Noelia Núñez y los conejos de verdad
Gracias a esta política del PP nos hemos parecido a Alemania, donde a Merkel le dimitían ministros y aquí nos moríamos de envidia. Una valiente, un nuevo referente moral


Confieso que he visto más conejos que políticos en los últimos días y eso me ha sentado de maravilla. Atravesar las tierras de Castilla y subir y bajar montañas leonesas y gallegas pedaleando rumbo a Santiago repara la mente y el alma, aunque no lo suficiente como para no entender lo que pasa. Porque, como nos enseñó Alicia en el país de las maravillas, seguir a un conejo y no a la cruda realidad se paga caro.
Por ello, entre tumbo y tumbo, entre caminos pedregosos y metas compartidas con peregrinos de carne y hueso que no están precisamente en TikTok, fue inevitable enterarse del nuevo escándalo de corrupción (Montoro) que ha puesto un sucio rumor de fondo al verano (otro). Y también del falso currículum de una política del PP (Noelia Núñez). Cuando una recorría el Bierzo, esta mujer tenía doble grado en Derecho y Ciencias Jurídicas; al llegar a O Cebreiro se había licenciado en Misuri; y al dejar atrás Portomarín era más bien profesora de universidad. Para cuando esta peregrina llegó a destino y besó al santo (es un decir), Noelia Núñez no solo había dimitido, sino que se había convertido en heroína. Un milagro a la altura de todos los que salpican el Camino.
Mientras Ábalos se ha pegado al escaño con Loctite, mientras Sánchez y Feijóo se muelen a garrotazos y la legislatura avanza peor que a trompicones, ella había renunciado. ¡Una valiente! Hasta Feijóo la alabó tanto que, por un momento, deseamos tener más políticos mentirosos y poder seguir presenciando el valor de sus renuncias. Lo que hay que oír. Gracias a Noelia Núñez nos hemos parecido a Alemania, donde a Merkel le dimitían ministros por cualquier cosa y aquí nos moríamos de envidia. Y es que el listón está tan bajo en España que dimitir se ha convertido en proeza. De hecho, una televisión la fichó ipso facto, Núñez es el nuevo referente moral.
Ahora en serio. Núñez no es heroína ni referente, sino el trampantojo en una atmósfera que se ha vuelto irrespirable. El conejo blanco llevaba a Alicia a un mundo extraño donde los animales hablaban, los bebedizos la hacían crecer o empequeñecer y donde se jugaba la cabeza. Para su fortuna, despertó y se evaporó el peligro. Para nuestra desgracia, aquí no se esfuma nada porque nuestro nuevo hábitat natural es una podredumbre en la que reinas de corazones, sombrereros locos, orugas que hablan o lacayos con cabeza de pez no son fantasías, sino reales. En fin, nos queda el Camino de Santiago y sus conejos de verdad.
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