Día 1
La vida quiere continuar, la necesitamos, nos necesita

Los lunes y los días 1 son buenos momentos para responder a lo que don Miguel de Unamuno llamó agonía o sentimiento trágico de la vida. En situaciones de crisis, preguntamos a la vida, y la vida no sabe qué responder como no sea con su propia voluntad de persistencia. Empezar una semana, un mes, un curso, adquiere así su significado. Septiembre nos habla del futuro con el regreso de las vacaciones, sus vueltas al colegio y los exámenes que permiten aprobar lo que suspendimos en julio. La realidad es ahora, como en los momentos más difíciles, un examen de septiembre. Porque la vida quiere continuar, la necesitamos, nos necesita.
Para mí, todos los 22 de agosto significaban un viaje en coche hacia las primeras casas familiares, en Granada o Almuñécar. Era el cumpleaños de mi padre, nacido en Burgos en 1926. Mi madre preparaba una comida para seis hermanos bajo el calor y la alegría. Nosotros cantábamos, nos cantábamos, el cumpleaños feliz. Llevaba algún tiempo sin conducir el 22 de agosto, pero este año me llamó mi hija para contarme que había roto aguas y se ponía de parto. Desde la bahía de Cádiz a Madrid fueron pasando los kilómetros como pasa el tiempo, y se cruzaban en la carretera la memoria y las imaginaciones del futuro. Hay recuerdos e imaginaciones que son ambulancias, deportivos, turismos o camiones de carga. Recorren el paisaje, unos campos con voluntad de permanencia, aunque sufran incendios y esas raras construcciones que convierten el progreso en un malentendido. Pero ahí están los olivos y los álamos, los ríos y las montañas.
Y ahí está mi nieta, en mis brazos, llenando de sentido agosto, ahora el día 23. Sus ojos me piden que me tome en serio todos los lunes y todos los primeros de mes y todos los días que amanecen y anochecen sobre el mundo trágico. La vida nos responde con su voluntad de persistir, aunque la esperanza sea el refugio de los que siempre llevan las de perder.
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