Mueren menos niños en el mundo, pero las cifras siguen siendo inaceptables
En países como Sierra Leona, donde uno de cada 10 niños no llega a cumplir el quinto año de vida, los avances no se producen a la velocidad esperada y persisten las desigualdades poniendo en riesgo el objetivo marcado para 2030. Las causas de esas muertes son prevenibles o evitables con intervenciones ya conocidas
En marzo se hizo público el último informe del grupo inter agencias de Naciones Unidas para la estimación de la mortalidad infantil. Existen algunas razones para el optimismo. Se han logrado importantes avances en la reducción de las muertes infantiles. El número total de muertes de niños menores de cinco años en todo el mundo ha disminuido más del 60% desde 1990 de 12,8 millones en 1990 a 4,9 millones en 2022. En 1990, uno de cada 11 niños moría antes de cumplir los cinco años en 1990, frente a uno de cada 27 en 2022. Siguen siendo cifras inaceptables, y que dejan escaso margen para la complacencia, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de las causas de esas muertes son prevenibles o evitables con intervenciones ya conocidas.
Las muertes infantiles se concentran en los primeros cinco años de vida, y la mitad del total en el primer mes de vida. Así de los 4,9 millones de muertes de menores de cinco años en 2022, 2,3 millones ocurrieron durante el primer mes de vida y 2,6 millones de niños murieron en el periodo que va entre el primer mes y los 59 meses de vida.
Las causas de mortalidad no han variado sustancialmente en las últimas décadas. Para los más pequeños, el parto prematuro y las complicaciones durante el parto son las principales causas de muerte. Para los niños que sobreviven más allá de los primeros 28 días, las enfermedades infecciosas como la neumonía, la diarrea y la malaria siguen representando la mayor amenaza. El acceso y la disponibilidad de atención médica de calidad determinan la supervivencia para los niños en todo el mundo.
África Subsahariana concentra seis de cada 10 muertes entre niños menores de cinco años
Se trata de intervenciones básicas como el parto atendido por personal cualificado, la atención posnatal, la lactancia materna y una nutrición adecuada, las vacunas y el tratamiento de enfermedades infantiles comunes pero que aún no son accesibles para amplios grupos de mujeres y niños desfavorecidos especialmente en las regiones donde se registran las desigualdades más acusadas: África Subsahariana y el Sur de Asia.
África Subsahariana concentra seis de cada 10 muertes entre niños menores de cinco años -más que cualquier otra región- y ocho de cada 10 países que están lejos de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible de supervivencia infantil para 2030. Además, la disminución de las muertes infantiles desde 1990 en África es mucho más lenta que en cualquier otra región y, desde 2015, esa tendencia es aún más acusada. Aunque hay algunas historias de éxito (Malawi, Ruanda o la República Democrática del Congo) con reducciones de mortalidad de menores de cinco años superiores al 75% en las dos últimas décadas, en varios países de la región el número de muertes de menores de cinco años incluso está aumentando (Níger, Mali, Chad). Poniendo de manifiesto una vez más que el lugar donde se nace, el grupo socioeconómico y el hecho de residir en un país frágil o en conflicto determinan en gran medida la supervivencia infantil.
Entre las recomendaciones para acelerar los avances se señalan aspectos como generar datos, ampliar la cobertura intervenciones de alto impacto, generar sinergias en el continuo de atención en salud materna neonatal e infantil, fortalecer los sistemas de información y estadísticos, y obviamente – aunque no se hace- aumentar la inversión en salud materno-infantil tanto desde la comunidad global de desarrollo (agencias financiadoras e implementadoras, multilaterales y bilaterales) como desde los propios países de bajos ingresos.
Desde la investigación clínica y de implementación se puede y se debe contribuir a mejorar esta situación. ¿Cómo? innovando para disponer de nuevas herramientas de alto impacto, pero también adaptando intervenciones ya existentes (basadas en la evidencia, costo-efectivas y aceptadas por las comunidades) para que sean viables y sostenibles en contextos de recursos muy limitados.
Esta visión está tras el trabajo que desarrollamos en la Iniciativa de Salud Materna Infantil y Reproductiva del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). En los últimos años gran parte de nuestra actividad de investigación, capacitación e incidencia se ha centrado en Sierra Leona, uno de los peores países donde nacer: uno de cada 10 niños no llega a cumplir el quinto año de vida. Y, por tanto, uno de los mejores sitios dónde trabajar en intervenciones para mejorar la supervivencia infantil porque es difícil encontrar contextos con mayores desafíos.
En 2019 pusimos en marcha el proyecto ICARIA (Mejorando la atención infantil en África a través de la investigación en azitromicina – por sus siglas en inglés Improving Care through Azithromycin Research for Infants in Africa). El proyecto, cofinanciado por la Fundación “la Caixa” y la Fundación Bill & Melinda Gates, tiene como objetivo evaluar el impacto en la reducción de mortalidad infantil por todas las causas a los 18 meses de edad a través de la implementación de dos intervenciones durante las visitas rutinarias vacunales en niños de tres distritos de la provincia Norte de Sierra Leona. Se utiliza el programa de vacunación para administrar un antibiótico de amplio espectro: la azitromicina que utilizamos para tratar la neumonía, la diarrea o la bronquitis, y el tratamiento preventivo intermitente de la malaria infantil con sulfadoxina-pirimetamina (TPI-SP o IPTi-SP, por sus siglas en inglés); una medida de salud pública segura, eficaz y económicamente eficiente para prevenir la malaria infantil recomendada por la OMS para niños que viven en áreas con transmisión de malaria de moderada a alta en África subsahariana. Se ha demostrado que esta intervención reduce la malaria clínica, la anemia y la malaria grave en niños menores de un año.
La azitromicina que utilizamos para tratar infecciones bacterianas como la neumonía o la bronquitis y el tratamiento preventivo intermitente de la malaria infantil es una medida de salud pública segura y eficaz
ICARIA, un ensayo clínico a gran escala de los más grandes realizados hasta la fecha en África Subsahariana, alcanza un hito al completar este mes el reclutamiento de los 20.560 niños participantes. Quedan por delante aspectos clave del proyecto como completar el seguimiento de todos esos niños durante los próximos meses, así como el análisis de los datos recogidos. Además, y con vistas a la potencial traslación de esta doble intervención en una política de salud para niños que, como los participantes, viven en áreas de alta mortalidad y carga de malaria con sistemas precarios de salud, se están realizando otros estudios complementarios. Desde aspectos operacionales -como la evaluación del Programa Ampliado de Inmunización– que este año cumple su 50º aniversario- como canal de administración de las intervenciones para niños para garantizar su sostenibilidad- a otros relacionados con el efecto de la azitromicina como herramienta para reducir la mortalidad infantil (la comprensión de los mecanismos de acción de la azitromicina para reducir la mortalidad; el posible desarrollo de resistencias antibiótica; o determinar las posibles interacciones del antibiótico con las vacunas administradas rutinariamente).
Por el camino, también se están generando nuevos datos para el país – como señala el informe los datos están menos disponibles en los contextos donde los niños enfrentan los mayores riesgos-. Y capacitando al personal del proyecto a distintos niveles (programas de doctorado, gestión de datos, técnicas de laboratorio ...). Todo ello en colaboración con el Ministerio de Salud de Sierra Leona, la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud (COMAHS), el Hospital Clínic de Barcelona (que lidera la evaluación de la resistencia a los macrólidos) y el Hospital Sant Joan de Déu (que coordina el componente de monitoreo de seguridad del ensayo clínico).
Estamos iniciando la última etapa de la carrera de larga distancia que supone un proyecto de estas características. Y esperamos poder compartir los resultados a corto plazo. Los objetivos de desarrollo sostenible establecen unas metas de salud infantil, como terminar con las muertes de menores de cinco años prevenibles, con una tasa de mortalidad de 25 o menos muertes por 1000 nacidos vivos que 59 países están lejos de alcanzar en agenda. Sierra Leona está en las 100 muertes por 1000 nacidos vivos.
Hay que continuar trabajando para alcanzar esos objetivos, pero más allá de ellos también tratar de reflexionar sobre la cifra de cinco millones de muertes de menores de cinco años anuales en 2024. Tras cada una de ellas hay menor cuyo derecho esencial a la supervivencia ha sido vulnerado. Desde la comunidad de salud global podemos y debemos hacer más.
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