Medicamentos, es reconocida y respetada a nivel mundial. Por lo tanto, estas instituciones deben considerar las consecuencias más amplias e involuntarias que conllevan sus decisiones, especialmente en medio de una pandemia mundial.

El reciente endurecimiento de las restricciones impuestas por la FDA a la vacuna covid-19 de J&J no es la primera oportunidad en la que un anuncio relacionado con la salud realizado por las autoridades de Estados Unidos u otra autoridad del Norte Global tiene consecuencias de gran alcance para África, y no será la última. Para gestionar eficazmente la covid-19, así como también futuras pandemias, los encargados de la formulación de políticas deben colaborar ahora para reducir la frecuencia y mitigar el impacto de dichas decisiones.

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