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Informar a golpe de teléfono móvil para cambiar la forma de contar la realidad en Mauritania

Con equipos más accesibles y redes sociales, los periodistas más jóvenes y comprometidos están generando una narrativa distinta en un país en el que el espacio mediático ha sido siempre deficiente. Aliya Abass es un ejemplo

Mauritania
Aliya Abass, con melfa azul, revisa el material grabado en una de las sesiones que imparte sobre MOJO (Acrónimo en inglés del periodismo hecho con teléfonos móviles).Foto cedida por Aliya Abass
Carlos Bajo Erro

“Cuando eres una periodista independiente y puedes grabar con tu teléfono, igual que con la cámara, te das cuenta de que es mucho más ligero. La cámara, a veces, asusta a la gente, pero el móvil no intimida. La gente te ve con él y no tiene la sensación de que estás haciendo un reportaje; y el resultado puede ser de muy buena calidad”. Estas explicaciones las ofrece Aliya Abass, una periodista de 26 años residente en Mauritania y formada entre Nuakchott y Dakar. Equipada con este discreto material, tiene la posibilidad de asomarse a temas poco habituales en los medios nacionales, como la migración, el racismo o los derechos de las mujeres. Esta nueva manera de contar, con equipos más accesibles y apoyados por las redes sociales, está generando una narrativa distinta en un país en el que el espacio mediático tradicionalmente ha tenido importantes deficiencias.

Abass recuerda que, sobre todo, los medios audiovisuales ofrecen en Mauritania una visión muy reducida de la realidad de este país de poco menos de cinco millones de habitantes (y una densidad de cinco por kilómetro cuadrado). Por un lado, la televisión pública nacional, que se centra en las actividades del Gobierno, a menudo, además, con unos enfoques poco atractivos, “no entra en el origen de los problemas, en las preocupaciones de la población”. Por otro lado, el panorama televisivo se completa con las cadenas privadas, detrás de las cuales “hay políticos o partidos, directamente, partidos, o grupos de hombres de negocios que usan las televisiones para sus intereses particulares”, añade. “Tenemos cadenas que están pensadas para mantener a la población en la ignorancia”, se queja. “La alternativa”, defiende la joven, son profesionales equipados con lo mínimo, con un smartphone. “Todo el mundo tiene uno en el bolsillo, y cuando vas a realizar un reportaje que se va a difundir en las redes sociales, lo ideal es hacerlo con él. Si no podemos producir información de calidad y publicar en la televisión o en las radios, sí que podemos publicarla en las redes”.

De esta manera internet y las iniciativas de periodistas comprometidos como ella están aireando los espacios de la información que reciben los mauritanos. Estos proyectos ponen el foco en temas que los medios convencionales han dejado caer en el olvido. “Podemos crear una página que trata cuestiones medioambientales o sobre las soluciones de jóvenes innovadores a los problemas del país. Ese es el mensaje que el periodismo debe hacer pasar”, explica Abass, que atribuye esta renovación a la posibilidad de usar las nuevas herramientas tecnológicas y los canales de difusión digitales. “En todo caso, cada vez hay menos personas que ven la televisión o hay más que consultan a la vez la tele y los contenidos que les llegan a sus teléfonos”, señala. Al mismo tiempo, apunta a una cierta decadencia del modelo convencional, sobre todo, aunque no exclusivamente, entre la juventud.

Si no podemos producir información de calidad y difundirla en la televisión o en las radios, sí podemos publicarla en las redes sociales
Aliya Abass

En cuatro años, entre 2017 y 2021, el número de usuarios de internet se ha duplicado en el país hasta llegar a uno de cada tres habitantes; y los presentes en las redes sociales se han multiplicado por dos. En enero de 2021 uno de cada cinco utilizaban los medios sociales. “Así es como la gente va a despertarse, va a reflexionar. Nosotras no estamos en una posición en la que les decimos ‘esta es la verdad’. Realizamos un producto informativo, se lo proponemos y ellos deciden si es bueno o no, si lo quieren o no, si es interesante o no”, dice la reportera.

El periodismo hecho con móviles en Mauritania amplia y diversifica el panorama informativo.
El periodismo hecho con móviles en Mauritania amplia y diversifica el panorama informativo.Foto cedida por Aliya Abass

Aliya Abass transmite una arrolladora convicción cuando explica el camino, que ella cree necesario, hacia un cambio de paradigma informativo que genere transformaciones sociales. Sin embargo, ese itinerario está lejos de ser un recorrido plácido. Según el Índice de Freedom House, Mauritania acaba de ingresar en los países considerados “parcialmente libres” pero con una puntuación de 35 sobre 100 se encuentra cerca del límite de los países “no libres”; mientras que la clasificación de libertad de prensa de Reporteros Sin Fronteras, también con una cierta mejoría, lo coloca en el puesto 94 de los 180 auditados en todo el mundo. “Estamos en un país en el que los hombres religiosos tienen mucha influencia sobre la población, en el que las instituciones y los puestos públicos están muy instrumentalizados. Todo el mundo se conoce, es primo de alguien, todo el mundo trabaja por la intervención de otra persona, así que es muy difícil hablar de ciertos temas”, contextualiza.

Estamos en un país en el que los hombres religiosos tienen mucha influencia sobre la población, en el que las instituciones y los puestos públicos están muy instrumentalizados
Aliya Abass

“Hablamos de todo, pero no de cualquier manera”, matiza, ya que para ella la fórmula para esquivar algunos de estos obstáculos y hacer que su profesión se reconcilie con su función social es apostar por lo que llama “el periodismo de soluciones”. Este enfoque consiste en identificar un problema y ponerlo de manifiesto, pero, al mismo tiempo, completar la información con alguno de los remedios que se están proponiendo. Por ejemplo, “en relación con la suciedad en Nuakchott, hago un reportaje sobre una organización que recoge los neumáticos usados, los recicla y hace con ellos, sillas, mesas o bloques para hacer muros”, explica la reportera, que añade: “Así, estás mostrando hasta qué punto la ciudad está sucia, que hay un problema con los residuos y que hay cosas que revisar, pero también que hay proyectos para personas que están en paro aprovechando esos recursos”.

Cada vez hay más personas que miran a la vez la tele y los contenidos que les llegan a sus teléfonos
Aliya Abass

Aliya Abass lidia, con ese mismo entusiasmo, los prejuicios y las barreras ligadas al género y a la edad que ha tenido que superar siendo, primero, una de las primeras reporteras mauritanas y, después, una de las pioneras de esta nueva forma de contar la realidad. A pesar de los ataques y los menosprecios, se arma de ironía para defender su trabajo. “La mayoría de la gente que habla de mí, lo hace a mis espaldas, así que no sé muy bien qué dice”, bromea.

Más allá del sarcasmo, reconoce que ha sido cuestionada por razones tan peregrinas como el material que utiliza, por parte de otros profesionales que, con sus críticas, demostraban su ignorancia de las innovaciones tecnológicas. “Éramos pocas mujeres, podría mencionar a tres o cuatro, haciendo un trabajo habitualmente hacían los hombres”, opina. “Siempre nos vamos a encontrar con personas que van a decir que no es bueno contar conmigo porque soy una feminista. Siempre habrá gente que hablará; si nos preocupamos de lo que la gente dice, no podremos avanzar, ni hacer las cosas que queremos hacer, por eso no me preocupo de lo que la gente habla”.

A pesar de esos obstáculos, cree que hay cosas que están cambiando en la sociedad de su país “a través de pequeños pasos”, como demuestra el hecho de que “cada vez hay más jóvenes influencers”. Aunque, asegura, no se pueden perder de vista los nuevos riesgos que se despliegan en el entorno digital: “El acoso en las redes sociales va en aumento; te encuentras con comentarios fuera de lugar que no tienen nada que ver con las publicaciones; y se desvela la vida privada de las usuarias a la vista de todos; grupos en los que las chicas se atacan entre ellas, en los que se habla de la despigmentación o de cómo engordar para responder al canon de belleza de la sociedad…”.

A pesar de todo, Abass prefiere fijarse en los indicios de un cambio esperanzador: “El hecho de los mauritanos acepten que una joven sea seguida en redes es una novedad. Antes, eso solo podía pasar con algunas cantantes que marcaban el estilo de la melfa (la pieza de ropa tradicional de las mujeres). Ahora, las cosas ya no son así, las jóvenes marcan la moda. Ya no se escucha solamente ‘no es bueno mostrarse así’ o ‘esa chica no se casará’, sino que vemos, por ejemplo, en redes como TikTok a jóvenes que quieren salir de la sombra”.

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Sobre la firma

Carlos Bajo Erro
Licenciado en Periodismo (UN), máster en Culturas y Desarrollo en África (URV) y realizando un doctorando en Comunicación y Relaciones Internacionales (URLl). Se dedica al periodismo, a la investigación social, a la docencia y a la consultoría en comunicación para organizaciones sociales.

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