Nuestros jóvenes ‘contrarios’ a la inmigración: no es todo xenofobia
Vox azuza entre sus votantes de menor edad el temor a que la llegada de extranjeros precarice aún más sus condiciones laborales
![Concentración frente al Ministerio de Industria el pasado día 5 en Madrid en demanda de la homologación de títulos a extranjeros.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PS4L4WES6ZGGPJDMILMUPROMIQ.jpg?auth=261875a20645b66156fc8dd4b9e1dc6ab246f051e6fc4a06eabe1e6b1394e0f0&width=414)
El discurso contra la inmigración es una hidra de muchas cabezas. Generalmente, se tiende a considerar que solo pivota alrededor de consignas basadas en el racismo o la xenofobia. Sin embargo, muchos jóvenes seducidos por la ultraderecha han empezado a sentirse también perdedores del fenómeno migratorio. Creen que solo atiende a los intereses de la generación de sus mayores o de un bipartidismo contra el que se rebelan.
A fin de cuentas, siempre se ha defendido en España el efecto positivo de recibir inmigrantes porque alguien tendrá que “pagar las pensiones” o “cómo vamos a sostener nuestro Estado de bienestar”. El problema de natalidad que atravesamos es palmario: según el INE, los nacimientos siguieron bajando en 2024 y la población española solo creció el año pasado por la llegada de extranjeros. Lo asume el Gobierno de Pedro Sánchez y lo sabe obviamente también el Partido Popular. El bipartidismo podrá aplicar recetas distintas, pero la demografía se ha vuelto un reto de largo plazo para cualquier Ejecutivo, donde atraer a personas de otros lugares se percibe como una solución ágil al problema.
Sin embargo, la ultraderecha se está colando también por la brecha generacional en la cuestión migratoria. No pesa tanto si Vox habla de inmigración “ilegal” o si blande el espantajo de la seguridad: hace tiempo que muchos de sus adeptos, sobre todo jóvenes, mantienen sus propias discusiones y van más allá de los estereotipos o relatos de cualquier partido. Y algunos parecen haber interiorizado una controvertida conclusión: creen que atraer inmigrantes amenaza su statu quo como generación. Lo viven como una traición de sus mayores en aquellos problemas que la política no ha resuelto previamente.
Primero, porque se ha extendido el temor a que la llegada de extranjeros maquille las condiciones laborales a la baja de una juventud ya de por sí muy precarizada. En redes sociales comentaron una intervención de Sánchez en octubre de 2024, donde hablaba de buscar formas de acelerar la homologación de los títulos de ciudadanos migrantes cualificados. No estaba anunciando un fenómeno nuevo, sino previo, constatando simplemente que el Ejecutivo procuraría que los trámites no fueran tan lentos. Ahora bien, a muchos les entró el recelo sobre si se normalizaría que profesionales de mayor cualificación provenientes de otros países estuvieran dispuestos a aceptar los salarios que hay en España. Por ejemplo, que en vez de que la política revierta la situación del médico de turno, ese que se marcha a otros lugares de Europa a tener mejores condiciones, la fuga de cerebros se tape importando trabajadores de otros sitios.
En segundo lugar, su oposición a la inmigración ha adquirido un tono de rechazo al sistema. Se preguntan si no se ha vuelto una suerte de parche para “pagar las pensiones” sin valorar otras consecuencias económicas. De hecho, en sus círculos se dio gran repercusión a una conferencia del profesor de la Universidad de Pensilvania Jesús Fernández Villaverde que impartió en la Fundación Rafael del Pino en Madrid en diciembre pasado. Citando un trabajo aplicado a Dinamarca, la tesis que sugirió Fernández Villaverde es que atraer migración poco cualificada no sería rentable a largo plazo para el Estado de bienestar, como se suele creer en España; habría que dar preferencia a la cualificada. Precisamente, nuestra economía está creciendo en buena parte por la inmigración, donde un 44,1% de población extranjera en el primer trimestre de 2024 tenía nivel de estudios bajo, según la EPA, un porcentaje algo superior respecto al conjunto de la población activa, con el añadido de que la mitad de los migrantes están sobrecualificados para los puestos que desempeñan. Todo ello empuja a muchos jóvenes a pensar que el bipartidismo solo se preocupa de los intereses inmediatos de la generación de sus padres, como las pensiones, mientras sienten abandono en sus dramas, como la vivienda.
Así pues, la cuestión migratoria se viste ahora también indignación, sin obviar el aderezo que la ultraderecha añade con prejuicios culturales, étnicos o religiosos. El problema es que el reaccionarismo ha encontrado la forma de desestabilizar o sacar votos con ello. No hay más que ver el salto de Vox en Europa, que ha pasado del grupo de Conservadores y Reformistas —el de Georgia Meloni— al grupo de Patriotas —donde está Viktor Orbán—. Ese giro ha sido interpretado en dimensión europea con recelo. Mientras que Meloni ha venido buscando la connivencia del bloque comunitario, intentando una especie de posibilismo ante Ursula von der Leyen, Vox se salió de los gobiernos del Partido Popular haciendo populismo, en paralelo a cambiar de aliados internacionales, y desde entonces, crece en las encuestas.
La moraleja tal vez sea que la hidra antiinmigración puede mitigarse si la política tradicional no obvia los debates que inquietan de fondo alrededor del fenómeno. Algunas de las anteriores reflexiones probablemente vengan también de gente que ni simpatiza con formaciones reaccionarias. Si el sistema no hace pedagogía o recoge dichas inquietudes, lo harán otros. De hecho, ya lo están haciendo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
![Estefanía Molina](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F8549ed32-7fb1-465d-98eb-8171222d9d7f.png?auth=4639ba0284215e70f8c6a1285119b746f70d11cf165789f470181180bb7b44ef&width=100&height=100&smart=true)